
Como parte de las manifestaciones durante la parada de orgullo LGBTQ, se reclamó por las personas que son víctimas del odio y la intolerancia. (Paola Vargas/Diálogo)
Una estela de colores inundaba las calles de Condado. El sol de las 11:00 a.m. ya hacía de las suyas y picaba despiadadamente.
Pero no se trataba de cualquier despliegue de tonalidades en la tarde de un domingo. Andar –con o sin el endiablado sol– significaría continuar exigiendo derechos y justicia para las personas género sexo diversas que forman parte de la comunidad LGBTTQI. Exigían equidad y rechazaban los crímenes de odio. Pero más importante aún, reclamaban igualdad y libre acceso a servicios de salud.
Desde la época de 1970, los y las integrantes de esta amplia comunidad han teñido las calles de distintas ciudades del mundo para retar la invisibilidad de una vez y por todas. En Puerto Rico –como muchas cosas– este desafío llegó un poco después, más cerca en los años de 1990.
A nivel sociopolítico, la lista de triunfos ha ido incrementando y entre las victorias más notables en Estados Unidos y Puerto Rico se puede destacar el reconocimiento de matrimonios del mismo género (o sexo) y la adopción por parte de parejas del mismo sexo. En otro hito histórico para la comunidad, el pasado 20 de abril, el Tribunal Federal en Puerto Rico reconoció el derecho a que las personas transgénero puedan reasignar el género en sus actas de nacimiento.
A pesar de estos indiscutibles triunfos, no hay tiempo para bajar la guardia. Y mucho menos cuando en nuestras sociedades permea el irritante mal del discrimen. Por eso, con todo y que la brea ardía, miles celebraban su diversidad sexual zarandeándose de un lado a otro.
“Necesitamos educar más a la comunidad en general para que podamos ser inclusivos”, dice la doctora asociada del Centro Ararat Maribel Acevedo, minutos antes de que arrancaran las comitivas hacia el Parque del Tercer Milenio en el Escambrón.
Desde marcas como T-Mobile y Gasolina, hasta entidades salubristas como Iniciativa Comunitaria y el Centro Ararat, entre otras, se apiñaron con sus carrozas en las calles de la zona turística para no perder de vista que la lucha no es solo en los tribunales o en las manifestaciones públicas.

Entre los asistentes se marcó constantemente el reclamo en contra del discrimen a las personas sexo género diversas. (Paola Vargas/Diálogo)
También acudieron jóvenes de la Universidad de Puerto Rico (UPR), que bajo el lema de “UPR Cuir”, reclamaban mayor tolerancia inclusión en el sistema público de educación superior del país.
Pero lo que sin duda marcaba los constantes reclamos era la urgencia de alcanzar en Puerto Rico un acceso a la salud libre de prejuicios para las personas sexo género diversas. Y es que, para varios de los asistentes, en los pasillos de la entidades hospitalarias y clínicas médicas también haría falta tumbar muros.
“Esto es una cuestión de salud pública y de salud en general. Todo el mundo tiene derecho a un cuidado de salud digno, a un cuidado de salud de calidad”, señala el doctor Iván Meléndez, fundador del Centro Ararat.

Un grupo de estudiantes de la UPR acudió en reclamo de mayor tolerancia e inclusión en la institución. (Paola Vargas/Diálogo)
La sensibilidad y el trato digno hacen falta en las instituciones salubristas, según el galeno. Es parte de ese camino hacia la igualdad y la equidad en nuestra sociedad. Y en el día a día se trata de las miles de personas trans a las que se les niega su tratamiento hormonal. Se trata del rechazo a miles que padecen del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
“El problema mayor es de acceso a la salud y discrimen que existe. Muchas veces, cuando la población, trans por ejemplo, llega a cualquier centro de salud, una sala de emergencia o un laboratorio, tal vez esa falta de sensibilidad de la persona que está al otro lado, que la atiende, independientemente de lo que yo vea en tu físico o en tu plan médico, somos personas. Ese tacto es la barrera más grande que hay hoy en día”, sostiene el doctor Meléndez.
Revive la transmisión en directo de la parada de orgullo LGBTQ 2018:
Por esa razón, el experto urge a las autoridades pertinentes en el manejo de los accesos a la salud a velar por que se superen el discrimen en estos trámites.
“Hagan libre los accesos a servicios de salud. Aunque podamos creer que el acceso es libre, no es cierto. Para obtener un plan médico con el sexo que tu deseas es bien difícil. Esto es política pública que se puede trabajar. Más allá, hay tantas licencias que se exigen para ejercer una profesión y en ninguna se exige que se tenga conocimiento sobre la comunidad LGBTQ. No es obligar a nadie, es sencillamente instruir. Enseñar que todos somos iguales”, destaca el experto.

Como es costumbre, la manifestación también contó con diversas presentaciones artísticas y performances. (Paola Vargas/Diálogo)
Mientras tanto, las bocinas seguían retumbando con populares temas musicales y se bailaba en tacones y en tenis. Cada sacudida significaría un intento para derribar el discrimen.
Ya sobre las doce del mediodía, el calor seguía, pero la ventolera de la playa aliviaba el sofocón. Otros y otras atemperaban sus cuerpos a fuerza de cerveza.
“El sol pica, pero la homofobia mata”, se escuchó decir desde un altoparlante cuando la ola de personas y colores se acercaba al Parque del Tercer Milenio.
Y es que a pesar de los múltiples logros que ha logrado la comunidad LGBTTQI en tribunales y hemiciclos, falta que se materialice en la calle, en la brea donde el sol pica y donde la homofobia mata.
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)
- Marcha de Orgullo LGBTQ 2018. (Paola Vargas/Diálogo)