
El ambiente ya se encontraba tenso. Cada parte del Coliseo estaba cubierto por diferentes colores, muestra diversa del espíritu universitario. En el centro, se acomodaban los jueces y los camarógrafos alistaban su equipo en espera de la señal que indicara el comienzo de la transmisión en vivo. Los gritos eufóricos de las miles de personas que se encontraban en el Pachín Vicens era la muestra de que ya próximamente se acercaba la hora de la verdad: el inicio de la competencia de baile y porristas de las universidades. Como todos los años, las justas se convierten en la fiesta universitaria más grande del semestre. Durante 4 días, Ponce se convierte en la sede de miles de estudiantes que se adentran en el pueblo como parte de lo que ellos opinan es su deber estudiantil. El alcohol, la música, el bullicio y las diversas camisetas ofreciendo mensajes de apoyo a las universidades no pueden faltar. Claro, todo esto ocurre cuando cae el sol, pero también hay que tomar en cuenta que el desorden y el caos universitario comienzan desde temprano en el día, cuando las competencias sacan en cada uno de los estudiantes su lado competitivo.

Las competencias de baile y porristas de este año están bien tensas considerando que la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, está defendiendo su título de campeones de baile contra equipos fuertes como lo son el recinto de Mayagüez y el de Bayamón. Pero los nervios de los gallitos son controlados cuando ven la cantidad de personas que han venido a apoyarlos. La sección dedicada al rojo pasión que nos caracteriza está repleta de jóvenes que vinieron al coliseo con la esperanza de ver a los suyos premiados como los campeones que son y sus voces delatan sus emociones, voces que sobrepasan cualquier intento de alguna otra universidad de defender lo suyo. Con sus letreros brillando en la luz y entonando sus apoyo a los “gallitos campeones”, los estudiantes de la universidad demostraron que la fiesta comienza con el deporte, y que quienes compiten por su alma mater son la verdadera razón de encontrarse allí.

Ya se ha acabado la competencia y anuncian los resultados. El recinto de Río Piedras ha llegado tercero en ambas ramas. La desilusión de los equipos se acorta cuando reciben el apoyo incondicional de sus compañeros. Los gallitos alzan la bandera con orgullo mientras la sección roja grita con euforia y reciben a sus compañeros con una alegría digna de campeones. No pueden faltar los cartelones en las manos de los mismos bailarines, demostrando que el orgullo no es algo pasajero, sino una cualidad que crea ganadores. He aquí el verdadero sentido de las Justas. Es la celebración detrás de los atletas, sus destacadas participaciones que nos enorgullecen como sus compañeros. Es entonces cuando el logo “Yo no sé tú, pero yo soy gallito” cobre auge. Después de todo, ganen, pierdan o empaten, seguiremos celebrando rumbo al pueblo de Ponce, donde nuestros gallitos demuestran su verdadera cría.