
Para todos los que usamos la Internet a diario, escribir una dirección que termine en “.com” es tan común que lo hacemos sin pensar. Asumimos este pedazo de dirección como una constante en la red y nos parecen casos extraños aquellos sitios cibernéticos que tengan terminaciones distintas como “.net”, “.tv”, “.edu”, “.gov” o “.org”. Pero el dominio .com no fue concebido para ser el más usado por los servidores del mundo. De hecho, fue creado hace 25 años para ser el dominio de las páginas comerciales, así como “.gov para los sitios de gobierno, .edu para instituciones educativas, y así con cada área humana. El que se creó para ser genérico fue el .net. Inicialmente era el gobierno de los Estados Unidos (EEUU) quien se encargaba de dar el permiso para utilizar estos dominios, pero luego la potestad sobre los dominios .com y .net fue cedida luego a la empresa de seguridad informática VeriSign. Todos los dominios son prácticamente abiertos para cualquier solicitante, con la excepción de los .gov y .mil (para uso militar) que sigue bajo control estadounidense. Hoy en día, el dominio .com es el más popular de los dominios de Internet, por lo que se creo el dominio .biz para fines comerciales y toda una serie de dominios genéricos como .tv (para canales de televisión), o un dominio para cada país, con la finalidad de disminuir la demanda del número finito de puestos disponibles en .com. Una propuesta interesante para aligerar la cantidad de dominios bajo la terminación .com se hizo en el año 2000. Se trata de la terminación .xxx para las páginas de Internet con contenido pornográfico. La idea se ha rechazado tres veces aun cuando en el 2005, la Corporación de Internet para la Designación de Nombres y Números (ICANN por sus siglas en inglés) aprobó la utilización del dominio, pero luego revocó el visto bueno, debido a presiones por parte de grupos sociales, conservadores, fundamentalistas y religiosos principalmente, que acusaban a la ICANN de promover la pornografía en Internet. Los defensores de la propuesta argumentaron que el dominio .xxx “permitiría ver este tipo de páginas a quienes lo deseen porque facilitaría el procedimiento para identificar y filtrar las páginas de sexo al resto”. Un argumento que suena contundente pero que pierde validez ante la realidad. Contrario a la creencia popular, sólo un uno por ciento del material de Internet tiene contenido pornográfico, conclusión a la que ha llegado el gobierno de EEUU según los datos de búsqueda de Google y Microsoft. Pero, si es cierto que la mayor parte del tráfico de información en la red, proviene de este uno por ciento. También es cierto que la industria pornográfica es la responsable de grandes avances tecnológicos del ciberespacio como el web streaming de audio y video o los mecanismos de pago via Internet. Sin estas dos tecnologías, no podrían existir cosas como Amazon, Ebay o los conciertos en vivo vía Internet como el caso de Live8 que se hizo como campaña de la erradicación de la pobreza en África. Además, con el dominio .xxx sería más fácil el control sobre el material publicado y la prohibición de contenido ilegal como la pornografía infantil, así como la eficacia de los controles de acceso a espacios restringidos en hogares y lugares de trabajo. Sería interesante que se dejara a un lado la hipócrita máscara de pudor y moralidad que abstiene a la ICANN de otorgar un espacio propio a la pornografía, reconociendo la importancia de esta industria en la red, tanto de demanda de usuarios como de aporte tecnológico al ciberespacio.