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Hoy día, la mayoría de las mujeres que prestan servicio militar activo en las Fuerzas Armadas estadounidenses se enfrentan a una doble batalla. Muchas veteranas son marcadas por un evento que cambia el curso de sus vidas. Algunas son acosadas o abusadas sexualmente por sus compañeros soldados. Ellas se enfrentan a un laberinto sin salida, no tienen escapatoria, están el campo de batalla. Sus vidas durante el servicio militar activo se transforman en encrucijadas de sobrevivencia; son enemigos tanto los de afuera como los de adentro. Se sienten perseguidas, débiles, frustradas, vulnerables e inseguras entre sus pares. Eran fuertes y valientes, ahora apenas se reconocen. Las víctimas rehúsan hablar sobre ello. Sus conductas responden a la imposibilidad de revelarse dentro de un estado militar donde el orden impera y la sublevación es castigada. La lucha por los derechos de las mujeres ha sido una ardua en la sociedad civil. ¿Cuán difícil ha de ser para una fémina dentro de un sistema jerárquico dominado por el género masculino hablar, luchar y otorgarle palabra a todo aquello que viola su integridad? La Oficina del Procurador del Veterano (OPV) celebra en noviembre el mes del veterano. Sin embargo, muy pocas veces se da la atención necesaria a una herida de guerra que ha impactado a muchas veteranas puertorriqueñas, el Trauma Sexual Militar (TSM). En Puerto Rico no hay estadísticas públicas sobre la cantidad de mujeres que han sido afectadas por el mismo, pero de acuerdo a la página cibernética militarysexualtrauma.org, el 66% de las mujeres que sirven en las Fuerzas Armadas estadounidenses son víctimas del TSM. Sólo el 27% de los casos son reportados. Como consecuencia del trastorno muchas veteranas quedan sumergidas en el alcohol, la drogadicción y el suicidio. De no ser tratadas psicológicamente a tiempo no logran reincorporarse nuevamente a la sociedad civil. Incluso, algunas pierden la custodia de sus hijos. El Departamento de Asuntos del Veterano (DAV) establece que el Trauma Sexual Militar surge cuando un veterano o veterana es acosado o abusado sexualmente durante su servicio militar activo. El acoso sexual es cualquier conducta sexual repetida y no deseada que ocurre en el lugar de trabajo. Esto incluye propuestas de tipo sexuales que no son deseadas o presiones para obtener favores sexuales. Es considerado abuso sexual cualquier tipo de actividad sexual en la cual se involucra a una persona en contra de su voluntad, ya sea con el uso de fuerza o sin ella. El TSM aumenta cuatro veces la posibilidad de sufrir el Síndrome Postraumático del Estrés (SPE), enfermedad mental que afecta a más del 13.8% de los veteranos de guerra. La condición no les permite manejar correctamente las relaciones interpersonales y el coraje. El trastorno psicológico provoca ataques de miedo, paranoia, depresión, pesadillas, ansiedad e insomnio. Alrededor del ocho por ciento de las veteranas reportan experimentar el SPE relacionado directamente al TSM por el resto de sus vidas. De acuerdo a estadísticas oficiales del DAV, hay 7,216 veteranas registradas en Puerto Rico. No obstante, Sonia Santiago, portavoz de la organización Madres Contra la Guerra (MCG), señaló que debido a la situación política de Puerto Rico muchas de las mujeres y hombres que se enlistan en el servicio militar son asignados a diversos estados, hecho que provoca inexactitud en el número de activos registrados en Puerto Rico. Santiago recalcó que el Departamento de Defensa es muy “celoso” con las estadísticas, por lo que se hace muy difícil contabilizar los veteranos y veteranas de Puerto Rico. Hasta marzo de 2009, el Reporte de Agresión Sexual (FY080) del Departamento de Defensa de los Estados Unidos confirmó 2,908 mujeres víctimas de abuso sexual. El informe establece que el número de casos reportados ha incrementado dado a que en la actualidad las Fuerzas Armadas ofrecen a la víctima la opción de hacer un Reporte Restringido, en el mismo no se revela la identidad de la persona agredida o acosada. En el pasado la víctima solo podía hacer un Reporte sin Restricciones, el cual implica la implementación de la ley y la revelación de la víctima ante el sistema judicial militar. Puerto Rico, a diferencia de muchos estados, cuenta con una Clínica para Mujeres en el Centro Médico de Veteranos de San Juan. En la misma se ofrecen servicios de ginecología, cáncer de mama, maternidad y psicología, entre otros. Las veteranas no son tratadas ahí para el TSM. Sin embargo, en un reportaje investigativo del programa NOW del Public Broadcasting System (PBS) sobre el Trauma Militar Sexual, se mostró que la recuperación es más efectiva cuando las mujeres trabajan el trauma sin hombres en sus terapias. La recuperación aumenta en las clínicas exclusivas para mujeres debido a que las veteranas no confían en el sistema militar, ya que en la mayoría de los casos fueron sus compañeros quienes le ocasionaron el trastorno. En los Estados Unidos sólo en cuatro estados hay clínicas exclusivas de mujeres para el TSM. Agnes Santiago, trabajadora social de la Clínica de Mujeres del Centro Médico de Veteranos de San Juan, indicó que como respuesta al incremento de las denuncias del TSM, el DAV estableció un protocolo básico a seguir en todos los hospitales de los Estados Unidos y Puerto Rico. El denominado “screening test” consiste en que todo trabajador social debe hacer dos preguntas obligatorias relacionadas al trauma. Todos los veteranos que reciben servicios en los centros médicos están sujetos a ellas sin concernir el año en que prestaron servicio activo. En Puerto Rico, se incluyeron dos preguntas adicionales. Cabe señalar que si el veterano da positivo a la prueba es él o ella quien determina si recibe o no el tratamiento ofrecido en los centros de trauma. “Las mujeres llegan perdidas de la guerra, la gran mayoría son madres y extrañan mucho a sus hijos, han estado mucho tiempo sin verlos. Tienen que conocerlos nuevamente y sus hijos tienen que reconocerlas. Ellas están entrenadas para la vida militar. El proceso de adaptación a la vida civil es uno difícil. Algunas no tienen trabajo, no saben a dόnde quieren ir”, dijo la trabajadora social. El DAV trabaja con diversas terapias psicológicas o psiquiatrícas. El tratamiento varía de persona a persona ya que depende del grado del trauma ocasionado. Según Miguel Flores, trabajador social y Coordinador del Centro de Trauma de Agresión Sexual del Centro Médico de Veteranos de San Juan, “en la mayoría de los casos las mujeres recuerdan el evento como si hubiese sucedido ayer”. El trauma impacta de manera negativa la calidad de vida de las víctimas. El proceso psicológico más utilizado es el cognitivo, ya que a través del mismo se puede cambiar cόmo las personas piensan sobre el trauma y de esta manera se cambia la manera que se siente la persona, apuntó el experto. Flores explicó que “la mayoría de las mujeres callan porque siguen viviendo en una sociedad patriarcal. Prefieren el silencio porque es la manera más fácil de manejarse en la sociedad. Es mejor no decir nada. El estigma es más perjudicial, optan por no pasar por el aspecto emocional y psicológico, tratan de olvidarlo. No se sienten fuertes para afrontar el monstruo”. De acuerdo a la Coalición en Contra del Asalto Sexual en los Servicios Armados (CCASAMS, por sus siglas en inglés), del 74% al 85% de los soldados acusados no son condenados por asalto sexual. Sόlo un tres por ciento de éstos son llevados a juicio en la corte militar. La Coalición es un ente no gubernamental que ofrece 24 horas de servicio a las víctimas de agresión sexual de las Fuerzas Armadas. Contrario a todos los adelantos y terapias proveídas por el DAV, el 20% de las veteranas del Ejército experimentan el TSM buscando ayuda en los centros de veteranos. En un intento por recuperar más información se llamó a diversas organizaciones de veteranos. Allí no había veteranas militantes de Irak o Afganistán y participaban muy pocas veteranas de diversas guerras. Las mujeres, a diferencia de los hombres, no están organizadas, pues la mayoría de las féminas se aíslan del mundo militar a su salida del servicio activo. Muchas de ellas optan por el silencio, herramienta tradicional utilizada por las veteranas. Pocas veces escuchamos sus historias.
“Que no me hablen de guerra, para mí es sinónimo de muerte”, recalcó en varias ocasiones en una entrevista telefónica, Carmen García Rosado. La veterana de la Segunda Guerra Mundial perteneció al primer grupo de 200 mujeres puertorriqueñas que sirvieron en el Ejército de los Estados Unidos. Las ansias de conocer el mundo y el deseo de salvar la patria fueron la motivación que la llevó a sus 17 años a incursionar en un mundo dominado por los hombres. Para octubre de 1944 fue movilizada al estado de Georgia. Ahí no sólo conoció la verdadera cara de la guerra, sino que experimentó la discriminación racial y la segregación por su género. “No encontramos lo que íbamos a buscar, fue algo serio, para ese tiempo las mujeres eran rechazadas. Los hombres pensaban que las mujeres les iban a quitar sus puestos. Éramos seres invisibles, cuando la guerra se intensificó, era intérprete de cartas, estaban llenas de sangre, fue emocionalmente degradante”, expresó la veterana. En la milicia las apartaron de los hombres y las miraban con desprecio, no las aceptaban. El panorama no cambió cuando regresó a Puerto Rico, había un gran tabú entre las mujeres que fueron a la Guerra. La sociedad las estigmatizaba, muchas personas las llamaban “las mujeres que fueron a entretener a los hombres”. “Las veteranas no querían admitir que sirvieron en el Ejército, era un daño a nuestra reputación, honestidad, identidad y género”, afirmó García Rosado. Como consecuencia de ello, en el 1971 Carmen decidió salir del silencio y fundó la Puerto Rican Female Veterans (PRFV). La organización fue creada con el fin de rescatar del olvido el trabajo que hicieron las mujeres puertorriqueñas en la Segunda Guerra Mundial. Fue en ese proceso que la veterana escribió un libro sobre la importancia del rol de la mujer en la Segunda Guerra Mundial. La PRFV agrupó a la mayoría de las 200 “pioneras”. En la actualidad sólo quedan tres miembros vivas. La vida de Carmen cambió desde la fundación de la Asociación, de ahí en adelante no ha parado de trabajar por los derechos y los beneficios de las mujeres veteranas de Puerto Rico. Hoy día es la representante de las mujeres en el Procurador del Veterano, lugar donde trabaja para desarrollar una egida para veteranas. Carmen salió del silencio y trabajó para minimizar la invisibilización social del rol de las mujeres en el Ejército. A más de 50 años de su incursión militar, todavía lucha con la misma fuerza por los derechos de las mujeres puertorriqueñas que sirven y sirvieron en el sistema militar estadounidense.
“Cuando yo entré yo me quede en shock, había mucho lesbianismo. Para el 1972 llevaba una cuchilla de barbero cuando me bañaba. Nunca me había enfrentado a eso. Por el contrario, ahora son los hombres los que violan a las mujeres, muchas se quedan calladas por represalia”, expresó Awilda Torres, veterana de la Guerra de Vietnam. Torres, quien es la portavoz de la organización Women Veterans of America de Puerto Rico (WVAPR), organización que nació en los EE. UU. durante la década de los noventa y cuya misión es cabildear por un mejor servicio en los centros médicos de veteranos para las mujeres activas y las veteranas de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Al igual que muchas féminas, su vida cambió luego de sufrir discapacidades como producto de una intervención quirúrgica al momento de nacer su hijo mayor. “Esto no es justo, yo entré al Ejército fuerte y sana, ahora tengo problemas. Es un proceso bien tedioso conseguir la discapacidad”, expresó la veterana que luchó durante veinte años para conseguir en su totalidad la misma y quien sirvió por más de siete años en el Ejército. La activista señaló que uno de los problemas principales de las veteranas es la poca participación en organizaciones. “Muchas piensan que les van a quitar la pensión”, expresó. De acuerdo a Torres, el miedo siempre ha estado presente entre las veteranas, temen hablar y luchar por sus derechos. Según la portavoz, ella ha dado grandes batallas para darle voz a las féminas retiradas del servicio militar. Un ejemplo son los cubículos exclusivos para féminas en la Sala de Emergencia del Centro Médico de Veteranos. La lucha por éstos comenzó en el 1998 y culminó exitosamente durante el año 2005. Torres recalcó que “se han dado bastantes logros”, a pesar de lo cual ¨quedan muchas luchas por darse, pero las mujeres tienen que participar y hablar”. Para acceder al texto original puede visitar: http://www.prensacomunitaria.com/salud/1021-en-silenciotrauma-sexual-militar.html