No hubo titubeo.
Como parte de una rutina premeditada, Alejandro Rosario* se levantó temprano ese sábado, se preparó el desayuno y a pesar de las preocupaciones de los tres exámenes que lo esperaban la siguiente semana, comió calmadamente. Entró a su cuarto, cerró firmemente la puerta que no volvería a abrir durante las próximas cinco horas y se tomó la Adderall que lo aguardaba en su mesa de noche.
También lo esperaban ya acomodados en el escritorio sus libros de texto, libretas y tarjetas índice. En menos de media hora la concentración extrema lo capturó. Tan pronto pensaba una acción, como repasar el capítulo 4, ya la estaba ejecutando. En su mente no había distracciones, no había Facebook; no había nada más que estudio.
Completamente relajado pero concentrado, sistemáticamente estudió para sus clases de Química, Zoología y Cálculo. No salió del cuarto hasta por la noche, ni siquiera a almorzar.
“Me gustó la sensación de pensar las cosas y hacerlas al momento, eso de poder concentrarme completamente. Lo malo fue que al final del día me sentí un poco mal, pero simplemente lo ignoré, yo sabía que eran las Adderall y con todo lo que estudié no era nada”, afirmó el estudiante de tercer año de bachillerato en Biología del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Adderall es una anfetamina recetada por siquiatras y neurólogos para personas que padecen de desordenes de atención o hiperactividad. Activa un neurotransmisor que es el encargado en el cerebro de que se logre tener atención, llamado dopamina.
“Es un medicamento bueno si se usa de la manera indicada…es que la gente lo ha mal utilizado”, expresó la sicóloga Lilliana Bicci. Aclaró que se requiere de una receta para tomar Adderall ya que es una sustancia controlada del horario II, lo que quiere decir que tiene un alto potencial crear dependencia
Al abusar de la droga los estudiantes se ponen en riesgo de sus efectos secundarios que según la doctora Bicci pueden ser: pérdida de apetito, pérdida de peso, dolor de cabeza y rebote. El rebote es una ansiedad extrema que acompaña suspender el uso prologado del medicamento.
Además puede causar mareos, impotencia y pérdida del lívido. Asimismo, interfiere con varios medicamentos entre ellos los recetados para la presión sanguínea y el sistema digestivo (tales como Alka- Zeltser, Tagamet, Pepcid, Prevacid, Axid, Prilosec, Nexium, y Zantac). También es contraproducente su uso cuando se está tomando antidepresivos, de acuerdo con el portal cibernético www.drugs.com. De otro lado, no se recomienda su ingesta si la persona es alérgica a las anfetaminas, padece de presión alta o de las tiroides o si ingiere bebidas alcohólicas u otras drogas. Este sitio de Internet asegura que el uso inadecuado de Adderall podría causar serios daños al corazón e incluso provocar la muerte.
“Lo que sea” por salir bien
Rosario* relató que comenzó a tomar Adderall cuando un amigo que padece de Attention Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD o ADD) lo vio frustrado estudiando y le regaló una. Según el estudiante la cantidad de material que recibe en sus cursos de Ciencias Naturales junto con la competividad que hay en la facultad, hacen que los estudiantes hagan “lo que sea” por salir bien en sus clases.
Agnes Vásquez, consejera de la facultad de Ciencias Naturales del Recinto de Río Piedras de la UPR, indicó que el 80 por ciento de los estudiantes que visitan su oficina vienen por una preocupación de estudio. Asimismo, Mario Francia, doctor de la división de Servicios Médicos del Recinto de Río Piedras de la UPR informó que en esa dependencia se atienden aproximadamente tres casos diarios por ansiedad aguda debido a exámenes o presiones académicas.
La solución ante los ojos de los estudiantes es Adderall, y la consiguen fácilmente en la universidad, según declararon a Diálogo otros alumnos que como Rosario han recurrido a esa sustancia para mantenerse alertas en sus periodos de estudio. “Muchos estudiantes piden una receta a un familiar o amigo y las venden aquí mismo [en la facultad de Ciencias Naturales] de $5 en adelante”, expresó Alondra Santiago*, estudiante de cuarto año de Biología.
La sonrisa de Alondra* no delata que mientras se le entrevista está bajo los efectos de la Adderall que se tomó una pocas horas antes. Lleva dos meses tomando Adderall para estudiar para el MCAT (Medical College Admission Test), pero aseguró que no está adicta a las pastillas. Si no lo está, se encuentra en grave riesgo de serlo. La competividad de entrar a la Escuela de Medicina es tanta que siente que tiene que tomar Adderall para estar “verdaderamente enfocada”. Mantiene que necesita algo que la ayude a concentrarse y las pastillas de cafeína no son suficientes para estudiar para el MCAT.
Las bebidas energéticas y las pastillas de cafeína (500mL equivalen a seis tazas de café) son una alternativa legal para estudiantes que quieren quedarse despiertos estudiando. Además son más económicas y accesibles ya que no requieren de la receta médica y se encuentran en cualquier farmacia. Sin embargo por la taquicardia que provoca muchos prefieren Adderall.
“Muchas personas usan las pastillas de cafeína, Addrall, el 5 hour energy drink; o las tres… Como yo, que he usado las tres para ver cual es mejor”, afirmó Fernando García*, estudiante de tercer año de Ciencias Ambientales.
García se tomó su primera Adderall frente a la biblioteca de Ciencias Naturales, rodeado del bullicio de estudiantes socializando, moviéndose a sus clases y estudiando en grupo. Era un lunes y esa semana tenía exámenes de Química, Cálculo y Biología. Estudió todo el día en la Universidad y la hora de almuerzo quedó olvidada entre la concentración “intensa” y la falta de hambre, efecto secundario de la Adderall.
El joven narró que con tan sólo pensar que tenía que estudiar, su mente lo interpretaba como una orden y se sentía entusiasmado con estudiar. A los dos días, se tomó la segunda. “No es una dependencia es una conveniencia”, sostuvo.
Es ese aspecto, precisamente, el que inquieta a los profesionales de la conducta del recinto riopedrense. Wanda Pagán Irrizarry, sicóloga del Departamento de Consejería para el Desarrollo Estudiantil (CODE) planteó que “la vida de estudiante te prepara para tu vida profesional”. Su preocupación es que, si los estudiantes están recurriendo a drogas como Adderall para resolver sus conflictos ahora, luego en el resto de su vida continúen un patrón similar.
Pagán Irrizarry señaló que si los estudiantes han sido aceptados en la universidad es porque deberían poder manejar el trabajo que se les asigna. Sin embargo, afirmó que el problema es que no tiene buenos hábitos de estudio. Aseguró que si los alumnos estudiasen día a día, dedicaran por lo menos una hora de estudio diaria por cada clase y repasaran constantemente no tendrían que recurrir a las drogas para estudiar.
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*Los verdaderos nombres de los entrevistados fueron sustituidos para proteger su identidad.
La autora es parte del Taller de estudiantes