¿Sabe usted, lo que es un charrán? Pues no es otra cosa que el nuevo nombre que ha adoptado para las gaviotas pequeñas la Sociedad Ornitológica de Puerto Rico. Aunque este cambio de nombre es reciente, los nombres comunes de nuestras aves se remontan al periodo precolombino.
Por ejemplo, el término Guaraguao (Halcón de Cola roja), Múcaro (búho pequeño), Guabairo (un tipo de Chotacabras), Guacamayo, Colibrí (para los zumbadores), entre otros, fueron nombres originados por nuestras culturas indígenas y que aún utilizamos como nombres comunes para algunas de nuestras aves. Otros como Iguaca (para nuestra cotorra), Jajabi (periquito que hubo en la Isla), Inriri (para nuestro Pájaro carpintero), fueron sustituidos por otros nombres, particularmente con la llegada de los españoles.
Con la colonización española, se produjeron grandes cambios en los nombres de nuestras aves. Los términos cotorra, pericos y palomas, fueron utilizados virtualmente desde que los primeros españoles llegaron a Puerto Rico, donde indican la gran cantidad de estos en sus primeros escritos. Por ejemplo dieron nombre de Paloma torcaz a lo que hoy conocemos como la Paloma turca (Patagioenas squamosa). También llamaron Alcatraz, al muy conocido Pelícano Pardo y Cernícalo al Falconcito (Falco sparverius). El nombre Canario de mangle (Setophaga petechia) también es de origen español porque esta reinita es amarilla y tiene gran semejanza a los canarios.
Nuestros campesinos o jíbaros, también hicieron su aportación. Le dieron nombre al Bienteveo, al Pitirre y al Jui. La razón para estos nombres fue que estas, al cantar o vocalizar, parecían decir sus nombre. Al San Pedrito se le bautizó con varios nombres, entre estos barrancolí y medio-peso. Se dice que el término San Pedrito se tomó de la vestimenta verde y blanca que utilizan los sacerdotes católicos durante el periodo ordinario. El nombre barrancolí, se obtiene de la costumbre de estas aves de construir sus nido en barrancos. Por otro lado se dice que el nombre medio-peso se originó del diámetro de la entrada de los nidos de estas aves que es bastante similar al tamaño de una moneda de 50 centavos.
No fue hasta el 1882, en donde por primera vez se hace un listado de las aves de Puerto Rico, y se sugiere para estas un nombre común oficial. Este trabajo lo hizo nuestro distinguido médico y naturalista Agustín Stahl. En este trabajo aparece el nombre del Ruiseñor, Clérigo, Jilguero, Rolita, Reina mora, Zumbadorcito, Garzón cenizo, Garza blanca, Garza real y Vencejo entre otros. Todos estos nombres, en la actualidad, se siguen utilizando. Stahl también, utiliza el nombre de Capitán, para Loxigilla portoricensis y Verdoso, para Nesospingus speculiferus, ambas especies endémicas o únicas de Puerto Rico. Desafortunadamente Stuart Danforth, posteriormente, les cambió el nombre a Come-ñame y Llorosa, respectivamente.
No obstante, Danforth aportó significativamente a los nombres comunes de las aves de Puerto Rico. Este escribió el primer libro de ornitología para ser utilizado en nuestras escuelas públicas. Este proveyó de nombre común a reinitas migratorias, que no lo tenían y que se conocían sencillamente como reinitas, y también dio nombres comunes específicos al grupo de los playeros que se conocían con el nombre general de playeros o putillas.
En la década del 1970 y 1980, se comienzan a introducir aves exóticas en la Isla, a través del mercado de mascotas. Muchas de estas, escapan o son liberadas por sus dueños y logran establecerse en el estado silvestre. A esto se debe el gran número de cotorras y guacamayos que podemos observar en el área metropolitana. A tales efectos en el 1993, el que suscribe propone nombres comunes en español para las aves exóticas que se podían observar en el estado silvestre.
Finalmente, tenemos que mencionar que la Sociedad Ornitológica de Puerto Rico, tratando de utilizar nombres uniformes comunes para nuestras aves, ha producido una lista que tiene más de 350 especies. En dicha lista, muchos nombres han permanecido inalterados, desde los tiempos precolombinos (ej. múcaro y guabairo). No obstante, otros han cambiado significativamente, como por ejemplo el uso del término charrán para referirse a las gaviotas pequeñas.
El autor es profesor del Departamento de Biología de la Universidad de Puerto Rico en Humacao.