Aquí hay gato encerrado… y la expresión no solo surge del refrán popular que utilizamos cuando buscamos manifestar desconfianza sobre un asunto o sospechamos la existencia de un más allá de lo que está a simple vista. Surge de un caso real, de un verdadero gato encerrado en una vitrina del edificio Domingo Marrero Navarro de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras.
Se trata de “Hay gato encerrado, un insólito caso de abandono”, instalación artística que muestra, precisamente, un felino atrapado entre la dejadez y el olvido del edificio de Estudios Generales, que aparentemente lleva más de tres años allí.
“El gato lleva ahí desde el 2012. El hecho de que lleve tres años o más, porque nosotros lo descubrimos ese año, quizás lleva más tiempo, pues significa que no ha habido un movimiento para sacarlo o taparlo, pero ni eso se ha hecho”, destacó David Tait, uno de los estudiantes que descubrió al animal en ese entonces. Más adelante, escribió un cuento sobre el gato como parte del Grupo de Estudios Semióticos (GES), al cual pertenece. Es ahí, en el GES, donde nace la idea de la exposición.
Según Tait, el propósito de la exposición recaía en arrojar luz sobre la manera en que pasamos por alto mucho de lo que vemos o experimentamos diariamente y de forma tan usual.
“Estamos trayendo a estudiantes y personas que pasan por aquí para que vengan y vean al gato porque creo que es algo que no se ve. No es porque la gente no pase por aquí, es porque hemos tomado ciertas posturas en torno a nuestro mirar de las cosas. Se ha vuelto tan normal el que veamos el edificio dañado, deteriorado y el hecho de estar todo el tiempo viendo eso y que se haya vuelto normal, nos hace dejar de verlo. Ya no nos interesa que el edificio este dañado o pintado de tres colores diferentes”, finalizó Tait.
La actividad, que comenzó a las nueve de la mañana y se extendió hasta las dos de la tarde, proponía visibilizar el estado de deterioro en que están las estructuras del Recinto a través de un simulado acto fúnebre o de santificación para el gato.
Alrededor de 300 personas formaron parte del público, compuesto en su mayoría estudiantes y profesores del campus riopedrense quienes debían esperar en fila antes de ver al felino, o expresar su sentido pésame. En ella, había una muestra de ocho fotografías del edificio DMN y el estado actual de su estructura. Una vez el ujier, vestido de negro, daba el permiso, los asistentes pasaban por las cortinas negras y se enfrentaban al ya bautizado San Felino por alrededor de un minuto. Luego, otro ujier situado dentro del pequeño espacio, ambientado con velas blancas y Media vita in morte sumus como música de fondo, reproducida una y otra vez.
“Me trae muchos pensamientos en cuanto a la estructura de la Universidad. ¿Por qué eso está ahí? ¿Por qué no se han dado cuenta que está ahí? ¿Por qué lo ignoran si es que saben que está ahí? Ahí hay un problema de estructura que se ve en esa esquinita”, se cuestionó Jaime López, estudiante de la Facultad de Humanidades al salir de la exposición. “(La exposición) es morbosa pero creo que el morbo cumple una función bien necesaria en las artes y esto yo lo veo como una instalación artística que causa shock, una reacción fuerte de la gente”, continuó López.
Muchos estudiantes salían de la exposición con una sonrisa en sus rostros causada por la incredulidad, mientras que otros no encontraban la manera de entender la situación que enfrentaron.
“Fue muy extraño pero es impactante también. El edificio está deteriorado y el gato va acorde con eso, que lamentablemente lleva ahí desde el 2012. Todavía estoy procesándolo”, confesó Verónica Vázquez, estudiante de la Escuela de Arquitectura.
Además de eso, una vez los participantes observaban al gato, debían pasar por la mesa oficial para firmar el libro de asistencia y recibir un cuento escrito por Tait sobre su encuentro con el felino y una estampa alusiva a la santidad del animal. Se le refiere como un santo ya que el gato se ha preservado casi intacto durante todos estos años en el mismo lugar sin recibir intervención humana.
La estampa lee:
Oh gloriosísimo San Felino,
patrono y guardián del abandono,
óyenos. A ti, cuyo cuerpo no ha
conocido la corrupción de la carne,
rogamos que tu favor interceda ante los
que ignoran el deterioro creciente de
nuestras edificicaciones. Que tu virtud
alcance a hacernos conscinentes de
nuestra propia acción simbólica y que,
defendidos del siniestro demonio de la
Obviedad por tu poder, seamos testigos
de nuestras prácticas inmediatistas y
encubridoras.
Amén.
Esta actividad es una manifestación que forma parte de “Arqueología del habitar”, investigación del Grupo de Estudios Semióticos – Logos, taller intelectual formativo de carácter interdisciplinario orientado a la investigación del entramado de fuerzas y de sentidos que entretejen nuestra acción simbólica.
Este proyecto de Logos propone revelar hallazgos sobre prácticas culturales que se atestiguan en las edificaciones del primer centro docente del País.