
Utilicemos la metáfora más tropical. Resulta evidente que es imposible conocer los estragos de un huracán, el saldo del paso de una tormenta o de unas copiosas lluvias hasta que la vorágine climática ha cesado. Del mismo modo, es una tarea atrevida y arrojada comprender las repercusiones de la globalización en el arte o en cualquier manifestación cultural, económica y política; así como el resultado de la revolución mediática que representa la incursión del Internet, puesto que aún todo esto nos está sucediendo. Sin embargo, sí es posible explorar las primeras reflexiones que se desprenden de este fenómeno que vive esta generación. Diálogo indagó sobre cómo la tan mentada globalización, que facilita la red cibernética, ha tenido impacto en el contenido, la difusión y la rentabilidad de las obras artísticas contemporáneas. “Esto ha abierto el mundo, ha generado intercambios, ha permitido que artistas puedan viajar, ha ayudado a la expansión de las ferias porque ahora se puede viajar de manera barata. Todo esto después de Internet”, opinó el curador independiente español Paco Barragán quien visitó la Isla con motivo de la cuarta edición de CIRCA, la principal feria de arte contemporáneo del Caribe y Centroamérica que se realizó en San Juan a mediados de abril. Desde su posición, este profesional también apuntó que uno de los aspectos más saludables en cuanto a lo que ha generado la red es la posibilidad –como es su caso– de afianzar la figura del curador independiente que viaja con sus proyectos, refrescando así las perspectivas desde las que se estructuran los proyectos artísticos. Igualmente, Barragán celebra el hecho de que se cuenta con un apabullante acceso a la información a través de la Web y con las herramientas tecnológicas cada vez más avanzadas y accesibles que posibilitan estos cruces de contenidos. “Recibimos, manipulamos y circulamos las imágenes y los contenidos de un modo distinto. Cambia la sociedad y cambia el modo en que esa sociedad influye en el arte y en cómo el arte reflexiona sobre su propia historia”, apuntó el curador. Es alucinante, a juicio de la mayoría de los artistas entrevistados, la dimensión de la puerta que ha abierto el Internet tanto para la difusión de sus obras como para los contenidos que trabajan. Hoy día, a cualquier hora un puertorriqueño puede ver lo que se está haciendo en Tokio, alguien en Berlín puede ver una obra reciente hecha en Brasil y alguien desde Australia que quiera curiosear por Irlanda o Estados Unidos no tendrá problemas para ello. El acceso a ese conocimiento amplía sin duda el horizonte creativo y referencial pero: ¿hasta qué punto? “La repercusión que han tenido los nuevos medios es avasallante y yo honestamente creo que esa repercusión vamos a tardar mucho tiempo en calibrarla porque ahora mismo estamos tan en ella”, advirtió el doctor Dorian Lugo de la Escuela de Comunicación del recinto riopedrense de la UPR, quien imparte el curso de Teorías de Significación y Cultura, entre otros, e incluso ha incursionado en la escena artística con la publicación Saqueos. Según Lugo, lo que sí puede observarse con claridad es la gran aportación en términos de gestión cultural que ha representado esta revolución mediática, la más grande desde la imprenta. “Gracias a los nuevos medios muchos artistas no tienen que pasar por tantos filtros o mediadores para dar a conocer su obra como antes”, señaló el profesor quien, por otro lado, considera que aunque no está muy claro qué tipo de relación tenga esto con los contenidos que trabajan los artistas, sí es posible intuir que el hecho de que se puedan saltar escalones como los galeristas u otras industrias culturales puede repercutir en una menor edición de los contenidos. Ahora bien, hasta dónde esta democratización de la información genera una banalización de los contenidos, entre otras cosas, ya es un debate distinto. “No hay que ofrecerle una mirada nostálgica a los tiempos de antaño, de los grandes cedazos. Yo le doy una absoluta bienvenida a los tiempos contemporáneos pero a la vez hay que permanecer alerta. Esta democratización no supone tampoco mayor rigor en la calidad de los contenidos, pero tampoco supone empobrecimiento, no es ni una ni la otra”, elaboró.
Esta discusión no es una verdadera novedad. Quizás el medio sea novedoso pero la experiencia es conocida, sobre todo en el mundo del arte. Desde el Renacimiento, el viaje, el intercambio cultural, las interacciones sociales, políticas, económicas, geográficas y personales siempre han tenido repercusiones en las obras, su difusión y sus contenidos. Un artista de los Países Bajos viajaba a Italia y esa influencia entraba en su obra. Van Gogh no habría sido quien es si no hubiese tenido acceso a los grabados japoneses. El arte del siglo XX no sería el mismo sin el acceso al arte africano y oriental. Lo que resulta notable es la incursión de nuevas herramientas que en muy poco tiempo pierden vigencia. “Ya no se recurre a la tecnología por la curiosidad de desentrañarla y experimentar con ella, ese aspecto más formal”, anotó Paco Barragán quien confesó estar más interesado en obras que utilizan la tecnología para llegar a otra parte. Por ejemplo, un artista que proyecta una pintura. Es un vídeo pero es pintura, hay una “sobre posición” de medios que le resulta más estimulante como curador versus la pintura en sí. “No creo que un artista hoy, a principios del siglo 21 pueda estar pintando como Velásquez hacía en su día porque cada buen artista refleja también la sociedad en la que vive, las preocupaciones, los medios, etc… Cuando a un artista le llegan las imágenes, la información, la publicidad, el vídeo, todo eso influye y eso de alguna manera lo tienes que reflejar en tu práctica”, expresó el curador, quien colabora con CIRCA desde sus comienzos. El origen de esto tiene mucho que ver además con lo que apunta el joven curador local Ralph Vázquez, quien recuerda que muchos de los artistas emergentes trabajan influenciados por la publicidad. “Nos apropiamos de técnicas de revistas de moda, de tipo National Geographic. Somos personas que nos hemos criado con una gama de literatura alternativa y cuando hacemos arte ahora asumimos esa estética y nos damos cuenta de cómo la publicidad ha sido nuestro patio trasero. Muchas de nuestras estrategias de representación las hemos tomado de la publicidad y no tanto de nuestra propia historia del arte”, explicó. De otra parte, el artista y crítico Pedro Vélez –cuya entrevista telefónica fue posible precisamente gracias a la red– consideró que el contenido de las obras no cambia por razón de la tecnología, sino que más bien lo que ha cambiado es la forma de distribución de la obra y el acceso del público a ésta. “Un artista que trabaja una obra en la Web no es mejor, peor o diferente a un pintor. Ambos, en este momento histórico, aplican estrategias estéticas socio-políticas, de carácter trans-regional y acorde con la globalización”, dijo esta polémica voz de la escena del arte local conocida por muchos por el blog Box Score, desde el cual además de trabajar crítica de arte y documentar actividades relacionadas, lanzó los señalamientos más frontales y desenfadados ante las polémicas artísticas nacionales. Desde el punto de vista del artista puertorriqueño Rafael Trelles, esta presencia de la red y los cambios que ha supuesto la globalización también pueden apreciarse en lo que considera un cambio de materiales primarios. Según su experiencia, los productos culturales como la publicidad han pasado a ocupar ese lugar que antes tenía quizás el pigmento o el barro en su sencillez. “El artista se ha convertido en un reconstructor y un recreador de estos productos culturales, muchos artistas están apropiándose de imágenes, de fotografías, de información de diferentes épocas y su trabajo es reconstruirlos y reinterpretarlos en una nueva obra”, señaló Trelles. El creador de la instalación Visitas al Velorio –una reinterpretación del cuadro de Francisco Oller– considera que la posición de los artistas en torno a estos nuevos estilos de hacer se divide entre la resistencia a la globalización para preservar una identidad cultural y a su vez, la apertura hacia la influencia que llega a través de los medios de comunicación. Esto, según elabora, nos lleva a repensar las colonizaciones culturales y cómo han cambiado de dirección.
“¿Dónde comienza y dónde termina una geografía?”, se preguntó el profesor Dorian Lugo. Para un boricua es mucho más probable sentirse más cerca de un nuyorquino que de un jamaiquino, o incluso encuentre más empatía con un europeo que con un haitiano. Así, maleables, como hechas de plasticina, parecieran ser las nuevas fronteras y las nuevas geografías que propone la red. Incluso, con nuevas formas de transculturación y migraciones de contenidos. “Hasta ahora la dirección de la colonización cultural era de las grandes potencias hasta sectores del tercer mundo y nos sentimos siempre ocupados por esa cultura poderosa. Sin embargo, ahora con la globalización los artistas del tercer mundo, de los países en desarrollo están tomando toda esa información cultural y mandándola para allá. Hay una reinvasión”, destacó Trelles, en cuyo gesto se advierte la fascinación por la novedad y la memoria de lo vivido. El artista se refiere además al paralelismo que tiene este tipo de cruces con los flujos migratorios de la actualidad. Situación global que ha producido mucha irritación desde los puntos de vista de los estados receptores pero que, a nivel cultural, ha resultado en un encuentro afortunado. Igualmente, Pedro Vélez apunta que a quienes verdaderamente ha ayudado el acceso fácil y barato a la nueva tecnología han sido a los artistas de regiones marginadas por los grandes centros culturales, a los colectivos de artistas activistas, en especial a los de Latinoamérica y Asia. Los entrevistados coinciden en que el caso de Puerto Rico, como todo país, acarrea unas particularidades y variables que hay que tener presentes al hablar de nuevas geografías. Según Vélez: “Puerto Rico es una zona marginada por nuestro estatus político, anticuadas instituciones culturales y la prensa cultural amateur del mainstream”, aunque no restó mérito a ejemplos como el hecho de que los artistas que trabajan en la Isla puedan subscribirse fácilmente a la escuela del Relational Aesthetics de Nicolas Bourriaud o que el trabajo que la artista Carmen Olmo produce hoy en día desde su computadora en Santurce es paralelo al del yugoslavo Vuk Cosic, uno de los pioneros del net art en la década de los noventa. Por su parte, la directora de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña y curadora Marilú Purcell celebra que no haya tantas barreras para la comunicación y que los tabúes poco a poco sean menos relevantes, a la vez que recuerda que “el aislamiento intelectual, emocional y geográfico del país hace que todo esto llegue más tarde. Somos una isla dentro de otra isla”. Entre tanto, Celina Nogueras, directora artística de Circa, elaboró respecto al valor de las repercusiones de la globalización en la superación del costumbrismo y del folclorismo en el arte puertorriqueño. Nogueras comentó que en un momento dado las inquietudes en Puerto Rico estuvieron cifradas en el tema patrio, lo que implicó una exaltación y recreación en el arte de lo denominado nacional y que a menudo se tradujo en folclorismo. Evidentemente, una nación asechada, debe afianzar su identidad. Pero, mientras esto sucedía a principios del siglo XX, el mundo comenzó a cambiar sus temáticas. El Impresionismo relegó a un segundo plano la representación de la realidad. “Aquí todo eso llegó mucho más tarde y el cartel, que dicen que es el movimiento más importante de Puerto Rico, realmente era un movimiento educativo que utilizó la gráfica y a verdaderos maestros del arte, pero tú no puedes exportar el cartel como el movimiento más importante de Puerto Rico porque realmente no lo es”, ejemplificó Nogueras, sobre los procesos locales tardíos y las que considera incongruentes evaluaciones posteriores. Entonces, el arte contemporáneo en la Isla se topa con un doble reto: primero insertarse en el imaginario colectivo local que muchas veces, si se piensa de modo masivo, considera arte “legítimo” a obras en las que se habla únicamente del piragüero y la caña de azúcar, es decir afianzarse como propuesta en la masa pues en los círculos culturales ya lo ha hecho; y en segundo plano insertarse en los discursos globales cada vez más cruzados, cada vez más ambiguos. La red propone nuevas fronteras. El artista tendrá que cruzarlas, con papeles o sin ellos. ——————————————————————————————————————–
Los contenidos artísticos que se publican en la Web como la documentación visual de actividades, textos, piezas híbridas fundamentadas en la más absoluta libertad de expresión cargan consigo el estigma y la lectura que mucha de la información de las redes sociales arrastra: son el reflejo de una sociedad más narcisista que se mira a sí misma constantemente en el espejo virtual. Ahora bien, ¿cuánto de cierto hay en este planteamiento? ¿Tiene esto alguna repercusión en la obra de los artistas contemporáneos? “Eso es simple y sencillamente una interpretación”, opinó el curador Ralph Vázquez. “Nos ponen una etiqueta de narcisistas o de personas ensimismadas para liberarse de la responsabilidad de tener que conocernos realmente”, añadió. Y es que una cosa son los fenómenos narcisistas que puedan identificarse en la red, donde personas documentan el más ínfimo detalle del más banal instante de su vida y otra muy distinta es que esto represente una especie de quiebre social mayor o que implique la construcción de una sociedad más conectada y a su vez ensimismada a través de la red. Pues como plantea el profesor de Comunicación, Dorian Lugo, el arte contemporáneo no es más narcisista que los múltiples autorretratos de Rembrandt en el siglo XVII o los de Alberto Durero en el XVI. A juicio de Lugo esto es una tendencia que pareciera ser un reclamo generacional inevitable y que históricamente se repite una y otra vez. “No es que la generación contemporánea sea más narcisista que la anterior, yo honestamente creo que ahora hay mayores posibilidades mediáticas para exhibir el narcisismo de antes”, apuntó Lugo sin olvidar por otro lado, que la Web provee un espacio no sólo para el culto al yo sino para el culto al no yo, al anonimato o al seudonimato que permite una enorme libertad de expresión, nunca antes experimentada. Además, hay que tener en cuenta que después de mayo del 68, esa gran decepción de la posibilidad de reivindicaciones sociales, el auge del individualismo en más de un aspecto se hizo presente. “Ya no se detectan por ejemplo en Puerto Rico necesariamente movimientos artísticos. Vivimos en la individualidad”, aportó la directora artística de CIRCA, Celina Nogueras, quien rechaza la idea de que el Internet nos ha hecho no sólo sociedades más narcisistas sino que además, ensimismadas. Nogueras considera que estas conexiones virtuales suelen ser, sobre todo en el caso de las relaciones profesionales entre artistas y miembros de la industria cultural, un preludio de un encuentro personal. De otro lado, Marilú Purcell…del ICP, observó que “esas redes sociales cibernéticas han creado una colectividad que no había antes”. Desde el punto de vista de artistas jóvenes como Norma Vila, Josué Pellot y Karlo Ibarra el considerarse o no narcisista no necesariamente representa un conflicto al momento de plantearse su obra. “Hablo de mí porque es lo que conozco mejor”, asevera Pellot, cuya obra utiliza su experiencia como puertorriqueño criado en Chicago y en ocasiones a sus familiares como personajes para hablar de una experiencia común a cualquier ciudadano transculturado. Mientras que Vila, opina que ambas vertientes son absolutamente válidas y de gran peso artístico. Es decir, que el tema social, político y colectivo no se opone al tema psicológico, íntimo y personal. Incluso, las barreras entre ambos están muy difusas. En cuanto a qué resulta más interesante globalmente, el curador independiente Paco Barragán, le apuesta sin reparos a los artistas que hablan desde lo local, desde ese yo con identidad y no aquel yo genérico que, por querer ser tan global acaba por no decir nada. Un yo colectivo parece imponerse. Una ambigua cohesión de ideas, tan maleables como los tiempos modernos.