Por: Joyce González
Emprender una historia de vida asombrosa y poder tener la dicha de recibir un homenaje en vida por ello, a los 101 años de edad, no suele suceder todos los días. El empresario español e incansable colaborador de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y del País, Francisco Carvajal, lo logró ayer. Los aplausos no se hicieron esperar cuando el presidente de la UPR, el doctor Uroyoán Walker Ramos, decretó: “En virtud de los poderes que me confiere la ley, en nombre y en representación de la Junta de Gobierno, confiero al señor Francisco Carvajal la distinción de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Puerto Rico”.
La ceremonia, celebrada en el Anfiteatro 1 de la Facultad de Estudios Generales, comenzó al compás de una melodía de piano tocada en vivo. Francisco Carvajal estaba sentado en medio del escenario y la luz iluminaba su rostro, como quien reconoce a un ilustre. Mientras sostenía una hoja de papel, sus manos delataban que padece de la enfermedad de Parkinson, pero su actitud serena reflejaba una vitalidad digna de admirar. Aquella imagen era la de una vejez galardonada en todo su esplendor.
Cuando leí algunas de sus vivencias, volví a posar mi mirada sobre él con asombro. Preso durante la Guerra Civil Española. Entregado al Servicio de Investigación Militar. Ingresado en la Escuela Popular de Guerra en Paterna, Valencia. Teniente de Caballería. Herido dos veces en batalla. Exiliado a los campos de concentración de Francia. En fin, una gran historia contenida en un gran hombre.
Francisco Carvajal formó parte de un grupo de exiliados españoles acogidos por la UPR y por el proyecto de renovación económica y social Manos a la Obra. Carvajal no libró batallas únicamente en el mundo bélico, sino que luchó por la UPR y sus ciudadanos. En 1942 se trasladó a la Isla y desde entonces reside aquí. En 1949 fundó la compañía Olympic Mills en Guaynabo para la producción integral de textiles. A mediados de los años 70, Carvajal llegó a poseer siete compañías que empleaban a más de 2,000 trabajadores puertorriqueños.
Actualmente, la Fundación Carvajal Narváez de Puerto Rico aporta $100,000 anuales a la UPR, con el fin de promover la preparación de estudiantes de escuela intermedia y superior, provenientes de residenciales públicos, en su proceso de ingreso a la Universidad.
La Fundación también persigue la democratización de la educación. Así lo evidencia una de las frases de Carvajal: “Yo lo que quiero es ser consecuente con mis ideas, y lo que deseo es que el mundo esté mejor repartido”.
Durante el reconocimiento a su extraordinaria labor social y educativa estuvieron presentes los miembros del claustro, personal no docente, decanos, rectores, la Junta de Gobierno de la UPR, un grupo de estudiantes del Centro Universitario para el Acceso, el Cónsul de España en Puerto Rico y, por supuesto, sus familiares.
Tanto el Presidente de la UPR, como la doctora Ethel Ríos Orlandi, rectora interina del Recinto de Río Piedras de la UPR, destacaron la importancia de la figura de Francisco Carvajal.
“Hoy honramos la vida, el trabajo, la visión, el compromiso social y el legado de don Francisco Carvajal Narváez, un gran visionario, una figura internacional que deja una profunda huella en sus dos patrias, España y Puerto Rico. Una persona que ha dado verdadera cátedra del significado de la palabra humanismo, con su tenacidad, trabajo, dedicación, y voluntad”, expresó el doctor Walker Ramos.
De igual forma, Ríos Orlandi apuntó a que Carvajal “se unió a nuestra Universidad, la Universidad nacional, posibilitando múltiples proyectos y actividades que abarcan tanto las Ciencias Naturales como las humanas y sociales, y adelantan el compromiso con la democratización de la educación”.
Finalmente, el homenajeado dirigió unas palabras a los presentes. De pie, y con bastón en mano, demostró que a sus 101 años posee una memoria tan infinita como el mar y tan llena de hermosos recuerdos como un niño. Al tiempo que hablaba, muchos en el público secaban las lágrimas que provocaban sus anécdotas.
“Yo estoy un poco aturdido porque este es un momento que no había vivido antes. Esto me emociona. Estoy viviendo para mí un momento inolvidable y que me ha llegado a lo más profundo de mi alma y mi corazón. La universidad pública es el germen, la base y la esencia del futuro de la humanidad. No es cuestión de coger a unos muchachos y enseñarles a leer y escribir, enseñarles algo de historia o de geografía. Es hacer un buen ser humano, esa es la verdadera satisfacción”, declaró Carvajal.
“Yo he estado con la UPR de corazón a corazón”, aseguró con una alegría inmensa que fue palpable para todos los que fuimos testigos y cómplices de su entusiasmo.