En un ataque sorpresa, el ejército de Estados Unidos lanzó anoche 59 misiles de crucero a una base militar aérea en Siria, en el primer ataque al gobierno de Bashar al-Assad desde que la guerra civil comenzó en ese país hace seis años.
La operación se realizó en represalia a un bombardeo con armas químicas el pasado martes por parte del régimen de al-Assad a fuerzas rebeldes, que de acuerdo con el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos al momento, ha dejado un saldo 78 personas muertas –incluidos 20 niños– en la localidad de Jan Sheijun al norte de la república árabe.
El ataque estadounidense significa un giro inesperado de la política del presidente Donald Trump en torno a Siria. En el pasado, Trump fue crítico del presidente Barack Obama cuando, en el 2013, consideró acción militar contra Siria, posición que mantuvo durante su campaña presidencial.
“No puede haber controversia sobre el hecho de que Siria utilizó armas químicas prohibidas, violó sus compromisos ante la Convención contra Armas Químicas e ignoró las advertencias del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas”, comunicó Trump luego del ataque estadounidense.
“Los intentos en el pasado para cambiar el comportamiento de Assad han fracasado, y han fracasado de manera dramática. Resultado de ello, la crisis de los refugiados sigue profundizándose y la región sigue en proceso de desestabilización, lo que amenaza a Estados Unidos y a sus aliados”, continuó.
El presidente estadounidense también señaló que el ataque estaba en el interés vital de la seguridad nacional de los Estados Unido e hizo “un llamado a todas las naciones civilizadas a que nos acompañen a poner fin a la carnicería en Siria, y también a acabar con el terrorismo en todas sus formas”.
Sin contar con la aprobación del Congreso, la acción militar con misiles Tomahawk impactó la base militar Shayrat en la provincia de Homs –donde se alega salieron los aviones con armamento químico hacia el norte de Siria–, destruyendo hangares, aeronaves, almacenes de combustible y radares, informaron autoridades militares estadounidenses.
Medios sirios aseguraron que habían muerto al menos seis soldados sirios y que al debilitar ese régimen, el ataque estadounidense ayudaba indirectamente el ascenso de ISIS en la región.
Según el diario El País, la guerra civil en Siria ha cobrado más de 312,000 vidas desde su comienzo hace en el 2011. En marzo, 576 civiles fueron víctimas de bombardeos.
Con y sin apoyo el ataque estadounidense
El ataque estadounidense ha contado con el apoyo de Francia, Alemania, Reino Unido, Turquía, Arabia Saudí e Israel. De igual manera, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, aplaudió las acción del presidente Trump.
Por otro lado, el acto fue condenado por Irán y Rusia, que mantienen intervención militar directa en Siria desde septiembre de 2015 en apoyo al gobierno de Bashar al-Asad.
Prensa Asociada reportó que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, vio el ataque como una “agresión contra un estado soberano en violación del derecho internacional”. De igual manera, el Kremlin anunció más tarde que suspendería un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos para compartir información sobre sus vuelos en el espacio aéreo sirio y evitar colisiones en el espacio aéreo sirio.
El ataque ocurrió mientras Trump estaba reunido en su propiedad en Mar-a-Lago, Florida con el presidente de China, Xi Jinping, quien condenó el uso de armas químicas y se mostró cauteloso, pidiendo evitar un deterioro de la situación.