Buenos días. Me uno al saludo protocolar. En particular, un abrazo muy especial y calurosa felicitación a ustedes Graduandos del Recinto de Ciencias Médicas.
[Les pido que tengamos – puestos de pie- un momento de silencio en homenaje y celebración de la vida del doctor Adán Nigaglioni Loyola, exdecano de la Escuela de Medicina y primer rector del Recinto de Ciencias Médicas]
Un mensaje de graduación reviste de un significado especial. Hoy ustedes son la realidad y el resultado de sus propios sueños. En un instante, ustedes serán parte del grupo de exalumnos distinguidos de esta, su alma máter. Nos volveremos a ver, les reconoceremos como colegas y les confiaremos la salud de nuestro pueblo.
Ustedes son el corazón y orgullo de nuestro Recinto de Ciencias Médicas.
Intento que las palabras con las que me dirijo a ustedes les lleven a reflexionar, a pensar, a meditar, y razonar sobre dos aspectos en particular: el primero tiene que ver con el sistema de salud al que muchos de ustedes se estarán integrando y el segundo tema que trataré más adelante está relacionado con la autonomía universitaria. Ambos temas los he comenzado a tratar previamente, uno durante la graduación de los médicos residentes y otro durante la dedicatoria del Anfiteatro Jaime Benítez Rexach.
Ambos temas son medulares, hoy y siempre, porque tanto el sistema de salud como la autonomía universitaria presentan retos que tenemos que afrontar.
Uno de los valores de nuestro plan estratégico tiene que ver con liderazgo y responsabilidad social mediante la atención a los problemas de salud de la población de Puerto Rico.
Al cumplirse 50 años de existencia del Recinto de Ciencias Médicas no solamente debemos de celebrarlo con alegría y entusiasmo, sino que tenemos que examinar nuestro rol ante los problemas de salud y asumir el liderato. Como integrantes del Recinto de Ciencias Médicas no podemos quedarnos silentes ante los retos enormes que enfrenta el sistema de salud.
Es una pena que muchos de nuestros profesionales –entre ellos algunos de los que se nos gradúan hoy-, tengan como única alternativa irse a vivir fuera de Puerto Rico. Y no los culpo ni los juzgo. Les deseo éxito y los exhorto a poner el nombre de la UPR y de Puerto Rico bien en alto. Pero no es justo, repito no es justo que cada año que pasa tengamos más compañías aseguradoras y menos profesionales de la salud. ¡No puede ser!
Cada vez nos encontramos con profesionales de la salud que no pueden lidiar con lo que implica la carga económica de los reembolsos absurdos ni con las reglas burocráticas. Los hospitales e instituciones de servicios de salud pública igualmente se han visto perjudicados. Los pacientes también padecen una multiplicidad de sinsabores, es decir, “sufren las de Caín”. Esto lo vemos todos los días. No pueden comprar sus medicamentos -aún teniendo seguro médico- porque algunas compañías de proveedores de servicios solo le cubren ciertos medicamentos.
Muchos pacientes tienen que conseguir un sinnúmero de referidos inútiles para poder acceder a servicios especializados. A cientos de pacientes, las aseguradoras les deniegan autorizaciones para realizarse estudios o laboratorios médicos o procedimientos quirúrgicos necesarios.
Vemos por todos lados, pero principalmente en las proximidades de los semáforos de las calles, a familiares de pacientes que tienen que hacer colectas para poder realizarse cirugías o estudios médicos necesarios. Las aseguradoras han creado lo que se podría denominar como un sistema injusto. Lo peor de todo es que el Estado está permitiendo esta situación; este abuso. ¿Qué vamos a hacer?
Hoy ha llegado el momento, para recabar que empezando por los profesionales de la salud y siguiendo con todo el pueblo, debemos hacer un reclamo contundente a los que piden nuestro voto.
Desde este podio, lo voy a hacer: exijo como ciudadano, como profesional de la salud y como rector, que todo candidato o candidata a la gobernación y a la Legislatura diga cuál es su vínculo con las compañías de seguro, que rechacen aportaciones económicas de éstas (o de sus representantes) y que públicamente se comprometan a aprobar legislación que asegure que los servicios de salud estén accesibles a toda la población y que el dinero público no sea para enriquecer a las compañías aseguradoras.
Sobre la universidad del país
Hago acopio de parte del mensaje que ofrecí cuando engalanamos nuestro anfiteatro con el nombre de Don Jaime Benítez Rexach:
He leído varios documentos de Don Jaime donde se exponen anécdotas historias de vida, situaciones que atravesó y enfrentó y posiciones que asumió.
Como muchos saben, el proyecto de una escuela de medicina puertorriqueña fue muchas veces rechazado por un sector considerable de los legisladores de aquellos años. Pero él no se amilanó. Él no se quedó callado. Es ahí donde estriba una de sus aportaciones más grandes. Él convenció, defendió con gran ahínco, valentía y arrojó en la Legislatura, todo lo que entendió que beneficiaba a nuestra institución universitaria. De ese modo, se convirtió en realidad la Escuela de Medicina y lo que hoy es el Recinto de Ciencias Médicas.
No es extraño que a los administradores universitarios nos corresponda en ocasiones convencer, defender y hasta combatir en los pasillos, salones y oficinas del Capitolio lo que entendemos que es justo para los estudiantes, docentes y profesionales de la salud; en fin, para el pueblo en general. No niego que muchas veces todo esto conlleva caminar en ocasiones en terrenos extraños, difíciles y antagonistas al quehacer universitario.
Por eso, es tan importante hacer mención esta mañana del concepto de “autonomía universitaria”. Es cierto que nuestro presupuesto proviene en gran medida del tesoro público, pero al igual que con la rama judicial, es intrínseca a la actividad docente universitaria la necesidad de libertad y autonomía.
Decía Don Jaime que para poder cumplir con la función docente era necesario que existiera y cito: “la libertad intelectual de enseñar y de aprender sin coacciones, de reflexionar o investigar sin más límites que los de la veracidad, el rigor, y las formas de convivencia y respeto”.
Profesionales de la salud, estudiantes y padres, la autonomía universidad es nuestro valioso tesoro.
No hay situación fiscal difícil que ahogue la actividad universitaria cuando hay voluntad, pasión y compromiso como la que tuvo Don Jaime Benítez Rexach y la que profesamos todos nosotros: – estudiantes, facultad y no-docentes- del Recinto de Ciencias Médicas.
Graduandos, ¡los exhorto a ser líderes en nuestro país! Sean líderes en sus lugares de trabajo, comunidades, en su profesión, y en la sociedad en general.
Ustedes tienen todo el potencial para continuar sobresaliendo. Nada más piensen que hace uno, dos, tres o cuatro años, ustedes estaban luchando y trabajando duro para ser admitidos al Recinto de Ciencias Médicas…, y pudieron echar el resto.
¡Están aquí presentes! Dispuestos a seguir echando pa’lante. Y –parafraseando al doctor Chan del American College of Dentists-, entraron al Recinto de Ciencias Médicas porque algo los hacía a ustedes diferente. Alguien vio algo en ti. Alguien vio algo en ti que podía cambiar la vida de otros. Alguien vio algo en ti que podía mover a la profesión o la ciencia. El verdadero liderato se prueba en tiempos de crisis. Ustedes son los líderes de ahora. Tomen el timón, para eso los hemos preparado. ¡Mucho Éxito!
¡Felicitaciones en su graduación!