Expertos pronostican diez tormentas, cuatro huracanes intensos y grandes cantidades de lluvia, producto del fenómeno de La Niña, para la temporada de huracanes de 2016.
Un evento de vaguada con alrededor de seis pulgadas de agua paralizó el área metropolitana y áreas adyacentes, afectando por más de 24 horas la actividad económica laboral, profesional, social, turística y religiosa. Esto aparentemente sucedió por el desconocimiento o falta de atención sobre los cambios climatológicos y sus repercusiones a la hora de realizar proyectos de infraestructura.
Drenaje inadecuado (basura y escombros) por falta de mantenimiento al igual que con el sistema de tendido eléctrico demuestran una respuesta nula y ausencia total de planificación adecuada para la prevención de los 365 días del año.
Considerando que este evento fuese un simulacro imaginemos los huracanes Hortense y Georges con precipitación de 24 pulgadas, Donna en Humacao en el 1960 con 107 muertes. Todos estos sin las posibles consecuencias actuales de los cambios climatológicos.
Uno de los objetivos de los simulacros es evaluar la respuesta y la ejecución de los planes con los anejos correspondientes, documentando la vulnerabilidad y los efectos causados por el evento para eventualmente crear, activar y desarrollar proyectos de mitigación evitando que futuros eventos causen efectos similares.
Conscientes de que las inundaciones son el factor que más daños y muertes causa en el planeta, es urgente considerar los estudios sobre cambios climatológicos en relación a nuestra infraestructura vital para minimizar la pérdida de vidas y propiedad ante cualquier evento venidero sin importar el costo económico.
En resumen, es inexplicable que existiendo un Plan de Emergencia Estatal aprobado por FEMA (Federal Emergency Management Agency), donde las agencias primarias, de apoyo y federales en el Centro de Operaciones Estatal y las zonas o regiones tienen coordinadores adiestrados y cualificados, los jefes de agencias no desarrollen proyectos de mitigación y preparación para evitar lo acontecido el pasado 13 de julio.
También los 78 municipios y sus alcaldes tienen un Plan de Mitigación financiado con fondos de FEMA donde se identifican las áreas vulnerables a base de estudios y experiencias con proyectos de mitigación para evitar daños mayores en el futuro. Además los 78 directores locales de la OMME (Oficina Municipal para el Manejo de Emergencias) tienen la responsabilidad de orientar a la unidad básica de la sociedad; la familia, desarrollando un Plan Doméstico Familiar y de Comunidad en todo Puerto Rico. La familia y el alcalde son la primera respuesta ante cualquier emergencia de origen natural o creada por el hombre.
Una simple vaguada no debe causar lo acontecido el 13 de julio, si existe una buena planificación y estamos debidamente preparados. Un pueblo preparado planifica y nunca da lugar a la improvisación, enemigo fatal del manejo de emergencias.