
Al ingresar al departamento donde vive el periodista Gabriel Levinas en la porteñísima Avenida Corrientes, Argentina, se advierten dos cosas: la primera, que no es un periodista más. La segunda, que se emana arte en cualquier rincón de su hogar. Sus pinturas decoran todo el comedor y el living, e incluso una escultura que imita a la histórica “La Piedad” de Miguel Ángel, pero con un “Jesús” apuñalado y con un arco de fútbol representando una curiosa metáfora. Fundador de la revista “El Porteño”, surgida en el año 1982 en la agonía de la Dictadura Militar argentina, marcó un símbolo dentro del modo de hacer periodismo. Hoy se desempeña como director de PlazadeMayo.com; un medio digital que plantea nuevas vías de comunicación y circulación de información entre usuarios y periodistas. A continuación, su mirada y sus pensamientos sobre la profesión que desempeña y su forma de realizarla.
¿Cuál crees que es el rol de un periodista y como definirías al periodismo?
La base del periodismo es, para mí, detectar aquellas cosas que pueden ser de interés para la sociedad, que puedan servir para evidenciar situaciones que son ocultas, ya sea la existencia de un pueblo aborigen invisibilizado, como empezamos a hablar en El Porteño. Otra función es encontrar lo que el poder quiere ocultar: chanchullos, corrupción, negociados, abusos de poder. Después hay periodistas más especializados en ciertos temas, desde la cultura hasta el deporte. Pero también en esos lugares existe la posibilidad de desenmascarar. Después la propaganda, la hacen los partidos políticos, los gobiernos, las empresas. No hace falta un periodista. Creo que en eso que está pasando hoy en día entre el periodista militante y el no militante me parece que encierra un error enorme en el concepto inicial. Ninguno de los dos debe militar ni para una empresa ni para un gobierno.
¿Cómo surge “El Porteño” y cuál crees que fue su punto más notable e innovador?
El Porteño surgió de casualidad, con la intención de hacer una revista cultural, pero la situación política del momento era tan pesada que terminó incidiendo y la convirtió en una revista política inmediatamente. Primero empezó lateralmente, buscando la forma de hablar, tratando de que sea posible sin que nos impidan salir. Y fuimos probando hasta donde. Cuando nos pusieron una bomba nos dimos cuenta de que ya no podíamos parar. Nos dimos cuenta de que teníamos que darle para adelante. Teníamos que hacerla. La revista sirvió para cambiar un poco la forma de hacer periodismo. No tanto por el contenido en sí de cada nota sino por la ensalada. Porque habíamos metido cosas adentro que antes nunca hubieran estado: indios, prostitutas, homosexuales, derechos humanos, presos políticos, presos comunes. Todo eso junto daba un condimento muy fuerte y poderoso que en sí mismo, independientemente de la calidad de cada una de las notas, creo que fue lo más notable que hicimos.
¿Qué diferencias distingues entre el modo de hacer periodismo en la época que participabas en “El Porteño”, con el trabajo que hoy en día realiza el equipo de “PlazadeMayo.com” a partir del uso que se le da a las nuevas tecnologías?
Creo que hay distintas maneras de entender las tecnologías, y hay distintas maneras desde el periodismo de aprovecharlas. En un caso puede ser simplemente un lugar para obtener información y utilizar la movida de comunicación para hacer más fácil la producción de un diario o de una revista. En una época uno estaba en una redacción con gente escribiendo, muchas máquinas, correctores, pruebas de galera, un montón de cosas que hoy la computadora te las saca. Se hace más sencillo. Uno puede estar trabajando con un periodista de Córdoba como si fuese un periodista que está trabajando en la redacción y el tipo estar en Córdoba o en Taipéi. Ese es un tipo de diferencia que es la que en general se está utilizando. Después hay otras cosas que son tal vez, las más jugosas que muestra hoy Internet. Yo me imagino que quizás si hoy tuviese la edad que tenía cuando empecé El Porteño, a mí no se me ocurriría hacerlo en papel. Lo haría directamente en Internet. Eventualmente sacaría algo, algún papelito para que alguno se lo pueda guardar en la biblioteca. Lo haría además aprovechando con la mayor de las posibilidades a la gente, que está involucrada en la red de algún modo. Primero porque es una fuente impresionante de información. Las redes sociales, Twitter, Facebook por ejemplo. Yo me manejo mucho más con Twitter. La realidad es que, al mismo tiempo, por un lado con algunos me puteo y todo, pero por otro lado con otros me ayudan a pensar notas, a hacer notas, a buscar información.
Entonces si uno logra utilizar ese cúmulo de información que está ahí al alcance de la mano, que es información de primera mano, comprometida sola y simplemente con la verdad, con estar ahí, y que no es algo que esta procesado por otro, es muy beneficioso para el periodismo. Plaza de Mayo es todo producción propia, y gran parte de esa producción está hecha con ayuda de la gente. Directa o indirectamente. A veces directamente nos ayudan a hacerlas, nos tiran ideas y nosotros las resolvemos. Me imagino que si Plaza de Mayo se hubiese hecho en Estados Unidos, la participación de la gente sería mayor. Porque están más acostumbrados a este tipo de participación. Esta es una sociedad que, teniendo herramientas fabulosas para poder sacarle poder al poder y tener más poder la propia sociedad, no lo hace.
¿Crees que estos cambios en el modo de aprovechar las tecnologías para hacer periodismo, desprestigian o generan algo negativo en él como profesión?
Yo creo que la sociedad argentina en todos los aspectos relevantes que tengan que ver con profesiones y actividades está totalmente desprestigiada, ya sea el periodismo, la medicina, la política, la justicia, incluso los abogados, los sindicalistas, los empresarios. Todos han demostrado una enorme corrupción, incapacidad y subordinación a intereses. El periodismo lo sufre, y le pasa lo mismo que al resto de la sociedad. Los periodistas somos personas igual que los demás.
¿Piensas que las nuevas tecnologías como Twitter provocan cambios? ¿O piensas que la misma sociedad es la que cambia y demanda nuevos usos respecto a la comunicación y la tecnología?
Yo creo que sí están provocando cambios y necesariamente. Primero porque es factible desde allí y ya ha pasado muchas veces, disputar poder y modificar conductas respecto al mismo. Creo que la capacidad democratizadora de la Internet y las redes sociales es enorme. Si sabes usarla, es un arma poderosísima. En muchas cosas nos iguala con los más poderosos.
¿Qué piensas de “Conectar Igualdad” u otro tipo de políticas de Estado de distribución de tecnologías?
Yo creo que, de una manera más sutil, es igual que un Plan Trabajar, o un Plan Argentina Trabaja, porque en realidad siempre se vuelve a lo mismo. Mao Tse Tung decía que “No hay que regalar pescado, sino que hay que enseñar a pescar”. Y ninguna de las cosas que hace el gobierno en esas cosas las hace con la intención de que esas capas sociales a donde apuntan las medidas, asciendan de una clase más baja a una clase media y que sea independiente. Ellos buscan que esa gente siempre los necesite, para que siempre los vote. Hacen cálculos. El gobierno nacional podría hacer 200 mil, 250 mil viviendas al año. ¿Y por qué no las hace? No porque no tengan la guita para hacerlas, sino porque hicieron un cálculo: si yo hago 250 mil casas por año son 1 millón de familias, que van a estar agradecidas por un tiempo. Si yo en vez de poner esa plata en vivienda, que multiplica enormemente la economía, porque cuando vos haces una casa compras ladrillos, cemento, madera, hierro, calefones y todo eso genera un movimiento en la economía muy fuerte, da mucho trabajo, es contundente. Si en lugar de hacer eso, que alegra a 1 millón de familias según este gobierno, yo reparto ese dinero, yo puedo hacer que 10 millones de familias estén contentas con eso planes, y esa gente me vota seguro. ¿Entonces para que voy a poner la guita en 1 millón, si puedo poner la guita como colecta en 10 millones? Con lo cual, lo que están haciendo es tirar plata, y Conectar Igualdad es lo mismo.
Primero, funciona a los pedos: las maestras no saben un carajo, no saben enseñar, no tendrían por qué estar pagando licencia de Microsoft. Estás obligando a chicos ya de movida a entrar por esa vía, cuando hay tantas otras vías para entrar a Internet sin usar Microsoft que son mejores, gratuitas. Es ideológicamente jodido eso. Además tienen el enorme problema de que en muchísimos lugares no hay conectividad. Y hay que enseñarles a los chicos que aprendan a pensar, a buscar información. Los colegios sacan chicos mucho más pelotudos. Y no hay ninguna capacidad de planificación en el Gobierno y eso está muy claro. Son, como dijo una amiga,“Fundamentalistas de la coyuntura”: lo único que les importa es resolver las cosas ahora. Lo que pase mañana no les importa un carajo.
¿Cómo ves la relación entre el Estado, el Arte y la Cultura desde tu lugar de artista plástico?
No saben nada, no entienden nada. Son unos burros al cuadrado. Lo tienen a ese tipo Coscia y aPacho O’Donell que son de lo peor. Son coimeros, no entienden nada, son muy bestias. Había un tipo que viajaba con Videla, cuando iba por todo el mundo a decir que éramos “derechos y humanos” y haciendo propaganda: Rogelio Polesello. Tienen que hacer un monumento de la“Vuelta de Obligado” y van y lo meten a Polesello. ¿El único tipo que no tenían que poner, van y lo ponen? No saben nada. No tienen la más puta idea. Confunden cultura con espectáculo, le dan manija a lo que tiene que ver con el espectáculo para hacer ruido y eso es todo. Y ahora se vieneArtépolis, que va a ser otra enfermedad. Pero van a estar todos los tipos que viven de ellos.
¿Qué sensaciones percibes respecto a la labor del periodista hoy?
Siento que te aprietan mucho, te rompen mucho las pelotas como hacía muchos años que no pasaba. El acceso a la información está muy restringido, especialmente por este gobierno [de Argentina].
*Entrevista realizada en el Microcentro, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el día 11 de junio de 2012.