Camiones y buldóceres serpentean por la mina a cielo abierto en las lomas de Castellanos, en este municipio del occidente cubano, mientras ocho obreros colocan explosivos en un filón del colorido yacimiento con franjas negras, ocres y rojas.
El ajetreo industrial para obtener plomo y zinc en el proyecto nuevo más importante del sector, revive aquí la tradición minera detenida en 1997 con el cierre de las simbólicas minas subterráneas de cobre, en otro punto de Minas de Matahambre distante de Castellanos.
Entonces, la agricultura quedó como la única fuente económica del municipio.
Parte de la fuerza formada durante un siglo de extracción de metales se reservó pero mucha se perdió, un obstáculo enfrentado por la iniciativa con inversión extranjera, que comenzó las obras constructivas en 2015, este mes de julio empezó la trituración de la piedra y prevé arrancar la planta procesadora el 3 de octubre.
“Hoy tenemos personal gracias a la estrategia de capital humano que se tuvo en el municipio”, dijo Justo Hernández, gerente general adjunto de la Empresa Mixta Minera del Caribe SA (Emincar), en un área segura de la mina durante una visita de un grupo de periodistas.
Con una inversión de $278 millones, Emincar se ocupa de la extracción de rocas negras con plomo y zinc mezclados, la separación de ambos metales en la planta y el traslado de los volúmenes recuperados al cercano puerto de Santa Lucía, en la costa norte, hasta el vecino megapuerto del Mariel, de donde se exportarán.
El proyecto de la empresa, fruto de la unión entre la estatal Geominera (51%) y el grupo trasnacional Trafigura (49%), con base en Europa, ha generado 1,350 empleos durante la inversión. De ellos, 98% procedentes del mismo municipio. Cuando inicie la producción, el plantel bajará a la mitad, con similar participación local.
Al igual que otras a actividades industriales, la minería de Cuba sufrió un abrupto descenso durante la crisis económica casi crónica que el país soporta desde 1991.
Por años, la actividad extractiva se redujo a la obtención de níquel más cobalto en el oriente del país, los hidrocarburos en yacimientos terrestres y mármoles, entre otros pocos recursos mineros.
No obstante, Cuba tiene una de las mayores reservas mundiales de níquel asociado al cobalto y ese mineral es el primer producto de exportación en este país insular caribeño.
Pero el metal atraviesa una etapa de bajos precios en el mercado internacional, lo que obligó a la industria a planificar la extracción de solo 54,500 toneladas en 2017, muy por debajo al promedio de 70,000 anuales de la década pasada. Para evitar el impacto interno de estos vaivenes externos, es que el gobierno impulsa la diversificación de su oferta minera.
Alto y fornido, Hernández ostenta 35 años de experiencia en el sector que en el pasado hizo famoso a Minas de Matahambre, de 857 kilómetros cuadrados con predominio montañoso y 33,733 habitantes. “De entonces se conservaron principalmente los geólogos e ingenieros minero-metalúrgicos”, contó el geólogo a IPS.
“Todo el personal más especializado se trató de mantener en la minería por el potencial de más de 30 años de explotación de la zona”, continuó. Pero, “los más afectados fueron los técnicos, obreros y el personal de oficina, que pasaron a otras actividades en el municipio, como comercio y agricultura”, acotó.
De ahí que Emincar tuvo que capacitar al personal, en especial 56 técnicos, en un perfil integral con conocimientos de minería, geología y tecnología, para su meta de lograr anualmente 100,000 toneladas de zinc y 50,000 toneladas de plomo, así como desarrollar potencialmente en el futuro las reservas de oro, plata y cobre de la zona.
“De ellos, 24 compañeros hoy se entrenan en Perú, en una planta en operaciones, porque en Cuba no tenemos fábrica de plomo y zinc”, precisó Hernández, para quien es clave que el personal “toque el proceso directamente” antes de echar a andar la planta cubana.
“La planta fue pensada como una inversión en el tiempo, con una alta calidad y capacidad, que puede permitir 30 años más de operaciones”, informó Hernández.
La actual mina tiene reservas para 11 años al ritmo productivo proyectado y luego se extraerá por otros 10 años plomo y zinc del yacimiento de Santa Lucía, ubicado a un kilómetro del de Castellanos, y donde también se ubica una localidad costera, parte del municipio de Minas de Matahambre.
En las alturas de la planta que aún no se concluyó, la técnica de seguridad Felicia Despaigne supervisa que los obreros usen los medios de protección. Con 18 años de experiencia en la minería, ella es una de las pocas mujeres que trabajan directamente en el área de producción, donde se perciben los mejores ingresos.
“No hay tantas, en el área somos tres mujeres, y habrá algunas otras más. El resto está en las oficinas y los servicios”, explicó a IPS la trabajadora del emprendimiento donde la fuerza femenina representa 10%. “A mí me gusta la minería y estar cerca de la producción”, compartió esta vecina de Santa Lucía.
“Esto va a repercutir mucho en la población porque vamos a tener mayor vida, va a mejorar el salario y el trabajo”, valoró. “Al cierre de la mina de Matahambre muchas personas se quedaron desvinculadas [desempleadas]”, recordó la integrante de una familia con arraigo minero.
El esposo de Despaigne trabaja como perforador en Geominera y el hijo de ambos es uno de los artilleros en Castellanos. “Antes el trabajo era más extractivo, sin ver los riesgos ni los daños de los mineros, ahora se le garantizan todos los medios de protección, hay mejor confort y ambiente laboral”, comparó la supervisora.
Sobre carteles gigantes, pequeñas pancartas y murales informativos, la fábrica está salpicada con mensajes como “Por tu familia”, que insta a los trabajadores a seguir las normas de seguridad en los trabajos de alto riesgo, por los que reciben un ingreso promedio equivalente a $130 mensuales, muy por encima de la media nacional.
“Indiscutiblemente la explotación de estos yacimientos propicia y facilita recuperar los empleos que en un momento estuvieron perdidos”, dijo Miosotis Alonso, subdirectora de la Dirección Provincial de Trabajo de Pinar del Río, la provincia adonde pertenece Minas de Matahambre.
“El proyecto se está nutriendo de trabajadores que tuvieron experiencia en la antigua Mina Capitán Alberto Fernández (de cobre) y de jóvenes que tienen una tradición familiar minera”, enfatizó. “Antes del proyecto, Minas (de Matahambre) estaba entre los municipios con más desvinculación de la provincia, sin opciones de empleo”, reveló a IPS.
Compartió que su dirección, que vela por el cumplimiento de las normas laborales, observó en las visitas a la zona que “el estado anímico de las personas en el municipio es favorable porque mejoran los ingresos económicos y la empresa aporta con un impuesto sobre sus utilidades a las arcas del municipio”.
Directivos cubanos y extranjeros de Emincar aseguraron que es cero el impacto contaminante a la población más cercana. Resaltaron medidas de cuidado ambiental como una capa de plástico sobre la presa de cola (con los residuos), hermeticidad en las descargas de mineral y tratamiento y reciclaje de aguas residuales en el proceso.
En medio de una nueva recaída económica, Cuba intenta recuperar el sector minero para mantener sus extracciones de níquel asociado a cobalto, mármol, zeolita, petróleo y gas asociado, y pequeñas cantidades de oro; además de explotar sus reservas de plata, zinc, cobre, plomo, cromo y otros minerales no metálicos.