Foto: Sriyoga Ashram, Unsplash
Con el fin de proveer estrategias para promover el envejecimiento activo en la mujer, estudiantes y facultad de la Escuela Graduada de Salud Pública (EGSP) del Recinto de Ciencias Médicas (RCM) anunciaron varias recomendaciones para fomentar el envejecimiento saludable y activo en las mujeres, mediante la actividad física diaria.
La guía de herramientas fue desarrollada por las estudiantes del curso práctico Intervención Interdisciplinaria en Gerontología, facilitado por la Dra. Yiselly M. Vázquez Guzmán, como parte del Certificado Graduado en Gerontología de la Escuela Graduada de Salud Pública del RCM.
El término envejecimiento activo fue acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a finales de los años 90. Su objetivo fue ampliar la visión de lo que hasta entonces se conocía como envejecimiento saludable, donde se enfatizaba mayormente en el estado de salud física.
El concepto de envejecimiento activo, de acuerdo con la OMS se basa en el reconocimiento de los derechos humanos de los adultos mayores y está contenido en los principios de las Naciones Unidas: independencia, participación, dignidad, cuidado y autorrealización.
“Una de las principales herramientas para alcanzar el envejecimiento activo es la actividad física. La actividad física incluye aquellas actividades de movimiento que se realizan para cumplir todas las acciones de la vida diaria, mientras que el ejercicio abarca aquellos movimientos realizados de manera regular y planificada para mejorar o mantener la condición física”, manifestó la estudiante Yatnee Encarnación.
Según la OMS, la actividad física consiste en actividades recreativas o de ocio, desplazamientos, actividades ocupacionales, tareas domésticas, juegos, deportes o ejercicios programados en el contexto de las actividades diarias, familiares y comunitarias.
“Los efectos de la actividad física sobre nuestra salud pueden ser preventivos, terapéuticos, de bienestar y mejor aún se pueden combinar con otros estilos de vida como la nutrición saludable y el descanso para obtener mejores resultados”, señaló otra de las estudiantes del curso, Mitzy Pérez.
Entre los beneficios que destaca la OMS sobre la práctica de actividad física diaria se destaca: que reduce y/o previene el riesgo de muerte prematura por enfermedades cardíacas, disminuye el riesgo de desarrollar diabetes tipo II, varios tipos de cáncer y reduce dolores de espalda.
“Otras de las ventajas de realizar actividad física es la disminución del estrés, la ansiedad, la depresión y los sentimientos de soledad. Mantener una vida activa también contribuye a la reducción de la osteoporosis, proporciona una mayor salud funcional, reduciendo el riesgo de caídas, favoreciendo mejores funciones cognitivas y menor riesgo de limitaciones funcionales, lo que disminuye a su vez el riesgo de discapacidad en mujeres adultas mayores”, añadió por su parte, Vázquez Guzmán.
Las especialistas en gerontología resaltaron que las mujeres adultas mayores pueden incorporar algunas actividades físicas en casa tales como: ejercicios de estiramiento, masajes en la cara y el cuerpo y ejercicios de relajación.
“Fuera de casa son recomendables las caminatas que se pueden realizar con ayuda de bastones, de ser necesario. Hacer ejercicios de memoria durante estas caminatas es muy beneficioso, por ejemplo, recordar objetos en el camino y memorizar su color. Precauciones generales al realizar estas actividades físicas deben ser identificar espacios seguros, además de utilizar ropa cómoda y calzado adecuado”, añadieron.
“Integrar la actividad física en cualquier momento de la vida es clave para una buena salud, pero en la adultez mayor es fundamental para una mejor calidad de vida”, concluyeron.