¿Qué otras opciones tienen los estadounidenses aparte de Donald Trump y Hillary Clinton a la hora de votar?
Por más de 150 años, los partidos Demócrata y Republicano han dominado a gusto y gana el panorama político estadounidense. Desde que Millard Fillmore, del partido Whig, finalizó su término como presidente en 1853, ninguna otra agrupación política ha conseguido romper la hegemonía bipartidista de los dos gigantes y colocar a un candidato suyo en la Casa Blanca.
Sin embargo, eso no significa que no existan movimientos o partidos alternativos. El Partido Verde y el Partido Libertario son dos ejemplos que, si bien nunca han representado una amenaza electoral seria a los republicanos y demócratas, han conseguido, en ciertas instancias, promover ideas sociopolíticas de las que sus poderosos contrapartes se han apropiado.
“Estos partidos surgen de sectores disconformes que no se sienten representados. Por ejemplo, los libertarios comparten ciertas ideas con los republicanos en términos de la limitación de gastos fiscales. Pero a su vez tienen una interpretación liberal, donde se asemejan más a los demócratas, en el tema de los derechos civiles. Así que no se sienten representados en ningún partido [mayoritario]”, dijo el profesor de ciencia política en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), Waldemar Arroyo, en entrevista con Diálogo.
En el caso de los verdes, se presentan principalmente como una organización defensora de la ecología y los movimientos ambientalistas, pero además persiguen mayor igualdad en el tema económico y social, por lo que en el espectro político se sitúan significativamente más a la izquierda que el Partido Demócrata.
“Tienden a ser pacifistas por lo cual no se identifican con ninguno de los partidos principales y proponen una reducción drástica en los gastos de defensa”, indicó Arroyo, al tiempo que añadía que sus ideas atraen primordialmente a estudiantes universitarios, así como a activistas por el medio ambiente y los derechos humanos.
Los libertarios, desde su fundación en 1971, apenas han superado el 1% de los votos en una elección presidencial, con la candidatura de Ed Clark en 1980. Entretanto, los verdes, en los controversiales comicios del 2000 -en la segunda elección en que participaron como partido- consiguieron que su aspirante Ralph Nader recibiera el favor del 2.7% de los electores.
Para muchos, el apoyo a Nader le restó los votos que el candidato demócrata Al Gore necesitaba para derrotar al republicano George W. Bush, quien se impuso por apenas cinco votos electorales, a pesar de terminar por debajo de su principal oponente en el voto popular.
Desde esas elecciones del 2000, el mejor resultado en las elecciones generales para el Partido Verde ha sido el 0.36% que recibió Jill Stein en 2012.
A pesar del limitado éxito electoral, tanto los libertarios como los verdes han influenciado el escenario sociopolítico de los Estados Unidos de otras maneras.
“En Alaska hay una reserva natural que el Partido Republicano estuvo planteando cambiarle el estatus para poder explotar el petróleo y el Partido Verde estuvo muy activo en hacer campaña para impedir que eso ocurriera, y muy exitosamente. Incluso, algunas ideas del Partido Verde los demócratas las adoptan para atraer más sectores”, sostuvo Arroyo.
“Los libertarios también han tenido un impacto social. Para ellos es muy importante la reducción de los impuestos. Esa idea es más de ellos que de los republicanos y los republicanos la han adoptado para su beneficio político”, aseguró el catedrático asociado.
A su juicio, el colectivo minoritario que más peso político tuvo en Estados Unidos durante el siglo 20 fue el Partido Socialista de América (SPA, por sus siglas en inglés), particularmente en la década de 1930, cuando el país luchaba por escapar de la miseria de la Gran Depresión.
De hecho, muchas de las políticas que estableció la administración de Franklin D. Roosevelt durante su administración se fundamentaban en las propuestas principales que esbozaba el SPA.
“El Partido Demócrata copió varias de sus ideas, incluida el seguro social. El comienzo del estado de bienestar. Lo que allá llamaron en esa época public works, esa iniciativa del gobierno para emplear a ese ejército de desempleados en proyectos de infraestructura y construir represas, entre otras cosas”, expuso Arroyo, para quien, irónicamente, fue precisamente el hecho de que sus planteamientos fueran adoptados por la administración demócrata lo que aceleró el decaimiento del SPA, que finalmente desapareció tras las elecciones del 1972.
Ciertamente, establecer una tercera fuerza política potente ha probado ser un reto insuperable hasta el momento. El monopolio bipartidista ha prevalecido en gran medida gracias a las multimillonarias maquinarias que permiten a los republicanos y demócratas manipular el discurso público y controlar un sistema electoral que hace virtualmente imposible para otras organizaciones cobrar relevancia a nivel nacional.
El aspecto mediático, intrínsecamente relacionado al ángulo económico, igualmente ha jugado un papel preponderante en preservar el status quo.
“Como los medios de comunicación tienen tanto peso en la opinión pública hay muchas personas en Estados Unidos que ni siquiera saben que estos partidos existen…no están al tanto. A lo mejor estarían dispuestos [a votar por un partido minoritario] pero no saben de su existencia por el bombardeo constante de los demócratas y republicanos” en la prensa, manifestó el profesor del RUM.
Sin embargo, los eventos recientes dentro de la política estadounidense, específicamente la candidatura presidencial republicana de Trump y la fuerza que cobró el mensaje de Bernie Sanders en el bando demócrata, le indican a Arroyo que el potencial para que algún movimiento independiente de estos dos partidos adquiera relevancia está latente, si bien serían necesarios unos ajustes a sus tácticas políticas.
“Quizás una estrategia para ellos sería empezar a lograr elegir candidatos a nivel micro y de ahí aumentar hasta el nivel macro. Si logran entrar en los gobiernos municipales después pueden ir a gobiernos estatales y luego proyectarse nacionalmente”, sugirió Arroyo, mencionando el ejemplo del partido Ciudadanos, en España, que tras comenzar como una organización local dentro de Cataluña han ido escalando hasta convertirse en la cuarta fuerza política más fuerte en el enredado sistema español.
Asimismo, al referirse a la situación de los partidos pequeños en Puerto Rico, Arroyo resaltó la necesidad de dirigir el discurso hacia un enfoque más pragmático, en lugar del énfasis ideológico que tradicionalmente los ha caracterizado.
“En ese aspecto podrían aprender bastante de Bernie Sanders. Que aunque tiene sus posiciones ideológicas bien claras se enfocó en cómo podemos ayudar al ciudadano promedio. Y creo que si hacen eso entonces la gente podría comenzar a verlos más como una alternativa real y seria”, subrayó.