María Elena Dávila lleva años de lucha en su país por los derechos de las mujeres que trabajan en el ramo y que sufren de discriminación y estigma por la actividad que realizan, a través de la Asociación "Trabajadoras Sexuales Girasoles", de Nicaragua.
“Nosotras no alentamos ni promocionamos el trabajo sexual- aclara- buscamos que nuestras compañeras tengan mejores condiciones para ejercer”.
Tras años de trámites y peticiones ante autoridades, recientemente logró que su agrupación sea reconocida oficialmente. Es la primera vez que una organización de su naturaleza obtiene una personería jurídica.
“Gracias a ello –dice María Elena- hemos logrado firmar convenios con la Procuraduría de los Derechos Humanos y otras instituciones. Esto nos fortalece porque podemos acceder a acompañamiento, asesoría y a defendernos ante cualquier caso de violación a nuestros derechos”.
Trabajo con riesgos
Dado el trabajo que realizan y los lugares en que lo hacen, las trabajadoras sexuales corren muchos riesgos en Nicaragua. María Elena explica que los contactos con clientes suceden en los night clubs o en las casas de cita; algunas ofrecen sus servicios esperando en carreteras, en callejones o en parques y otras muchas trabajan en casas de masaje y espacios de relajación.
“Sabemos que nuestras compañeras están en todos esos lugares y que siempre alguien va a llegar con la violencia, porque sabemos que, como los clientes pagan, ellos mandan”. María Elena agrega que los dueños de los negocios donde trabajan también suelen maltratarlas.
Trabajo sexual en Nicaragua
Las leyes en Nicaragua no castigan el trabajo sexual pero sí persiguen a los proxenetas o personas que inducen a la prostitución y viven de las ganancias de una prostituta. A pesar de ello, la explotación y maltrato es pan de cada día: “La violencia viene de todos lados, de parte de los clientes, de la pareja, de la policía, de funcionarios, de las personas de la calle y hasta de los familiares”.
María Elena aclara que ella busca apoyo para quienes ya ejercen la prostitución y no promueve que las mujeres asuman esta alternativa como modo de vida. “Nosotros nos dirigimos a quienes ya están ejerciendo y tenemos que apoyarlas, pero no vamos a ir a una persona que nunca ha ejercido el trabajo sexual para decirle que lo haga, eso sería incorrecto”.
Opción de ingresos
La presidenta de ‘Girasoles’ conoce muy bien las motivaciones de las mujeres que se dedican al trabajo sexual: “Cada una de nuestras compañeras tiene su propia historia. La mayoría tomamos esta opción porque en el momento fue la oportunidad que tuvimos, miramos que de esa manera podíamos solucionar problemas económicos y nos quedamos en ello”.
La situación económica de estas mujeres es igual a la de otras personas, todas tienen necesidades, la mayoría tiene hijos y no tienen fácil acceso a vivienda o a educación. “La situación económica la padecemos todas y nosotras, como mujeres, tenemos también que buscar una alternativa de trabajo. La opción que tomamos en nuestro caso fue esta, decidimos asumir el trabajo sexual para afrontar el problema”.
María Elena es consciente de que no todas deciden, sino que se ven obligadas por las circunstancias y hasta caen en las drogas y el alcoholismo. En esos casos sí que las autoridades deberían poner mayor atención para evitar la explotación, sobre todo de las menores de edad, dice.
¿Trabajo fácil?
“Nosotras somos trabajadoras sexuales. Suena mejor que ‘prostitutas’, pues esa palabra tiene connotaciones negativas. La gente nos critica, de que somos haraganas, de que hacemos el ‘trabajo fácil’, de que no nos buscamos otra cosa que hacer. La gente no tiene que criticarnos ni estigmatizarnos por lo que hacemos”.
María Elena no quiere opinar ni de religión ni de política, pero reconoce que las religiones les ponen ‘peros’ y que algunos grupos, ‘conservadores de la moral’, dicen estar en contra. “Eso es lo que dicen, pero sabemos que muchos son de ‘doble moral’. Al fin, estos ya saben que existimos y que estamos en la lucha. Ahora que estamos legalmente constituidas las cosas irán cambiando”.
Llamado a los y las jóvenes
“Yo les haría una llamado tanto a las jóvenes mujeres como a los jóvenes varones, o a la diversidad sexual que existe, de que nuestro trabajo es un trabajo como cualquier otro, el cual nosotras ejercemos. Pedimos respeto y que vean a las trabajadoras sexuales como ciudadanas”.
Después de todo, estas mujeres prestan un ‘servicio’ que implica relaciones sexuales íntimas, lo que debe asumirse con responsabilidad, en cualquiera de los países en que ellos se encuentren.
“Les pediría también a ellas, que son jóvenes , que aprovechen las oportunidades que tienen de estudiar, de buscar otras alternativas, porque sabemos que sus padres están haciendo todo lo posible para que salgan adelante, para que sean profesionales”.
"Trabajadoras Sexuales Girasoles de Nicaragua", es la primera Organización No Gubernamental (ONG), en el país dedicada a defender los derechos de las mujeres en ese sector. Está afiliada a la Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe y cuenta con el apoyo de instituciones internacionales.
Fuente Radio Nederland Latinoamérica