Cuba busca fortalecer la integración y la concertación política con el Gran Caribe, en momentos en que grandes aliados en América del Sur comenzaron a mostrar un rostro menos acogedor, por giros hacia la derecha o por crisis políticas internas de impredecibles consecuencias.
Ese contexto genera mayores expectativas en torno a la VII Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), que se desarrollará en La Habana entre el jueves 2 y el sábado 4, el día en que participarán jefes de Estado y de gobierno de las 25 naciones integrantes de esa organización, creada en 1994.
La AEC representa a más de la mitad de la población latinoamericana y caribeña, que según estimados de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ascenderá a mediados de este año a 625 millones de personas.
Se prevé que la asistencia de los mandatarios de Colombia, Juan Manuel Santos, y de Venezuela, Nicolás Maduro, concentrará la mayor atención.
En el caso de Santos, se esperan anuncios sobre avances decisivos en los diálogos de paz que llevan a cabo en La Habana el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Maduro viajará a La Habana poco después que el secretario general de Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, haya activado este martes 31 la Carta Democrática Interamericana por considerar que su gobierno está al borde de la “ilegitimidad” y el país cerca de un colapso.
Buena parte de los apoyos a Maduro para neutralizar esa iniciativa se encuentran en los gobernantes que concurrirán a la cumbre de la AEC, ya que la solicitud de Almagro requiere el aval de 18 de los 34 miembros de la OEA para seguir adelante.
También en el marco de la cumbre se analizará la viabilidad de que cristalice un diálogo entre el gobierno y la oposición de Venezuela, para el que se ha realizado una “reunión exploratoria” el último fin de semana de mayo, en Santo Domingo, según detalles del diario cubano Juventud Rebelde.
Ese diálogo lo promueven el expresidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y los exmandatarios Martín Torrijos, de Panamá, y Leonel Fernández, de República Dominicana, y cuenta con el apoyo de varios países de la región.
Hasta ahora, la única reacción en Cuba al posible diálogo entre las partes enfrentadas en la grave crisis política, social y económica venezolana ha llegado de Jorge Gómez Barata, un exintegrante del aparato ideológico del gubernamental Partido Comunista de Cuba.
“Al saludar el diálogo con la oposición es preciso hacer votos porque sea breve, transparente y conclusivo, y permita regresar cuanto antes a la normalidad de las instituciones nacionales”, dijo en una columna difundida por Internet, en que también alertó sobre el riesgo para la soberanía de una mediación con participación foránea.
Manuel Aguilera, director general para América Latina y el Caribe de la cancillería cubana, definió como “muy compleja”, la situación actual de América Latina y El Caribe como consecuencia de “la contraofensiva oligárquica” contra los gobiernos populares y progresistas de la región.
En su opinión, en ese contexto actual resulta imprescindible continuar fortaleciendo la consulta política entre los miembros de la organización regional para “enfrentar unidos los retos que amenazan la estabilidad, la paz, la unidad y la concordia entre las naciones y pueblos del Caribe”.
También resulta preocupante para Cuba la crisis política que vive Brasil, donde el 12 de mayo la presidenta Dilma Rousseff fue suspendida de sus funciones, al aprobarse un juicio político en su contra, que podría culminar con su destitución.
Desde entonces, la presidencia, por ahora interina, la asumió el vicepresidente Michel Temer, que ha impulsado un giro conservador a la conducción del país.
Si del intercambio con Venezuela depende el abastecimiento seguro y estable de petróleo, el tempestuoso giro político en Brasil deja en la incertidumbre el apoyo y las promesas de inversión de la potencia brasileña en Zona Especial de Desarrollo de Mariel, un proyecto estratégico para el desarrollo cubano.
Al inaugurar parte de las obras junto al presidente cubano Raúl Castro, en enero de 2014, Rousseff situó el respaldo financiero de su país al proyecto unos $1,000 millones en bienes y servicios.
“Brasil quiere ser un aliado económico de primer orden para Cuba”, subrayó en ese entonces la mandataria. Está por ver si el gobierno de Temer tendrá la voluntad política y el interés económico de mantener las relaciones con la isla socialista al nivel que entonces expresó Rousseff.
Las autoridades cubanas no se han expresado públicamente respecto del impacto en sus planes de desarrollo de la crisis brasileña o la inestabilidad en Venezuela, su principal socio económico.
Especialistas aprecian, no obstante, que ayudarían a aminorar el golpe la normalización de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos y la mejora de los vínculos con los países de la Unión Europea.
Otros puntos a favor son las mejores relaciones con España, el fortalecimiento de los intercambios con Rusia y la recuperación de la credibilidad financiera internacional, gracias al acuerdo con el Club de País (de gobiernos acreedores), que eximió a la isla del pago de intereses por $8,500 millones.
El proceso de normalización de lazos con Estados Unidos aumentó el interés por viajar a este país, que en 2015 recibió 3.5 millones de turistas y obtuvo ingresos por casi 1,940 millones de dólares. En 2016 aspira a recibir 175,200 viajeros más que en 2015.
Consolidar y elevar el intercambio con el Caribe, su entorno natural, adquiere en el contexto actual de la región especial relevancia para Cuba.
El Plan de Acción de la AEC para el periodo 2016-2018, que aprobará la cumbre, incluirá entre sus metas la continuación del turismo multidestino sustentable, llamado a convertirse en motor principal de integración caribeña.
La cumbre, detalló Aguilera, tendrá por tema principal “Unidos para enfrentar los retos del desarrollo sostenible, el cambio climático y la paz en el Caribe”.
Además, dijo, en sus deliberaciones debe atender, además, desafíos como el desarrollo del comercio y las inversiones, una asignatura pendiente en la región debido a problemas de conectividad aérea y marítima.
La cita también evaluará, entre otros, varios proyectos de cooperación para enfrentar el impacto del cambio climático, especialmente en el Caribe insular. Al respecto, Aguilera reconoció que uno de los mayores obstáculos en ese sentido apunta a la escasez de presupuesto para atender las iniciativas en curso.
“Se trata de una tarea ardua, que está pendiente, y es una de las dificultades mayores con que se enfrenta la asociación, no sólo en este tema, sino en muchos otros”, señaló ante una pregunta de IPS en una conferencia de prensa sobre la cumbre.