En el Festival de Apoyo a Claridad 2017, frente a las dos tarimas del evento que lleva 43 años gestándose en solidaridad con este periódico, bailar pareció ser lo mismo que vivenciar una forma de la libertad.
Las viñetas de cuerpos en movimiento se repitieron desde el 16 hasta el 19 de febrero en los predios del estacionamiento del estadio Hiram Bithorn ante las voces de Roy Brown, Andy Montañez, Mapeyé, Los Pleneros de la 23 Abajo, Ausuba, Yuba Iré, Lizbeth Román, Plena Libre, El Macabeo, Misa e’ Gallo, La Muza, Así Somos, Atabal y Pirulo y la Tribu, entre otros.
Como estos, más hacedores de la cultura puertorriqueña formaron parte de la programación, y distintas formas del arte se dieron cita en el festival.
Loíza presente
Desde hace 10 años, el colectivo Agua, Sol y Sereno (ASYS) -dirigido por Pedro Adorno- convoca a alumnos para confeccionar máscaras durante el festival. La estudiante de la Escuela Superior Vocacional Nueva de Loíza, Ashaneia Santos Andino, por ejemplo, participó este año por primera vez en el taller. La joven de 16 años se propone estudiar Administración de Empresas en la Universidad de Puerto Rico. Indicó que busca a menudo participar en proyectos de este tipo, que le representen una oportunidad para visitar otros horizontes.
Junto a Ashaneia, 11 alumnos más, dos maestros y un consejero, con barro, papel maché y maicena entre los dedos, crearon máscaras inspiradas en la cultura africana – las cuales formaron parte de una comparsa presentada el domingo por ASYS. Los educadores que dijeron presente lo fueron Jorge Rivera Rohena, de arte, y Nelson Casillas Hernández, de reparación de motores, así como el consejero del plantel, Patricio Willmer Vicencio.
Bajo la misma carpa, todos lucían concentrados, relajados, se hablaban cada cuanto, para ofrecerse ayuda, para sonreírse. Hubo bullicio y música en el aire, pero también un murmullo, tranquilidad, una forma distinta de la libertad.
En una esquina de la carpa bajo la cual trabajaron, sobre una mesa rectangular, descansaron cuatro cabezudos, figuras de fuerza simbólica: Oscar López Rivera, Filiberto Ojeda, Ramón Emeterio Betances y Carmen Febres Alméstica, presidenta del G-8 Inc.
En resistencia
Este año el Festival fue dedicado ‘al pueblo en resistencia’. En sintonía con dicha dedicatoria, residentes en Peñuelas, gestores de la lucha contra el depósito de cenizas en dicho municipio, izaron la bandera de Puerto Rico durante la segunda noche del evento.
Mientras la mono estrellada fue ganando altura –con una inmensa imagen de Oscar López Rivera como trasfondo- Lizbeth Román entonó la versión revolucionaria de La Borinqueña.
Desde la superficie plana, los ojos de Oscar parecieron divisar los cuerpos cantando, los puños alzados, los niños atentos, los rostros curiosos, las miradas al cielo, el murmullo.
Minutos antes, una abuela caminó con su nieta entre artesanías, así como decenas de jóvenes con sus padres y tíos. Algunos transitaron entre mesas para alimentar la vista, agarraron uno o dos de los artículos a la venta –jabones, pantallas, carteras, serigrafías, libros, dulces, faldas, gorras, camisas- miraron las etiquetas, sumaron y restaron en sus cabezas, y siguieron su rumbo. No todos pudieron comprar. Y así, cientos.
Pero cada noche, sin falta, cuando cientos cargaron sus sillas plegables hasta el frente de la tarima principal, entre trazos sonoros, al menos seis, siete cuerpos, lo mismo de chicos que de mayores, se desplazaron por el suelo en libertad –porque algo tiene el baile, es una poderosa fuerza que nos mueve.
A continuación, más miradas al festival por el lente de Ricardo Alcaraz: