El Miss Universe terminó, y Mayra Matos no fue coronada reina. Venezuela se quedó con la corona por segundo año consecutivo y, una vez más, comienzan los comentarios de protestas en la Isla por la decisión del jurado: “Chávez le debe estar pasando dinero a Donald Trump”, “Eso fue una decisión política”, “A Mayra le robaron la corona”. En lo personal, el triunfo de Stefanía Fernández me sorprendió pues mi favorita era la representante de Kosovo. Pero acepto que la belleza es completamente subjetiva y que no hay demasiados argumentos para defender la victoria de una miss u otra, sobre todo cuando las concursantes de estos eventos son todas hermosas y muy parecidas, pues están todas reconstruidas bajo los mismos cánones de estética. Entonces, ¿a qué vienen tantas protestas? Lo que me causa impresión es que esto comienza a verse como una tendencia repetitiva cada vez que Puerto Rico pierde en algún evento internacional. Si nuestro púgil pierde en el boxeo, es que la pelea estaba comprada. Si el Ché no fue nominada al Oscar, es que la Academia no honra a películas de corte de izquierda. Si Maldeamores tampoco fue nominada es porque es puertorriqueña. Ciertamente, en estos casos es más argumentable la derrota, pero cuando la excusa se vuelve costumbre, ¿no estamos quizás pasando por alto razones para perder? ¿Es que acaso al no aceptar responsabilidades ante el fracaso, no nos quitamos la oportunidad de aprender de nuestros errores y la posibilidad de hacerlo mejor en el futuro? Hace algún tiempo, estaba en rotación un comercial de un banco en el que un deportista que había quedado en tercer lugar en algún evento olímpico colocaba un taburete en el podio de premiación para quedar a la altura del campeón. A la gente, esta publicidad le parecía divertida pero a mí me escandalizaba un poco el ejemplificar en video una actitud de aceptación ante la derrota. Creo que este anuncio era elocuentemente revelador de la forma en que asumimos la ruina. ¿No es posible quizás que Mayra no sea tan hermosa? Es una mujer muy bella, por supuesto, como muchas otras que caminan en las calles de Puerto Rico, pero quizás no como para ser nombrada la mujer más hermosa el mundo. Quizás para la próxima hay que hacer más riguroso el proceso de selección de nuestras reinas. Así como quizás algunos de nuestros deportistas deben entrenar aún más arduamente y nuestro cine debe ser incluso más detallista y exigente. Quizás es hora de que dejemos de justificar nuestras derrotas con errores de juicio o trampas y comencemos a manejar la posibilidad de que las causas puedan estar entre nosotros, así como la clave para el éxito.