Un joven colecciona cadáveres de animales. Cuatro jóvenes cineastas cuentan su historia.
El resultado es el cortometraje “La estantería de Seba”, creado por cuatro estudiantes de la Escuela Comunicación de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, que resultó ganador del Primer Premio del Certamen de cortometrajes inspirados en Río Piedras que organizó la Casa de Cultura Ruth Hernández. Además, recibió el Premio a Favorito del Público.
En el corto, Seba (Sebastián Fuentes) divisa un cuerpo felino inerte a un costado de la carretera y lo recoge en una bolsa negra. Camina por las calles de Río Piedras con su bolsa a cuestas, en medio de trabajadores mañaneros y transeúntes azarosos. Como todo un coleccionista, el ritual culmina al depositar las calaveras secas en una estantería.
“La idea de los fetiches era un tema recurrente entre nosotros. Cuando di la idea que saliera la estantería con las cabezas, yo pensaba en la gente que colecciona libros. El libro, más que el texto, es el ritual de tenerlo, de la carpeta, de las páginas. Es esa fijación con el objeto coleccionable. Al final era una colección como la del que colecciona estampillas, pero en este caso, era la muerte”, comentó a Diálogo el codirector Christian Ortiz, también autor del guion.
La idea nació en un banquito en Plaza Antonia. José Raúl Ortiz y Christian Ortiz compartían una de sus habituales conversaciones en el interior arbolado de la Facultad de Humanidades cuando Sebastián Fuentes, con gesto resuelto, se levantó y dijo que tenía que comprar una cabeza de vaca a alguien de Lingüística. Se marchó y regresó con una bolsa de Zara y la cabeza de vaca adentro. “Yo colecciono calaveras”, soltó Sebastián.
Inmediatamente, el dúo bombardeó al curioso joven con preguntas, cuyas respuestas luego hilvanarían la narrativa del galardonado corto. No todas los cadáveres los compraba. Una vez vio un perro muerto en la calle y le dijo a su mamá que se detuviera para recoger el cadáver. Ella le respondió que “eso no es de Dios”.
“Nos pareció chévere la situación. Es algo cotidiano, pero no necesariamente común. Era fértil audiovisualmente. Fue un proceso creativo interesante porque teníamos un acercamiento de autoficción, ya que lo que estábamos contando pasó de verdad. Muchos elementos de la realidad nos ayudaron a crear la película. Sebastián era una versión ficcionalizada de él mismo”, resaltó el codirector y coguionista José Raúl Ortiz.
El cuarteto creativo está compuesto por Christian Ortiz y José Raúl Ortiz, codirectores y coguionistas, Juan Carlos Correa, director de fotografía, y Sergio Ortiz, editor. Todos estudian en la Escuela de Comunicación (COPU). Actúan los estudiantes del Recinto, Sebastián Fuentes y Andrea Rovira.
Un cine vivo
Si el cine del cuarteto creativo ya encierra gran dinamismo en su proceso creativo, al enfrentarse a un certamen de cortos con fecha de entrega que debía incluir en el 50 por ciento del pietaje las celebraciones por los 300 años de Río Piedras, la cualidad de espontaneidad se intensificó.
“Como había que trabajar con las actividades de Río Piedras había que ser bien dinámico y rápido, porque había que construir las escenas en el momento alrededor de acciones reales que estaban apareciendo. Como si estuviéramos insertando la ficción entre las acciones reales de la ciudad”, detalló José Raúl.
Entre las actividades de celebración eligieron el Paseo Sonoro organizado por el Bizarro Fest, en el que la música de Alegría Rampante acampañó el desentierro del cadáver de un perro, así como la preparación de las tarimas, la pintura de rolos contra los escenarios, charlas o conversatorios con un público atento invadidos por un ojo curioso, distante – el de Seba – que dibuja calaveras a lápiz y no habla con nadie.
De esa forma, según José Raúl, el personaje de Seba se vuelve un organismo dentro de Río Piedras, una ciudad que ya de por sí, en su corto, se había vuelto protagonista, mediante planos más abiertos y tomas largas a tiempo real. “Ya el cliché Río Piedras es un personaje específico: los grafitis, el jangueo, las drogas, los estudiantes, la plaza del mercado, la vieja y los plátanos, los curanderos. Todo ese personaje, el entramado simbólico que es Río Piedras en la mente de todos nosotros, no representa a todo Río Piedras”, notó José Raúl.
El jurado, compuesto por Xiomara Alaya Cartagena y Sofía Gallisá Muriente, destacó la originalidad del corto, amparándose en esa búsqueda por espacios menos explorados y no por eso menos vivos. "Vemos mucho el lugar común de la decadencia que se puede vivir por la fiesta, el uso de sustancias controladas, ambiente universitario, sexo… pero hay algo más oscuro que se puede esconder dentro de todas estas dinámicas, algo en la propia psiquis de este pueblo que por alguna razón preferimos ignorar. Tal vez porque es más divertido la fiesta y la locura fingida con pretensiones fashionistas que indagar en la profundidad de las mentes que nos habitan", abundaron.
Para que el cuarteto se decante por una historia, aparte de parecerles interesante, tiene que presentar una fuente rica de recursos audiovisuales. En este caso, el tratamiento realista casi de documental transita por el personaje de Sebastián con la mascarilla y los guantes, su paseo por Río Piedras con la bolsa de basura en las manos, los cadáveres reales de animales, el personaje del vagabundo – real- acostado con sus cartones frente a Mondo Bizarro con la gente pasando a su alrededor, el público de las actividades.
Para el director de fotografía Juan Carlos Correa, no cabía duda que esa era la estética que debía seguir. “Quise trabajarlo lo más realista y sincero posible”, compartió. Por eso, había muchos planos estilo documental que fueron con cámara en mano, y se sumaron planos más cinematográficos entre los que destacan el contrapicado, que se colocaban desde el punto de vista de la tierra, “donde van los muertos”, añadió.
El jurado también notó ese gusto por darle significado a las tomas y a la gente. "El creador del cortometraje mostró estrategia en todo, incluso en la actuación sin diálogo del personaje principal. Toda la historia se narra sin decir una palabra…hábilmente contada con las expresiones corporales y mediante la intervención adecuada de objetos. El director no nos dijo una historia, el director la mostró", concluyeron.