
¿Qué sucede cuando, al nacer, el sexo de un bebé resulta difícil de distinguir? ¿Cómo la medicina confronta estas situaciones? ¿Cada vez es más fácil transitar de un sexo al otro?
A modo de responder estos cuestionamientos, Juan Carlos Jorge, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico (UPR), dictó la pasada semana la conferencia Tecnologías médicas que editan y enmiendan la género-sexo diversidad en el Anfiteatro 4 de la Facultad de Estudios Generales del Recinto de Río Piedras de la UPR.
El neurocientífico enmarcó su conferencia en dos retos que enfrenta la medicina hoy: por un lado, la asignación clínica en casos de intersexualidad humana; y por el otro, los avances en el manejo de la transexualidad en adolescentes y, más recientemente, en niños. También se aventuró a sugerir los caminos que seguirá la tecnología médica en la determinación de sexos, incluyendo la identificación temprana durante el embarazo de sujetos intersex.
Según Jorge, el discurso médico ha configurado la sexualidad de las personas dentro del marco binario hombre/mujer y ajeno a la disyuntiva entre sexo y género. Esta distinción, sin embargo, se erosiona frente a sujetos calificados como intersex al nacer —es decir, cuya genitalia no es distingible a simple vista como masculina o femenina—, y frente a sujetos trans —los que nacen hombre o mujer, pero se encuentran en la transición hacia el sexo opuesto, inicialmente bajo tratamiento hormonal y posteriormente mediante intervención quirúrgica—.
¿Qué sucede en una sala de parto cuando nace un bebé intersex?
“Se observa su genitalia. ¿Será un pene pequeño o un clítoris alargado con un glande particularmente grande? ¿Será el vestíbulo vaginal o la apertura de la uretra? ¿Una bolsa escrotal o una labia mayora? Estas son las propiedades que responden a dos emergencias: la médica, de saber cuál es el verdadero sexo del recién nacido y la social, de informar a los padres si es varón o hembra”, expuso Jorge.
El experto detalló que el algoritmo clínico de clasificación sexual de acuerdo a la Academia Americana de Pediatría consiste en una prueba de cariotipo para determinar si el recién nacido expresa el perfil 46 XX (hembra) o 46 XY (varón). Una vez se establece el cariotipo, se realiza una biopsia de la gónada para identificarla, que en el caso del óvulo produciría estrógenos y progesterona, y en el caso del testículo, andrógenos.
“Estamos hablando de una traducción. Un lenguaje genético se traduce a un lenguaje ontológico. Luego este se traduce a un lenguaje bioquímico y finalmente al criterio principal, la anatomía sexual”, elaboró Jorge acerca del procedimiento clínico tradicional.
Al ser el criterio clínico lo que define el sexo de una persona —es decir, la identidad de la gónada—, la persona hermafrodita presenta la anomalía de tener como gónada un ovotestículo (tejidos testiculares con ováricos). No obstante, si bien el imaginario social relaciona directamente la intersexualidad con el hermafroditismo, el doctor indicó que solo el 10% de los tipos de intersex son hermafroditas.
Jorge agregó que estas variaciones de ovotestículos influyen no solo en la genitalia del sujeto hermafrodita, sino también en toda la estructura del organismo. Los fenotipos sexuales y corpóreos de las personas se reflejan tanto en los tejidos óseos como adiposos, ya que tienen receptores para hormonas que vienen de fuente gonadal. Diagnósticos como el síndrome de Turner y el síndrome Klinefelter son algunas de las variaciones cromáticas que pueden tener efecto en la diferenciación sexual del cuerpo, sostuvo.
El doctor planteó que actualmente se está realizando una asignación de sexo equívoca que se sustenta del supuesto sin fundamento de que “los procesos biológicos que participan en el desarrollo de la genitalia también participan en el desarrollo de la identidad de género. Para efectos clínicos, sexo y género son la misma cosa, no hay distinción entre ambos conceptos”.
Cambiar de sexo a los 16 y la metáfora de Peter Pan
La transexualidad o disforia de género ya no se trata exclusivamente en la adultez. Hoy, adolescentes y niños entran al aparato médico con la idea de que tienen una patología mental y que sus cuerpos tienen que ser manejados y reestructurados para corresponder a su identidad con la expresión corpórea, explicó Jorge.
El científico abundó que en los casos de transexualidad a corta edad se utiliza actualmente el medicamento Luprolide (Lupron), que altera el cuerpo para que no secrete hormonas endógenas, lo que alarga la niñez del individuo y crea una “métafora de Peter Pan”. Añadió que la inyección ha estado disponible en el mercado por mucho tiempo y se utiliza efectivamente para tratar el cáncer de próstata, el cáncer de seno, fibromas en el útero o endometriosis, fertilización in vitro, parafilias (pedofilias) y el manejo de mujeres trans en la adultez.
“Lo ideal es poner a la niña o el niño en el medicamento hasta los 15 o 16 años. Luego, retirarlo y reasignar hormonalmente al sexo deseado. Se mantiene al paciente en tratamiento hormonal de uno a tres años. Después se hace la cirugía de reasignación de sexo con la idea de que ese cuerpo no entró en la crisis de ‘pubertad biológica’”, explicó el doctor.
De acuerdo a Jorge, la idea con administrar Luprolide durante la pubertad y atarsar el tratamiento hormonal hasta la preadultez es que la niña trans no madure biológicamente en la pubertad, ni se le engrose la voz o empiece y a echar vello, porque después cuando sea el momento del proceso de reasignación de sexo, el cuerpo será muy masculino y no pasará como hembra.
De la misma manera, el cometido con un niño trans es que no pase por la “crisis del cuerpo”, definida como ensanchamiento de caderas, crecimiento de las glándulas mamarias, distribución de la grasa corpórea de una hembra y la menarquía, sino que se ponga testosterona en ese cuerpo por un tiempo y se pueda hacer la reasignación de sexo posteriormente.
Sobre el futuro de estas tecnologías médicas que intervienen en el cuerpo, “se están moviendo cada vez más al útero materno, a propuestas de que la sonografía se utilice para mirar la genitalia del feto con la idea de que si lo que va nacer es un bebé intersex, recomendar aborto terapéutico. Por ahí es que van estas nuevas tecnologías, cada vez más hacia la concepción”, puntualizó Jorge.