
SOBRE EL AUTOR
Murieron este verano: E.L. Doctorow, Mexicano 777, Dusty Rhodes, Rowdy Roddy Piper, Raphy Leavitt. Un escritor. Un cantante de rap. Dos luchadores profesionales. Un director de orquesta. Es decir, murieron cuatro de las más maravillosas respuestas a la pregunta ¿y tú, qué quisieras ser?
Hoy empiezan las clases en la Universidad de Puerto Rico. Yo acostumbro preguntarles a mis estudiantes el primer día de clases qué acostumbran hacer en su tiempo libre. Les pido, además, que compartan con el grupo al menos tres cosas semi-interesantes sobre sí mismos. Ejemplos:
“Yo practico el salto mortal”.
“A mí la música me hace imaginarme el día de mi muerte y sonrío”.
“Tengo planes de escribir hasta morir”.
Tardo en aprenderme sus nombres pero se me antoja decirles en esa primera sesión que son las personas más importantes ese día, a esa hora y que tendremos la dicha de repetir el encuentro dos veces por semana durante los próximos cinco meses. Me miran con no poco extrañamiento y con ganas, intuyo, de saltar hacia su muerte, pero no por ello es menos hermosa la ocasión.
Según acostumbro, esta es la parte del artículo donde citaría una canción de Mexicano o algún pasaje de una novela de Doctorow, pero prefiero dejar el espacio abierto para que quien lee, si así lo quiere, tararee un tema de Míster Raphy Leavitt que murió a sus 66 años en la ciudad de Miami. Prometo hacer lo propio de camino a conocer a mis estudiantes en el día de hoy: “¿Y ustedes, qué quisieran ser?”
Antes de que acabara el verano, después de la muerte de Dusty Rhodes, antes de que desaparecieran Roddy Piper y Raphy Leavitt, en los días en que murieron E.L. Doctorow y Mexicano 777, unos 200 estudiantes universitarios estuvieron en riesgo de perder su hospedaje, debido a “irregularidades” (y atropellos) de la administración. La noche que celebraban su victoria, luego de una intensa semana de movilizaciones, un grupito de egresados de la Universidad comentábamos, entre risas, las veces en que hemos creído contestar esa temible pregunta más allá de toda duda, y cómo, no importa la contestación, uno siempre termina saltando. O, en la alternativa, aún estamos cayendo luego del salto original.
Este verano no murió la nostalgia. Ni la música. Ni la lucha. (Ni los atropellos). (Ni el cáncer). Ni la escritura. ¡Ni las y los estudiantes!
Feliz primer día.