Omar García y DJ Predator son dos veteranos de mil campañas en estas lides del rap, del hip hop, de la cuestión de la cultura musical callejera esta, donde la rima y el beat se vuelven uno, donde el grafiti y el breakdancing forman gremios obreros, donde más vale meterle de corazón que posar de lo que no se es.
Vaya a YouTube, busque vídeos de la época del underground, antes de que Daddy Yankee o Wisín y Yandel se fueran más comercial que Menudo, y allí seguramente se topará con un chamaco llamado OGM y su hermano de lírica, Oakleey, o con un moreno haciendo breakdance en cuanto vídeo había, antes de tener su frondoso casco de dreadlocks y optar por ser DJ.
Han visto de todo, desde cómo la música subterránea del caserío, auspiciada por el pueblo, pasó de ser financiada por bichotes a volverse la querendona de la payola de las disqueras y dominar Billboard, hasta cómo la música sociopolítica rapera sobrevive y sobrevivirá el embate de cualquier moda de rap sobre metras, tolta y cocaína.
Y así entonces es que sale el Postrap. Quizás usted se ha topado con el hashtag en Twitter o Facebook: #PostrapViene. Pues ya llegó y, surge, precisamente, luego de dos décadas de travesía, en donde ambos han decidido regresar a la raíz de lo que es el hip hop y el rap: una música nacida de la protesta, de la necesidad de denunciar mucho más allá que de frontear.
“En Puerto Rico hay hip hop, hay rap muy bien hecho, muy bien escrito y ejecutado, bien pensado y producido. Yo apuesto por este como el momento preciso en nuestra historia, por aquello de la digitalización, las descargas y la muerte de las disqueras, para repensar una escena de hip hop boricua; independiente y pesá, rabiosa y palabrera, pero bien empacada. Como se merece”, dice García en un momento dado de una analítica conversación con Diálogo.
A continuación la entrevista entera con este dúo, una mancuerna que ha recorrido distintos aunque paralelos caminos, un binomio que, como verán, se complementan como ying y yang.
Diálogo: Bien, saludos. Primero, por favor, preséntense, pues si bien los conocen bastante en el mundo del rap, seguramente hay lectores de Diálogo que ahora es que se topan con ustedes.
Omar García: Hola, yo soy Omar García Ojeda. Nací y me crié en Río Piedras de Borikén y soy músico, compositor, productor musical y MC (maestro de ceremonias; término que se utiliza para identificar quién escribe y rapea en el hip hop). Desde los 15 años laboro en esta área, tanto en el interior de la cultura subterránea como en las estructuras de los sellos disqueros multinacionales y la industria mainstream. Me he dedicado a experimentar, colaborar, manifestar y expresarme a través de la música y particularmente el hip hop con altas, bajas y curvas, pero siempre con muy poco miedo. Hoy, formo parte del binomio de hip hop boricua, Postrap junto a DJ Predator.
DJ Predator: Saludos, mi nombre es Francisco Albizu (DJ Predator). Llevo más de 20 años en la industria dando bandazos de una manera u otra. Soy DJ por más de 15 años y he trabajado o tocado con casi todos los mal llamados artistas “urbanos” del patio y de muchos otros géneros. Soy uno de los pocos DJs que quedan todavía metiéndole a platos de vinilo y ‘escrachando’ de verdad, en Puerto Rico. Tambien soy productor musical y la mitad de este invento que se llama Postrap conjunto a mi hermano Omar García.
D: ¿Qué es eso de #Postrap? ¿Es Pos-Trap? ¿Es Post-Rap? ¿Cómo nace? ¿Qué es Postrap?
DJP: Se pronuncia “Post-Rap”… pero… Miren yo voy a decir lo que yo pienso… Esto no es necesariamente la opinión de Omar o de más nadie. Pero para mí, “Postrap” es, “Post” trap,
“Post” mierda, “Post” basura, “Post” payoleo, “Post” disqueras, “Post” TV, “Post” vender la peliculita de una vida que tú no vives, “Post” hacer musiquita porquería por pegar, “Post” feca, “Post” Rap… de vuelta al hip hop. De vuelta a crear sin censurarse. De vuelta a hablar lo que se siente, lo que uno cree, lo que hay que hablar… ¡LA VERDAD!
OG: “PosTrap” le da nombre al colectivo, (en vivo se unen dos b-boys y otro MC) además de funcionar como título de nuestra primera producción discográfica que podrán conseguir exclusivamente por postrap.org. La palabra fue concebida originalmente para ser pronunciada “Post-rap”. Es una provocación, una invitación a dejar atrás hábitos que ya no nos hacen crecer como cultura, retomar lo que hizo del hip hop un movimiento que inspiró a generaciones alrededor del mundo y, en términos locales, subir la vara, exigirnos más y producir mejores proyectos de mejor calidad.
Ahora, no ignoramos la otra pronunciación y la lectura que se le puede dar a la palabra; “Pos-trap”. Esto no es algo que nos preocupe, más bien es otra provocación con la que estamos dispuestos a jugar. En Borinquen, como con todo lo demás, heredamos a la mala las corrientes que bajan del norte; el trap no ha sido la excepción. Aunque en su origen el término se acuñó como parte de la jerga de calle que describe precisamente la brega, el titereo, la vida vista desde el narcotráfico y las esquinas, ha pasado por carambola a darle nombre a toda una corriente, un estilo, casi un subgénero dentro del hip hop contemporáneo con un ritmo muy específico, unos elementos de producción, una velocidad y hasta con una temática recurrente y la idiosincrasia que le parió.
Aquí en Macondo, como buena colonia, hemos adoptado esa versión gringa del “trapeo” que dice muy poco o nada, que repite el uso del mismo beat, que requiere de muy poca destreza para interpretarle y en algunos casos requiere muy pocas palabras. Entonces, cuando se lee “Pos-trap” hacemos una denuncia de lo que consideramos una degradación del arte y la cultura y un bajón en la vara de un género –rap– que en su ADN lleva como elemento madre la competitividad y dominar con más y mejores destrezas lo que se hace, una invitación a los más jóvenes a conocer a sus padres y abuelos dentro del género en el que pretenden desarrollarse, un llamado a respetar la cultura y los elementos que le hicieron trascender fronteras, una crítica a quienes pretender limitar el rap de hoy a eso que llaman trap.
D: Para los que no lo sepan, ambos fueron parte de aquel momento en los ‘90 del boom del rap en Puerto Rico, el llamado underground, que luego se comercializó. ¿Qué es lo que con más cariño recuerdan de ese momento? ¿Qué es lo que recuerdan con más desdén?
OG: Recuerdo un concierto de Siete Nueve con los caracoles y las velas y to’. Esa noche me convencí de que haciendo hip hop del duro sí era posible abrirse camino en la isla. Recuerdo también ir a grabar reggaetón en el mismo estudio en que grababa el No Mel Sindicate. Ese colectivo era conocido por ser uno visceralmente antireggaetón. El respeto con el que me trataban porque sabían que, dentro del reggaetón, yo rapeaba e intentaba siempre inyectar el hip hop en la medida de lo posible es algo que me trae siempre una sonrisa al rostro. No así el “tirijala” que tenía un sector del hip hop con el reggaetón, la brecha que ayudo a ensanchar y los prejuicios que salieron a flote por ello.
Yo venía de mezclar el rap con el reggaetón en el caserío, Monte Park siempre me dio taller, fue un aliado, me dio mis primeros seguidores y hasta mi primera tarima. Allí yo me trepaba a rapear con mi hermano Mexicano (DEP), con mi ‘partner’ Oakleey (DEP), con el menor del corillo, Kid J (DEP), con Eddie Dee, con Blanco, Maicol, Manuel, Falo, etc…
Entonces, yo no entendía muy bien por qué el desdén con el que el hip hop boricua trataba al sector que poco a poco pasó de ser “reggae y rap” a ser reggaetón. Del hip hop yo aprendí a través de Public Enemy, NWA, KRS One, ente otros, así que yo entendía que era un género que se hacía rapeando y que venia de la calle, de los barrios; lo que yo hacía se me parecía muchísimo a eso. Lo que recuerdo con menos cariño de esa época es esa brecha que se hizo abismal entre reggaetón y hip hop. Fue muy poco productiva para la música, para el país y, sobre todo, para el hip hop.
DJP: El rap nace de la calle. En Puerto Rico siempre ha habido una gran escena de hip hop (como subcultura) local. Muchos crews, muchos b-boys, mucho grafiteros, muchas discotecas y paris de hip hop. Había muchos concerts en donde traian grupos de rap de los Estados Unidos. Había un boom de rap y teníamos artistas como Vico, Rubén DJ, Lisa M, Kid Power Posse, etc. En un momento se nos dijo, si tú quieres salir, tienes o que hacer un “tema social” o hacer un merengue, que era la música más pegada del momento.
Muchos de nuestros panas dijeron que no a eso, otros lo intentaron y otros empezaron a grabar underground en cassettes, con djs famosos, en nuestros barrios y caseríos, traduciendo el rap americano y el reggae dancehall jamaiquino al español. De la misma forma que hacía las “plenas” panameñas (que eran con permiso), pero hablando sin censura, hablando bien sucio. Ahí nace el underground de Puerto Rico. Se dividió en dos grupos, unos que querían mantener la cultura original y sus “reglas” y otros que lo que querían era vacilar y vender. Originalmente no era underground ni reggaetón… era “rap y reggae.”
Y en el ‘96 hubo una ruptura, una división total. Yo lo llamo “La revolución B-Boy del ’96”. Yo fui parte de esta guerra y división entre géneros.
D: Luego de eso, han pasado por distintas etapas en su carrera. ¿Cómo ha cambiado su música desde el primer momento en que comenzaron a hacer música?
OG: Yo me quité de la música en cuanto a la industria y el reggaetón ya para el 1999-2000. Lo último que hice fue grabar para un tema del disco “El Terrorista de la Lírica” de Eddie Dee. Del 2000 al 2003 me fui a tomar cursos en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, a trabajar como cualquier hijo’e vecino y a vivir, por vez primera, alejado de aquel ambiente que me formó.
En el 2003 conocí al músico y miembro-fundador de Cultura Profética, Iván Gutiérrez. Es ahí que vuelvo a pensar en la posibilidad de regresar al ambiente musical, esta vez movido por la experimentación con sonidos nuevos y no tan nuevos, por nuevas influencias del rock latinoamericano, la nova trova, la canción de autor, el hip hop más contestatario y la poesía. Este camino me llevó a radicarme por un tiempo en Miami, donde comencé, junto a Iván y otro boricua, Edgardo Matta, a trabajar en lo que se convertiría en mi primera producción discográfica en solitario para el año 2008. Para ese entonces firmo un contrato exclusivo con el sello Warner Music y su hermana publicadora.
Esta relación se mantuvo solo tras bambalinas, pues para el 2010 aún no había visto luz el proyecto y ya para cuando comienza a ver luz la damos oficialmente por terminada. Mientras, decido hacerme de una banda y darle la vuelta a la isla interpretando versiones nuevas y más roqueras de los temas que contenía el disco. Junto al guitarrista Nabeel Abdulrahman (Vivanativa), Alejandro ‘Chaman’ Cruz y la cantautora y bajista rusa, Kristina Normatova visitamos varios establecimientos nocturnos de la isla, experimentamos, nos divertimos y yo, personalmente, aprendí muchísimo sobre la realidad de los espectáculos en vivo, el esfuerzo que conlleva mantener la cohesión, la motivación y el enfoque de un colectivo o banda de músicos.
Luego de este invento me dediqué a reorganizarme y comenzar a darle forma a un nuevo proyecto en solitario. En el interín tuve el privilegio por invitación de hacer intervenciones en sendos conciertos de la agrupación de indie rock boricua, Superaquello, el MC boricua Siete Nueve y el cantautor boricua Pedro Capó. A mediados del 2012 también lancé de manera digital un tema y un video clip junto al conocido reggaetonero Ñengo Flow.
Todo este recorrido me ha ayudado hoy en esta experiencia de trabajar en colectivo, aprendí de cada experiencia y de cada artista con quien pude colaborar, el recorrido me ayudó también a crear un balance entre la palabra que hablo a diario y la palabra que se pone en papel con intención para así desarrollar el lenguaje que permea las letras que sobre los beats de Predator hoy le entregamos, me ha hecho crecer mucho en el área de la conceptualización de un proyecto y a cantazos me hizo entender mejor los trucos y entuertos que vienen con la naturaleza de la industria musical.
Creo que así como he cambiado yo desde que comencé a mis 15 años, así mismo ha cambiado mi forma de acercarme a la música. Si se hace el arte desde donde se respira, desde lo más honesto de nuestros anhelos y aspiraciones, este va transformándose paralelo a nuestra propia transformación. Es inevitable.
DJP: Yo siempre he hecho hip hop, nunca me he desviado. Pero sí, cuando comencé a producir música, al principio mi fama surgió por hacer música de competi. Mi grupo y yo lo único que queríamos era masacrar otros grupos y ser el mejor. Rapeando, bailando y disjockeando. Nuestra única visión era ir a tu pari y meterle mejor que tú. Retar a todos. No por odio ni envidia, sino por deporte. ¡Por el título de ser el mejor! El problema es que cuando batallas con todo y le ganas a todo, ¿qué te queda? ¿De qué puedes hablar en tus canciones? Eso está bien cool y me apasiona todavía, pero hay un número limitado de variaciones de cómo decir “yo soy el mejor”. Quería experimentar con más cosas y hacer más. Además, me gane la mala fama de bully en la escena y eso no es bueno. ¡Con Omar por fin tengo la oportunidad hacer eso, experimentar, crecer!
D: ¿Cómo ven el término ese de música urbana? Parecería que los medios quisieran encajar todo ahí, ¿no? ¿Qué es el rap en estos momentos en Puerto Rico?
DJP: Mano, música urbana es el zafacón donde ponen todos los géneros y diferentes subculturas en un mejunje que no se sabe la hora que es. Muchos artistas por miedo a decir hip hop o rap se hacen llamar “urbanos” para dizque llegar a “otros” públicos. ¡Gente! ¡Si vamos a hablar estrictamente de números, el hip hop como género es el más grande, el que más vende y el más abarcador en el mundo! El hip hop mueve al mundo, la moda, los estilos, la forma de actuar de millones. ¡Hay industrias millonarias de hip hop no solo en Estados Unidos, tambien en España, en Suramérica, en Oriente, en todo Europa y todo el mundo!
Los medios acá usan el término “música urbana” para poder definir todas las músicas de la gente pobre y meterlas en un mismo lado. Yo nunca he vivido en la ciudad, siempre he vivido en el campo y en el monte. ¿Eso me hace menos hip hop? ¡No tengan miedo de representar lo que son y llamar las cosas por su nombre! ¡Menos aun cuando venimos de Puerto Rico donde los boricuas son parte fundadora y piedra angular de esto desde el día uno!
OG: Quien me conoce, sabe que a mí las etiquetas no me gustan mucho. No por eso de hacerme el más oscuro, el más hipster; no me gustan porque se sienten como fronteras. Limitan. Sí, he tenido que llegar a un acuerdo, a un balance con esa vaina. La detesto. Pero pa’ ponerlas en la categoría o en la estación de Pandora que prefieres es necesario. Entiendo eso. Hasta ahí. Por eso aquello de que “muy urbano pa’l pop, muy pop pa’l hip hop”. Entiendo que lo de “música urbana” comenzó como un intento por comercializar, internacionalizar o expandir sobre lo que ya había construido el reggaetón. Entonces, al reggaetonero que hiciera rap, R&B o algún tipo de fusión rítmica lo echaban ahí en ese renglón. Creo que la categoría esa de los Grammy también tuvo su influencia en las tendencias rítmicas.
A veces pienso que cualquier género o estilo musical que interpretes hoy día puede ser categorizado ‘urbano’ si llevas el par de tenis indicado. No sé. Eso no tiene nada que ver con rap, con hip hop. El hip hop utiliza samples, influencias e inspiración de todo tipo de música y dentro del hip hop hay espacio para experimentar con cualquier otro estilo, pero tiene una particular forma de hacerlo sin perder su esencia; el boom, el bap, la pesaera, el rapeo duro. No puedes hacer una balada pop, llamarla hip hop y salirte con la tuya. Eso quiero decir. En estos momentos, en Puerto Rico, si te enfocas en la tendencia trap, pues, podría parecer que eso es el rap boricua de hoy, y que aquello de rapear duro, hablar de todo pero con claridad y sin tapujos, rimar duro, decir lo que hay que decir porque siempre hay algo más grande que uno y su música, ya no es parte del hip hop que aquí se hace.
Haciendo este proyecto descubrí todo lo contrario. Esa cepa está viva y hambrienta, y tiene componentes de la vieja, de la nueva, de la calle y la libreta, del freestyle y del rap con conciencia social y política. Ya pronto revelamos algo que espero deje eso en evidencia. En Puerto Rico hay hip hop, hay rap muy bien hecho, muy bien escrito y ejecutado, bien pensado y producido. Yo apuesto por este como el momento preciso en nuestra historia, por aquello de la digitalización, las descargas y la muerte de las disqueras, para repensar una escena de hip hop boricua; independiente y pesá, rabiosa y palabrera, pero bien empacada. Como se merece.
D: En este momento, en Puerto Rico, ¿de qué es que hay que escribir para rapear? ¿Qué tipo de acercamiento musical con respecto a ritmos entienden que debe suceder? ¿Cuál es la música que ustedes entienden se debe hacer ahora mismo? ¿Cuál sería su función sociocultural?
OG: Hoy día quienes difunden su música de forma independiente lanzan temas a veces hasta semanales. Si se es artista de álbum, pues, tienes diez, 12, 15 temas o más para expresarte. Entonces, yo podría pedirle a todo aquel que considere el rap su vehículo de expresión artística que enfile sus cañones hacia los Fonalledas y El Nuevo Día, hacia la junta de control fiscal y los dos partidos corruptos que se han pasado el mojón de la colonia de mano en mano mientras nos mienten con el mismísimo título –Estado Libre Asociado– que nos define, podría pedirles que sean honestos y hablen de lo que en realidad viven día a día, podría pedirles que hagan fusil de sus palabras y de su música revolución, pero eso sería demasiado pedir. Porque tienen tres canciones mensuales, o un EP semestral, o un álbum anual.
Solo tengo que pedirles que lo hagan de vez en cuando, una de cada tres o cuatro, una mensual, medio álbum. No creo que sea tan difícil utilizar la oportunidad única que es dejar tus palabras impresas en el tiempo para aportar algo más que entretenimiento hueco y la muerte como fetiche al país del cual, antes que todo, eres un ciudadano más, un trabajador más.
DJP: Tú puedes escribir de lo que tú quieras, esa es la belleza del HipHop (escrito como palabra junta y dos mayúsculas). Pero ponte a pensar. Están pasando tantas cosas tan importantes en este país y en el mundo, ¿y tú vas a hablar de estupideces? ¿Tus tenis, la jeva y tu pistola? Si vas a hablar de tu pistola… ¿por qué no mejor la apuntas al que te está haciendo daño de verdad? Apúntale al que te quita tu libertad, la salud y educación de tus hijos, al que te está matando y robándote… en vez de a otro que esta tan jodido como tú. Haz que tu boca sea el arma y tus palabras sean balas. Podemos bailar, podemos vacilar, podemos hablar de lo que sea, pero entre medio, di algo con sustancia. Mis hijos te lo van a agradecer.