
Por: Abdías Méndez
“El arte público no trata acerca de uno mismo sino de los demás. No trata de los gustos personales, sino de las necesidades de los demás, no trata acerca de la angustia del artista sino de la felicidad y bienestar de los demás… No trata acerca del vacío existente entre la cultura y el público sino que busca que el arte sea público y que el artista sea de nuevo un ciudadano”. SIAH ARMAJANI (1939, IRÁN-EU).
El arte público es una de las expresiones de arte contemporáneo que más participación democrática le da al ciudadano. Su concepto teórico persigue un objetivo social, que el público retome el sentido cívico de los espacios públicos. Intenta humanizar estas zonas, conectándolos con el colectivo humano.
En nuestro archipiélago se han desarrollado varios proyectos con la iniciativa de intervenir en diferentes sectores urbanos tanto metropolitanos como fuera de la frontera metropolitana. Algunos de ellos en Santurce, Luquillo, Cabo Rojo, Guayama. Otros, como el proyecto Jardín de Esculturas en el Jardín Botánico en Río Piedras, los recientes proyectos de Los Muros Hablan en Santurce y La Parada de los Leones en Ponce, han sido esfuerzos encomiables. Estos proyectos han puesto a Puerto Rico en una excelente posición al otorgar espacios al arte público.
Siendo esto así, el fracaso de algunas iniciativas recae en que muchas de estas obras terminan en manos de la incompetencia y la mediocridad, que como el Ave Phoenix, resurgen y hacen gala permanente en nuestra existencia. Como suele pasar con muchos otros proyectos, se condenan a la autodestrucción o mutilación por varios factores.
Estos factores fluctúan desde no considerar presupuesto para el cuidado y mantenimientode las obras, hasta el abandono y destrucción por las malas prácticas de mantenimiento ya que el personal carece de la educación y preparación mínimas sobre cuál es el cuidado que necesitan estas piezas, y no han desarrollado, por tanto, la sensibilidad al artefacto, a la cosa arte.
(Ricardo Alcaraz)
Este abandono ocurre por personal de la alta gerencia, oficiales de turno de las agencias custodias de las obras o empleados de las escalas laborales más humildes. Esta vida indigna que termina sufriendo la obra es acompañada por la poca o total ausencia de información, orientación, promoción y educación sobre las piezas y los lugares donde el público pueda disfrutar de arte público. No conozco de un solo programa o agencia encargada de mantener al público local y al internacional informado de la localización de nuestro arte público.
Continuamente me pregunto ¿donde están los medios en su función de educadores?, y ¿cómo los amantes de arte saben, por ejemplo, que en la Plaza de la Cultura en el Centro Gubernamental Minillas y frente al Museo de Arte de Puerto Rico, está expuesta una escultura de FernandoBotello llamada “Mujer Reclinada”?
El estado de abandono roza en lo irracional. Las fotografías que aparecen en el artículo muestran al lector un diagnóstico de la ausencia de sensibilidad con la que el país atiendesus activos, y cuando digo país me refiero principalmente al personal de las agencias públicas o privadas responsables o aquellos que poseen la custodia de las obras de arte.
(Ricardo Alcaraz)
Por ejemplo, en Santurce, frente al Centro Europa, se encuentra la pieza Cangrejo del escultor Adelino González a la cual le han mutilado parte del cuerpo y de su composición. Las extremidades que fueron hurtadas no han sido repuestas. Por otro lado, la piezas del escultor Carlos Guzmán, Cardumen y Tintorera, esta últimalocalizada en el pueblo de Luquillo, han sostenido una leyenda que la historia no ha logrado borrar pero que el salitre y las condiciones del tiempo la amenazan. En Río Piedras, en el Jardín Botánico, encontramos el Jardín de Esculturas, uno de los proyectos más ambiciosos de arte público, cuyas esculturas están abandonadas, llenas de pasto, sucias, sin identificación, rotas, ahogadas en limo y costra, perdidas en la nada. Algunas pueden ser identificadas pero la mayoría no tienen fichas. Allí se encuentran El Bosque de Luis Hernández Cruz, Caribeña de los Guanacaste de Ted Carasco y Antares de Rolando López Dirube.
Así, con este abandono, se consolida la desatención que le tenemos a nuestros artistas y a nuestro patrimonio cultural.
El autor es artista, consultor, crítico de arte miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA).