El cielo amenazaba con volcar un fuerte aguacero a sólo minutos de las tres de la tarde, aún así en la avenida Ponce de León en Río Piedras los sentimientos de lucha seguían incrementándose entre los estudiantes que se reunieron para marchar en protesta hasta los predios del Jardín Botánico. Varios minutos pasaron antes de que los cuerpos de aquellos fieles a sus ideales y reclamos recibieran en sus pieles la visita de las más refrescantes gotas de lluvia. Unos recurrieron al amigo fiel de los días de lluvia: el paraguas. Otros sencillamente se dejaron seducir por el líquido, permitiendo que éste bañara sus entornos. En la marcha estuvieron representados los once recintos del Sistema de la Universidad de Puerto Rico. En la marcha dijeron presentes también la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) y la Hermandad de Empleados Excentos No Docentes (HEEN). Con los estudiantes estuvieron la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER), padres y madres de alumnos de la Institución; personalidades de la clase artística del País, entre otros que la escasa memoria me castiga al olvidar (me excuso por ello). En Río Piedras estuvo el ojo público, sin embargo esto no evitó que las puertas de la administración se mantuvieran cerradas y en silencio; custodiadas por oficiales de la policía del País. “La IUPI da candela”, “La IUPI no se vende”, gritaban en comparsa los manifestantes mientras recorrían las calles de la “ciudad universitaria”. Esa tarde Puerto Rico vio una representación del estudiantado de la UPR unido. Esa tarde los estudiantes también fueron testigos de un fervor de un pueblo que los honra y les grita “No están solos”.