En una pasada publicación dialogamos con Eduardo Bobrén Bisbal, diseñador de luces de teatro en Puerto Rico, quien nos comentó acerca Guayama -su querido pueblo de origen- y sus primeros comienzos en el teatro. Ahora presentamos la segunda parte en donde nos cuenta el secreto para la iluminación teatral y su musa como poeta.
¿Cómo logras esa narración en la iluminación teatral?
Ese montaje es un proceso pensante y compartido, no se trabaja en soledad. Cuando leo una obra, esa obra me exige los colores del ambiente, me exige la tonalidad y el movimiento. Recuerda que estás leyendo lo que dice el dramaturgo y, cuando la conviertes en acción teatral, tú necesitas interpretación en la descripción de lo físico. Hay obras que te dicen las acotaciones, pero las tragedias griegas no. Cuando no tienes ese indicador, tú lo que haces es que pintas la escena con los colores y sensaciones que te dicta la letra.
Sé que el Teatro de la UPR ha sido tu centro de trabajo en varias ocasiones, ¿cuáles son esos retos del teatro universitario actual?
(Abre los ojos como sorprendido con la pregunta. Se levanta a buscar un vaso de agua y al regresar me pide que le repita la pregunta).
Para comenzar, yo soy producto de lo que en algún momento pude apreciar en el teatro de la universidad. Cuando comencé a hacer vida universitaria se realizaban bastantes actividades culturales y un gran volumen de obras clásicas que se presentaban en el teatro. Eso ha quedado atrás. Recuerdo la Dama del alba, la Celestina, y otras producciones que se hacían en el Departamento de Drama. Antes se hacía más teatro clásico, y eso lo extraño con demencia.
El teatro es el arte de la representación y se puede hacer de variadas formas, pero tiene que haber un balance. Yo le veo futuro, nosotros estamos en un constante teatro. Se nos desborda el ego cuando queremos sobresalir de las demás personas, y eso es actuación. Hay que buscar opciones y darles más oportunidades de actuación a los estudiantes. Nos hacen falta más espacios para hacer teatro y madurar actores.
Dean Zayas, “el maestro” del teatro, en entrevista para El Nuevo Día comentó que sueña con tener su propio teatro. ¿Con qué sueña Bobrén?
Todos los teatreros anhelamos tener nuestro propio teatro. Comparto el deseo de Dean Zayas. ¡Qué lástima que yo no lo dije primero! (ríe). Es un proceso de vida, en donde haces una reflexión de cosas que quisieras repetir para mejorar. Me gustaría hacer una compañía de niños y preadolescentes para hacer teatro de una manera directa. A lo mejor en el teatro que tenga Dean me dejan tener una compañía de niños, voy hablar con él la próxima vez que lo vea (ríe). Me dio mucha alegría que él dijera eso. Yo abogo por una mirada favorable para el teatro del siglo veintiuno, faltan 85 años para que se acabe este siglo. ¿Qué podemos hacer en ese tiempo para que el teatro del siglo veintidós sea de honor y de honra para los teatreros del futuro? Eso me lo pregunto yo.
La faceta de poeta
¿Cuándo y en qué lugar llega esa musa para escribir poemas?
Desde mi computadora (se le escapa una carcajada). Mira, cuando tengo un espacio grande entre una jornada y otra, voy a veces a una pizzería cerca del Centro de Bellas Artes. Me siento, conecto mi computadora, llevo libreta de trabajo y mis bártulos. Escribo con facilidad. Por lo general, yo imagino algo y escribo un verso. Me gusta trabajar con los complementos de la gramática española: el qué, por qué y para qué. Yo soy muy teatral en lo que escribo.
Bobrén se levanta a buscar tres papeles de color amarillo: borradores de cómo compuso un soneto hace días atrás. Me los mostró y compartió que cualquier lugar es bueno para comenzar un buen verso.
En el 2014 publicaste el poemario Tiempo de amar. Ahora, en septiembre 2015, publicaste “Carpeta confidente”. ¿Qué te motivó a escribir estos poemarios y qué diferencias hay entre ambos?
El primero es un libro anecdótico. Tiempo de amar se inicia para los años noventa. Son poemas de la experiencia amorosa con la que hoy es mi esposa. Yo los iba escribiendo y guardando, hasta que llegó el momento en que los poemas comenzaron a acomodarse, sin tener una cronología. Algunos de los poemas no los incluí y los fui poniendo en un libro el cual titulé ‘carpeta’. Después vi que había tantos poemas que decidí crear un homenaje colectivo del mundo del arte y así surgió Carpeta confidente.
Concluimos con la sensación de que hay esperanza para hacer un teatro de calidad y distinción. Más tarde almorzamos. Esta vez sin cámara ni grabadora.
La autora es estudiante de la Maestría en Periodismo de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico. Este texto se produjo originalmente para el Seminario en Periodismo I: “Retratos: la entrevista creativa y en profundidad” (COPU 6725), que dictó el doctor Mario E. Roche Morales este semestre.