Nacimos después de la primera estación espacial, las bebidas energéticas, la fibra óptica y el descubrimiento de los fractales. Aunque no comprendíamos con claridad, vimos por televisión la caída del muro de Berlín, los atentados del 11 de septiembre y la guerra contra el “terrorismo”.
Sabíamos del cambio de las misceláneas a las cadenas minisúper, de los diskettes 3½ a los almacenadores USB, del discman al MP4 y del formato VHS al HD DVD. Consumimos agua embotellada. Las cremas rejuvenecedoras se venden como 'pan caliente' y las cirugías estéticas moldean nuestros cuerpos.
Salir, es cruzar los océanos. Nos comunicamos en el llamado ‘lenguaje universal’. Conocimos los primeros pasos del robot ASIMO y los indicios de Realidad Virtual en Second Life, donde la vida es sólo un juego. Y qué decir de los autos híbridos, localizadores GPS, la encriptación de datos o el cine Imax-3D.
Del comercio electrónico, la lucha por la igualdad entre géneros y de la opinión dividida por la legalización de las drogas, el aborto, entre otros temas que hoy inquietan.
Atraídos por aquéllos cautiverios masivos de las redes sociales, nos tocó vivir el auge de la web 2.0, la conectividad y la inmediatez. Estar a la moda representa tener el último Gadget. La corriente verde, lo light y lo nano es nice.
Paradójicamente, el alto índice de analfabetización digital persiste. El “Chupacabras” pasó a la historia como un fenómeno de Latinoamérica y aún creemos que los extraterrestres son enanitos verdes ¡Lo ingenuo que se puede llegar a ser!
Nos aventuramos a la búsqueda de vida en Marte y a la inquietante incógnita de entender nuestro origen con el acelerador de partículas. Quién lo hubiera imaginado…en el año de 1609, por primer vez el científico Galileo Galilei observó con un telescopio las estrellas.
Pero también somos testigos de la factura que empieza a cobrar la naturaleza; por ende, en la necesidad de utilizar nuevas fuentes de energía, lo que nos recuerda aquélla acertada Ley Newtoniana “A toda Acción hay una Reacción”.
Creemos que es ciencia ficción la clonación humana, la tele-transportación, los autos voladores, el turismo espacial, los hologramas y la comida encapsulada.
Nos sorprendemos cuando escuchamos hablar de megaproyectos arquitectónicos que escapan a nuestra imaginación. Trenes que viajarán a una velocidad superior a la actual línea nipona Shinkansen. De impresionantes centros de entretenimiento, de la Ingeniería Social que pondrá a temblar a los guardias del ciberespacio. Y qué decir, de meta materiales que prometen la invisibilidad y de un nuevo orden económico mundial.
Desearíamos contar con una máquina del tiempo que predijera el futuro. Sin embargo, tenemos la certeza que cualquier generación que converge en el siglo XXI, permanecerá de pie. Unidos se buscarán las mejores soluciones y sabremos adaptarnos a los cambios por grotescos que éstos parezcan.