"Lo urgente generalmente atenta contra lo necesario"- Mao Zedong
Pude haber titulado estas notas como, The Beautiful Lady of China, Hoy Mao es un mamao, La nostalgia de Jhao o Esa gente de ojos redondos. Pero lo que sigue no trata de la belleza de una de nuestras mujeres del viaje y por la que uno de los guías se deslumbrara. Tampoco cuenta del recordatorio de un político de mala leche que tolera nuestra capital y su ofensa gratuita a un colega de su mismo partido de igual categoría. Mucho menos se trata de apologizar la nostalgia global de los 60 y 70 de un utopista amarillo. Finalmente, tampoco me interesó una mirada desde la otredad o de cómo los chinos miran a los de Occidente. Sin embargo, algo de lo que sigue habrá de salpicar a tales títulos ausentes. Quiero sólo exponer mis pensamientos- siempre subjetivos y parciales- de mi primera visita a la República Popular de China, desde el 15 hasta el 26 de julio de los corrientes.
Se trata de un curso-viaje ecológico y cultural de los que auspicia el recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto y su División de Educación Contínua y Estudios Profesionales (DECEP), a cargo del Lic. y profesor, David W. Román y el Lic. John Uphoff. Junto a estos competentes líderes viajamos un grupo bien heterogéneo y diverso, compuesto por profesionales de la telecomunicación, de la salud e ingeniería, jóvenes estudiantes graduados y de bachillerato, jovencitos de la secundaria, madres solteras, retirados y de la tercera edad, profesionales desempleados y autoempleados, colegas académicos… En fin, nunca había compartido felizmente con un grupo tan extra-ordinario, de más de 60 personas. Junto al grupo visitamos cuatro de las ciudades chinas, quizás más emblemáticas y atractivas a los ojos del visitante occidental: Beijing, la ciudad prohibida; Xian, antigua capital y cuna de las perlas; Guilin, paraíso ecológico, y Shangai, ciudad iluminada, cosmopolita y moderna, paraiso de la seda.
Primeramente, hay que señalar que la China ha entrado por fin a transitar por los estrechos senderos del desarrollo. El sueño de Mao Zedong se ha hecho realidad. Pero no como alguna vez lo soñó este poeta y teórico amarillo, sino, irónicamente, como nunca lo hubiera deseado. El más antiguo sistema social en el que el ser humano organiza su vida cotidiana parece que aquí también reclama su primicia. El hoy llamado "capitalismo salvaje" aparenta haber resurgido de las cenizas yertas dejadas por el fuego surgido de aquella Gran Marcha sobre Beijing de 1949. El "tigre de papel", al que Mao aludía a menudo en sus discursos y escritos como metáfora del imperialismo guerrerista estadounidense, parece que ha salido a rugir de su madriguera. Sin prisa pero sin pausa, reina en todo un vasto territorio poblado por más de mil trescientos millones de almas que se ufanan, celebran y usufructúan su pasado imperial. Los otroras cuadros del Partido Comunista Chino, que ayer lucían orgullosos su uniforme verde olivo y su pistola al cinto, hoy los han sustituido por ropa casual occidental y un pequeño altavoz portátil, y se han tornado en guías turísticos. Su discurso trata el cliché marxista de la "lucha de clases" de lo más normal y hablan de los ricos y pobres en la China como algo natural y azaharoso de su vida cotidiana. Una joven guía de Xian decía que antes en su país sólo había pobres, pero desde la apertura china de inicios de los 90´s, es mucho mejor la situación porque ahora hay ricos y pobres. No lucen molestarse cuando afirman que el país hoy no puede acomodar ni a sus propios hijos, aunque se hayan titulado en universidades occidentales prestigiosas. Relacionado a esto le pregunté a nuestro primer guía, Jhao (Chao), que qué hace el gobierno con los egresados de la universidad: "Absolutamente nada", me contestó sin vacilar. "Tienen que arreglárselas como puedan con un pequeño incentivo que el gobierno les da para que busquen empleo en la empresa privada", añadió con un dejo de pesimismo. Sin embargo no lucen molestarse cuando narran que el país no tiene la capacidad de acomodar ni a sus propios hijos en empleos bien remunerados, ajustados a la preparación y talentos respectivos.(Cualquier semejanza con nuestra realidad, desde hace 30 años, es pura coincidencia).
Hoy nadie exhibe en su bolsillo el "Libro rojo de Mao" y sus "Cuatro tesis filosóficas" parecen haber sido sólo eso: palabras de un poeta revolucionario de mediados del siglo XX, quien buscaba interpretar la realidad, pero sin utopizarla. Y lo que parece dominar en las mentes de sus dirigentes políticos de hoy es su otrora famoso ensayo, "Sobre la contradicción". La ilusión de la "Revolución cultural" se ha hecho materia, pero de otra manera. Aquella cultura que una vez se amuralló al mundo por su ideología imperialmente ostentosa, hoy se espatarra más allá de su mística estructura. Los occidentales somos tratados como pequeños dioses de ojos redondos, sencillamente porque el dólar aún vale casi 7 veces más que su yuan o moneda nacional.
Como en cualquier país del Caribe la familia de clase media de la China, procura que al menos uno de sus hijos se gradúe en el extranjero occidental con la ilusión de que regrese a la patria "mejor preparado". Los encargados del turismo viajan al Japón para monitorear la economía de sus antiguos dominadores y así planificar su propia estrategia de particularizar y diferenciar el camino del desarrollo emprendido. O por lo menos, cartografiar una especie de tránsito por los mismos caminos nipones, pero sin sus tropiezos.
A pesar de la enorme contaminación de las dos primeras ciudades visitadas, Beijing y Xhian, ni la prensa ni la televisión reseñaban nada sobre la gestión ambientalista de grupos o de ninguna organización. (Medio en broma pensé que si Tito Kayak hubiera nacido chino, hoy estuviera muerto o casi muerto de cansancio). El China Today, – imitación o clon del USA Today- al que accedimos en los diversos vuelos, hacía mutis al respecto. Los noticiarios de la tele hacían lo mismo, a pesar de que relataban los derrames petroleros de moda, tanto en China como en los EEUU y, obviamente, en el estilo periodístico puramente occidental. (El Lic. Román me informó que un ex CEO de la telecadena Fox estadounidense, hoy retirado de dicha empresa, aceptó una posición similar en la empresa periodística china, en la que se desempeña hace ya bastante tiempo).
En las cuatro ciudades visitadas, aunque menos en Guilin, la mafia bancaria, industrial y comercial- tanto china, nipona, europea y estadounidense- patentiza su presencia en grandes proyectos de construcción mediante la edificación de inmensas estructuras de más de 60 pisos, hasta alcanzar construcciones arquitectónicas emblemáticas en Beijing y Shanghai, principalmente. Demás está apuntar que las transnacionales Wall Mart, Kentucky Fried Chiken y el payaso manganzón de McDonalds hacen su agosto en estas ciudades, lo que implica que la avasallante globalización se aventura hasta a trastocar la dieta china, sobre todo entre los más jóvenes. La enigmática culinaria china parece comenzar el conteo de protección para no sucumbir noqueda, a la larga, por la comida global de los "Junk Foods". Pero el golpe de gracia es más seguro que la arquitectura de la "Ciudad Prohibida". No debe caber la menor duda de que en los próximos diez años, otras transnacionales del capital corporativo- K Mart, Wallgreens, Burger King, Home Depot, Maicys, etc., etc., etc.- caerán como buitres sobre la carne de esta clientela billonaria de consumidores.
Según el nostálgico Jhao, la prioridad del gobierno es la inversión extranjera en el país monitoreada mínimamente por el Partido Comunista, sin importar ninguna otra consideración, ni siquiera la del el cuidado del ambiente. En otras palabras, una especie de reinvensión de un "laissez faire" híbrido, en el que el estado participa como facilitador y auspiciador intensivo. La espesa nube de inversión térmica que se posa sobre las ciudades de Beijing y Xhian se disfraza de neblina por los relatores turísticos y parece ser testigo de que la lucha ambientalista en estas ciudades brilla por su ausencia. La capital azteca, la británica y la chilena pueden reclamar su adolescencia "smoguiana" ante estas susodichas ciudades chinas.
Pero no todo es una pena para este viajero ocasional y su primera cita en el país de las sombrillitas, la seda, los abanicos y las perlas. En términos arquitectónicos, Beijing es una ciudad con una belleza única. El clásico y original estilo imperial chino no se encuentra mucho más concentrado en la "ciudad prohibida", en cuya plaza y sus tres naves hay cabida para más de un millón de personas. El atributo excluyente se debe, según nuestro primer guía, a que los monarcas imperiales de las diversas dinastías beijingnianas, prohibían al pueblo acceder a estas facilidades y sólo estaban accesibles a los diversos linajes y dinastías amigas, familiares, concubinas del imperial y demás relacionados. Nuestra visita a la ciudad se produjo un sábado- ni este día ni el domingo se trabaja en China- y si dijera que sólo había un millón de personas, estaría mintiendo. Jamás había visto tanta gente caminando de arriba abajo en un mismo espacio. Tanta, que en un momento tropecé con un muro de un asta de bandera, casi frente al enorme retrato de Mao y su mausoleo, y me fui de bruces en medio de un montón de gente, incluido algunos de los compañeros de viaje. Me sentí muy mal y un poco avergonzado, ya que alardeo de ser un tipo todavía ágil que se ejercita a menudo. Un colega profesor de la Interamericana, consejero profesional, lo pudo notar y se me acercó en tono de broma: "Héctor, en todo este millón de personas tú has sido el único en regalarle a Mao la reverencia que se merece". Ese brillante apoyo logró que se me olvidara el incidente en todo lo que me restó de excursión. Desde este espacio le reitero mi profundo agradecimiento por esas palabras.
Subir al menos 200 metros de la Gran Muralla es un ejercicio de locos o masoquistas. Pues si bien es una de las maravillas del mundo que data mucho antes de 500 años antes de Cristo, es una estructura que ningún mortal puede completar sin tomarse al menos cinco meses de descanso para poder subir escaleras y andar sus pequeños patios, de cerca de 9 mil kilómetros de longitud.
En ninguna de las cuatro ciudades visitadas había adictos en la calle limpiando cristales o pidiendo en los semáforos, a pesar de la inmensa cantidad de autos que en todas ellas hacían extensísimos tapones. Claro que se veían pordioseros, padres, hijos y viejos pidiendo en las aceras, pero no era la norma. Y no es para menos en el país más poblado del mundo. Tanto en Beijing, como en las otras tres ciudades adquirir una vivienda o apartamento cuesta un ojo de la cara, según nuestro guía, y como en cualquier gran ciudad del occidente. Sin embargo, la vivienda social que construye el gobierno para los pobres son edificaciones que constituyen bellezas arquitectónicas que ayudan a la estética urbana aunque, como en PR, también cuelgan a secar la ropa en sus balcones.
La ciudad de Xhian fue durante más de siete siglos la capital de China, antes de Beijing. Es la que encierra las historias más fascinantes y enigmáticas de las más importantes y originales dinastías del pasado imperial. La dinastía Quin (Chin), por ejemplo, fue la que unificó el país, después de continuas guerras entre los diversos reinos en que se dividía el territorio. El Museo de Historia y Antropología de la ciudad de esta ciudad es quizás el más importante de esa categoría en el planeta. Alberga la historia de la humanidad desde un 1,000,500,000 años y su coleccción de más de 50 mil piezas es poco menos que increible a los ojos humanos. Alberga los famosos soldados de terracota y sus caballos, descubiertos por un campecino en 1974. Los mismos cubren un área extensisima que todavía no se termina de develar, y que servían de guardianes a la tumba del primer emperador de la dinastía Quin.
Los procesos de producción, elaboración y tratamiento de las perlas y la seda chinas fue una espectáculo demasiado seductor y fascinante para la mayoría de nosotros. Sobre todo para la mayoría de las damas del viaje, que nunca dejaron de hacer sus respectivas compras al final de las exposiciones y charlas sobre estas bellezas.
La ciudad de Guilin se encargó de mostrarnos otro tipo de ambiente que no estuvo ni en Beijing ni en Xhian. Se trata de un paraiso ecológico que nos mostró sus bellas montañas kársicas de figuras arquitectónicas naturales- como la de la trompa de elefente- mientras navegábamos en un crucerito por el rio Lijiang con nuestras cámaras digitales a cuestas. En la noche, igualmente nos encruceramos nuevamente para ver la ciudad y sus puentes iluminados, sus bellas pagodas budistas, y presenciar una de las maravillas naturales de esta ciudad: los pescadores que utilizan una ave para pescar, cosa única en el mundo. Se trata de esta ave negra- similar a un pato- que está amarrada por su cuello al bote del pescador,. El ave se zambulle y saca el pescado que intenta tragar, pero no puede, el pescador entonces se lo saca del buche y es el pescado del que se apropia.
Los templos y las pagodas budistas de esta ciudad son nada más que fabulosas e impresionantes, aunque el precio de los artículos en sus tienditas es vedado para el comprador común, como el que escribe. Los espectáculos de canto, danza y malabarismo que presenciamos fueron de una calidad vistosa extraordinaria. El colorido escenario, utilería y vestuario de los performadores invitaba a reflexionar sobre esa cultura tan milenaria. El misterio y las gestiones de sus antiguos monarcas imperiales, son nada más que increibles a cualquier mortal de occidente. La dinastía Tang, por ejemplo, fue la que desarrolló lo mejor y más sofisticado del arte, esculturas, arquitectura y danza chinas. El espectáculo de baile, música y danza como testimonio de dicha dinastía es quizás el más fascinante que ojos humanos pudieran disfrutar y oidos pudieran escuchar.
Pero además de tanta originalidad de esta cultura y de su esplendoroso pasado imperial, hay también una China que arriba con mucha prisa- quizá desbocadamente- a la modernidad. Es la ciudad de Shanghai la encargada de monitorear ese camino. Es la ciudad más poblada de la China y una de las más pobladas del mundo con más de 18 millones de almas. El archifamoso Nido, que hegemonizó la atención olímpica, es una estructura sin igual en el mundo, que albergó la mayoría de los eventos de aquel acontecimiento deportivo mundial. En la plaza que le rodea hay cabida hasta para un millón de personas.
El famoso malecón alberga la estructura rascacielos emblemática de la ciudad, que consiste en un inmenso edificio azul que adquiere la forma de un abridor de botella. Además, se yergue allí una torre de telecomunicaciones que semeja una inmensa mezquita árabe de una belleza extraordinaria.
El redescubrimiento de esta ciudad por el mundo occidental, desde las pasadas Olimpiadas, ha sido muy bien arovechado por los chinos y se han inventado esto de la Expo feria mundial en la que se ha dado cita la mayoría de los países occidentales y orientales del planeta, para exponer las caractarísticas más emblemáticas de sus identidades. La estructura del pabellón chino es la más grande, vistosa y más original de todas. No era para menos. De color rojo, como su bandera, simula una pirámide invertida, como implicando la metáfora de su trayectoria de haber venido de menos a más. Las filas para disfrutar de la interioridad de los pabellones eran de millares y millares de personas. Sin embargo ha sido una oportunidad inescapable, sobre todo para la inmensa mayoría de estos orientales pobres o de pocos recursos, que a traves de esas ventanas identitarias de otros pueblos de mundo, sobre todo los occidentales, puedan disfrutar y conocer tales culturales. China, con este espectáculo cultural se ha posicionado como una potencia cultural que le granjeará, más temprano que tarde, un próximo espacio como una de las principales potencias económicas del planeta. Esto, a pesar del lamento de nuestro amigo Jhao, quien sostiene que China sigue siendo un país pobre.
Finalmente, la República Popular China no sólo le ha sacado partido al consumismo del turismo internacional sino que, probablemente, es su inmenso capital humano el principal responsable de su destape y despegue económico. Los sábados y domingos, que son libres en el país, como dije arriba, la gente los aprovecha para hacer turismo interno, tanto que por cada turista hay más de mil chinos que acuden y consumen en sus espacios culturales y turísticos. Es gente humilde, sencilla, trabajadora y muy hospitalaria, que no oculta su orgullo por la historia y el legado cultural y heroico que su país ha legado al mundo
Ya en el vuelo de regreso a casa, sobre la tierra y bajo el cielo de Beijing, me dio con nostalgiar a Mao, uno de los viejos maestros de mis lecturas políticas juveniles. No tuve más remedio que concluir que el tigre al que solía referirse el poeta, a la larga, no ha resultado ser de papel…
*El autor es profesor de la Escuela de Comunicación de la Universidad de Puerto Rico. Lea el artículo original publicado en su blog.