JOHANESBURGO – Dos décadas después de una puesta en libertad que cautivó a Sudáfrica y al mundo, Nelson Mandela sigue siendo reverenciado, pero rara vez se lo ve en público. Los ayudantes del ícono de la lucha contra el apartheid guardan celosamente su privacidad en un lujoso barrio de Johannesburgo y limitan los compromisos públicos de este hombre de 91 años que cada vez sufre de una salud más frágil. “No hablamos sobre su vida privada aparte de decir que ve a amigos y familia y hace lo que hace otra persona normal y jubilada: lee y ve la televisión”, reveló Achmat Dangor, presidente de la Fundación Nelson Mandela, al ser consultado sobre la vida diaria del ex presidente sudafricano. La liberación de Mandela, después de 27 años en prisión, el 11 de febrero de 1990 dio inicio a unas frenéticas negociaciones políticas con el entonces Gobierno del apartheid que llevó al final del sistema institucionalizado de discriminación racial y a su nombramiento como el primer presidente negro de Sudáfrica. El entonces líder de 71 años se convirtió en símbolo de la reconciliación y fue visto como el responsable de unir el país. Admirado y amado por todos los sudafricanos independientemente de su raza, Mandela se fue retirando lentamente del primer plano tras dimitir como presidente en 1999. Mandela ocasionalmente ofrece una audiencia a líderes o famosos que visitan el país, pero incluso esas visitas se han vuelto poco habituales y la fundación se ve obligada cada pocos meses a negar las informaciones de que su salud está fallando. SE MANTIENE INFORMADO La fundación y sus amigos aseguran que está disfrutando de una jubilación bien merecida, pero que trata de mantenerse al día con los acontecimientos políticos. “Lee al menos cuatro periódicos al día en su sillón y ve las noticias en televisión”, dijo George Bizos, un amigo cercano, abogado y activista que defendió a Mandela en su juicio por traición en 1963. Pero como se esperaría en un hombre que ya ha cumplido los 90 años, su memoria está comenzando a fallar. “Recibe a viejos amigos. Su memoria no es muy buena sobre los sucesos recientes, pero es muy, muy buena sobre lo que sucedió en los 40, los 50, los 60 y los 70”, añadió Bizos a Reuters. Lo principal para Mandela ahora es su familia y se mantiene alejado de la política. La decisión del partido gobernante ANC de hacerle aparecer en un mitin antes de las elecciones del año pasado fue condenada rotundamente, también por su propia fundación. Su influencia en el país, sin embargo, no puede ser subestimada, desde su baile característico arrastrando los pies hasta cuando se vistió con la camiseta de rugby de los Springboks, símbolo del orgullo ‘afrikaner’, cuando Sudáfrica ganó la Copa del Mundo de Rugby en 1995. Ese hecho unió a la nación por primera vez en su historia e inspiró la película “Invictus” y la candidatura de Morgan Freeman a un Oscar de la Academia de Hollywood por su interpretación del presidente. Los medios del país están ahora más preocupados por su salud, y en cualquier compromiso público se escruta su aspecto en busca de cualquier cambio. “A medida que envejece tiene que descansar más y más, pero desafortunadamente de vez en cuando los medios recogen algo y difunden que está en su recta final, lo cual es una tontería, sólo es que se toma las cosas con calma”, expresó su amigo y ex prisionero político Ahmed Kathrada. “Pero está bien, como puede estar una persona de (casi) 92 años”, agregó. Mandela, por su parte, resta importancia a las preocupaciones. “Siento que me estoy haciendo viejo. El tiempo vuela. No estoy realmente preocupado”, aclaró citado por la agencia SAPA este mes.