Un camino polvoriento conduce al Parque Solar Fotovoltaico Santa Teresa, en la periferia del sur de la ciudad de Guantánamo, en el oriente cubano. Ahí 20,400 paneles absorben los rayos del inclemente sol vespertino en un descampado donde aún quedan hectáreas por aprovechar.
Sobre una bicicleta, un operario recorre las 5.5 hectáreas cubiertas por los conversores de electricidad, que funcionan en silencio a diferencia de las ruidosas y humeantes plantas termoeléctricas tradicionales. Se aspira a cubrir con paneles 34 hectáreas en las adyacencias del barrio suburbano de Los Güiros.
“La experiencia es muy positiva pero todavía hay resistencia a estas tecnologías nuevas. No todos los decisores están completamente convencidos de que esta tecnología puede reemplazar muchas cosas”, dijo el ingeniero eléctrico Ismael Matos, quien se especializó en el mantenimiento de centrales fotovoltaicas dentro de la empresa estatal Hidroenergía.
“Aunque hemos visto progresos recientes en el convencimiento sobre la importancia para Cuba de las energías renovables”, valoró el experto, en referencia a los acelerados planes nacionales para que en 2030 la generación de electricidad provenga en 24% de la biomasa, los vientos y las radiaciones solares.
La provincia de Guantánamo resguarda una fuerte experiencia en la materia, personal calificado y evidencias de sus beneficios por ser la provincia cubana que, por diversas causas, más explota las energías renovables, sobre todo biomasa, como bagazo de caña en los centrales azucareros y leña para cocinar, fotovoltaica e hidráulica.
Mientras las fuentes renovables cubren 22.4% de la energía primaria en Cuba, estas representan 43% de la energía consumida en esta provincia de 514,909 habitantes y amplias zonas intrincadas, montañosas y una franja semiárida en la costa sur.
Incluso la provincia de Guantánamo aporta alrededor de diez megavatios/hora (MW/h) de energía limpia al Sistema Electroenergético Nacional (SEN), la red nacional de generación y distribución que se compone básicamente de nueve plantas térmicas y 1,412 grupos electrógenos a diésel y fueloil.
Actualmente, la participación de las fuentes renovables de energía en la producción de electricidad constituye 4.5%, a partir de pequeñas instalaciones como los 22 parques solares en explotación y los productores de energía eléctrica para su propio consumo, como centrales azucareros y fábricas de níquel.
Del total aportado por Guantánamo, el parque fotovoltaico de Santa Teresa produce 5.1 MW/h y el resto lo generan cuatro plantas hidroeléctricas de pequeño porte, detalló Matos, quien señala como gran reto de este país insular caribeño el conectar al SEN más generadores con fuentes renovables, en busca de la sostenibilidad y soberanía energética.
Cuba produce 94% de su electricidad a partir de combustibles fósiles, la mitad de ese total generado con el pesado petróleo extraído internamente. El sector energético del país depende del suministro de crudo a precios preferenciales de Venezuela, que lo recortó desde 2016 por su crisis económica interna.
Las energías renovables parece que en 2017 comenzarán a ser una parte importante del SEN, cuando se sincronicen y terminen 33 nuevos parques fotovoltaicos con una potencia global de 59 megavatios.
Esta nueva infraestructura ecológica de electricidad equivaldría a la mitad de una planta de generación convencional con hidrocarburos, y aprovecharía las grandes potencialidades de la isla, que recibe al año un promedio de radiación solar superior a los 1,800 kilovatios por metro cuadrado.
Guantánamo figura entre las provincias cubanas con más condiciones para explotar la energía fotovoltaica. De ahí que ostente uno de los parques solares más grandes, el de Santa Teresa, y se construyan otros dos en las comunidades de La Yaya y Maisí.
La electricidad que obtiene Santa Teresa durante el día abastece a un promedio de 5,000 viviendas, por lo general a las más cercanas al parque solar.
El complejo fue el segundo de su tipo en sincronizarse al SEN y hoy es el de mayor potencia instalada por la estatal Empresa de Hidroenergía, que concentra la producción de electricidad a partir de fuentes renovables. Desde el 2014 y hasta hoy, evitó la emisión de 290 toneladas de dióxido de carbono por la quema de 3,000 toneladas de petróleo.
Financiado por el Estado, el parque combina tecnología china y alemana. Los paneles, de factura china y ensamblados en Cuba, descansan sobre mesas rígidas, sin el mecanismo para plegarlas y bajarlas ante la amenaza de un huracán.
Protegida con un casco, y con gotas de sudor sobre el rostro, la técnica Migdalia Faer vela por la seguridad del extenso parque, susceptible a actos vandálicos por las noches y riesgos propios de la actividad. “Aquí se genera corriente de 13,000 voltios y te puedes electrocutar si no sigues el protocolo”, abundó.
Faer es la única mujer del equipo integrado, además, por 18 empleados que desempeñan funciones múltiples como velar por el buen funcionamiento de la conversión de energía solar en energía eléctrica, custodiar toda el área en las noches y desbrozar los terrenos.
Vecina de la zona sur de la ciudad como el resto de los trabajadores, Faer estimó que “todavía la población no está bien concientizada del valor de esta obra”, incluso los propios residentes en la zona sur de la capital provincial, “los que más se sustentan de este proyecto y sienten la mejoría en la estabilidad del voltaje y ausencia de apagones”.
Especialistas señalan que la causa de estos problemas radica en la ausencia de una ley de fomento de las energías renovables en Cuba.
“Es lo que más está frenando el desarrollo de la energía renovable en Cuba”, afirmó Ángel Almarales, director general del Centro de Aplicaciones Tecnológicas para el Desarrollo Sostenible (Catedes), una institución estatal afincada en Guantánamo con un área científica y otra de servicios técnicos y producción.
“Al no existir una ley, la gente no hace nada por usarlas porque no ve que eso tiene una remuneración aunque conozcan los impactos ambientales positivos”, profundizó. “La propuesta legal está hecha a nivel de país, pero no se acaba de soltar”, informó el investigador.
Por ejemplo, una persona natural en la isla carece de vías para comprar paneles solares, colocarlos en sus techos y sincronizar su producción de energía con el servicio eléctrico estatal. El monopolio estatal Unión Eléctrica de Cuba no contempla ese engranaje ni cuánto debe pagarle a esa persona por la energía entregada.
Las tiendas minoristas solo venden calentadores solares de agua, mientras otras entidades, como la no gubernamental Cubasolar y Catedes, llevan como obras sociales electrificaciones limpias a comunidades aisladas y no integradas en el SEN.