Aunque desde su anuncio oficial ha recibido innumerables críticas, la película Ghostbusters llega hoy a las salas del país para divertir a todo el público que allí se de cita y, de paso, cerrarle la boca a quienes prefieren criticarla sin haberla visto.
Para algunos, la sinopsis es esta: cuatro mujeres recrean una película del 1984, originalmente protagonizada por cuatro hombres, con el fin de atemperar la historia a la era de lo políticamente correcto y la llamada igualdad. Para otros: cuatro mujeres cómicas y de diversos estilos unen fuerzas para personificar a las futuras heroínas de la ciudad de Nueva York ante un cataclismo ocasionado por fantasmas.
¿Quiénes son las cazafantasmas esta vez? Kristen Wiig, en el papel de la profesora Erin Gilbert; Melissa McCarthy, como la científica Abby Yates; Kate McKinnon, en el rol de la ingeniera Jillian Holtzmann; y Leslie Jones, como Patty Tolan, quien más conoce la ciudad. Entre las cuatro logran mantener la película entretenida y a buen ritmo. Las pocas fallas del libreto, escrito por Katie Dippold (The Heat, Parks and Recreation) junto a Paul Feig, son superadas por el talento de estas actrices.
La película abre el espacio para contextualizar un poco en cada personaje, algo que su predecesora no hace. Además de ser cómicas, cada una tiene una característica que las define y las obliga a crecer a lo largo de la trama. Gilbert, por ejemplo, se ve obligada a olvidar su sometimiento e inseguridades para realizar sus sueños. Yates es perseverante y recupera una parte de ella que había perdido a lo largo de los años. Holtzmann y Tolan, por su parte, logran poner a prueba sus habilidades, ya sea al construir armas o ejecutar su memoria histórica. Así, nos vamos amoldando a este nuevo grupo paso a paso y no parece una imposición mágica de la película que dice “aquí están tus heroínas, acéptalas”.
De Wiig, McCarthy y Jones no hay quejas. Sin embargo, en el caso específico de McKinnon, su personaje es quien menos habla y raya en el estereotipo de la persona extraña del grupo. Es por eso que a veces su actuación parece forzada, ya que construye esta personalidad sobre la suya propia. Al hacerlo, parece más una extensión de sus apariciones en el programa Saturday Night Live, donde se caracteriza por este tipo de roles singulares. En un “skit” de pocos minutos es excelente, pero en un largometraje no encaja bien. No obstante, sus mejores momentos son cuando enseña efusivamente todos los aparatos construidos para la cacería de fantasmas, pues es cuando más honesta parece.
De la misma manera, al ser protagonizada por mujeres, la película toca temas pertinentes en la discusión sobre la igualdad, ya sea disfrazado de broma o como parte de la trama. Si la película del 1984 presentaba a los cazafantasmas como héroes, en el 2016 son presentados como un grupo insólito y toda forma que aporte a desacreditarlo será bienvenida. Igualmente, cómo las mujeres son más que un interés amoroso. En esta película nadie se enamora, excepto quien se reencuentra con una pasión que creyó dejar en el pasado.
Entre los demás personajes, tenemos a Kevin, recepcionista interpretado por Chris Hemsworth. Por alguna razón resulta muy gracioso que Hemsworth actúe como un cabeza hueca de buena apariencia. Tal vez se debe a que el público ya se acostumbró a verlo como el dios Thor en las películas de Marvel. En Ghostbusters, es un bufón la mayoría del tiempo, pero entretanto, ayuda a poblar de risas momentos que de otra manera serían monótonos. En cuanto a otros personajes, hay algunas sorpresas, que son esperadas pero eso no le quita lo agradable.
Dirigida por Paul Feig (Spy, Bridesmaids), el filme logra mofarse de toda crítica, a la vez que combina exitosamente las diferentes personalidades de sus protagonistas y resulta en un producto entretenido. Hasta cierto punto, Ghostbusters 2016 arregla las fallas de Ghostbusters 1984.
Ante el cariño de muchos hacia la versión original, protagonizada por Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis y Ernie Hudson, Feig no podía pretender separarse de ese legado por completo. No obstante, utiliza estos elementos a su favor en su mayoría, con una que otra falla. Esto último se debe a que, cerca del final, se recurre por segunda vez a una referencia a la película original. Entonces, la repetición en ese aspecto resulta un poco molestosa en vez de provocar risa o evocar la nostalgia.
El enfrentamiento final también se basa en un elemento de la película original y le faltó emoción. Francamente, pareció innecesario y esa batalla se vio opacada por las demás luchas contra fantasmas más pequeños dadas antes. Los enemigos del camino resultaron mejores en todos los sentidos que el final.
Desde el año pasado, la película ha recibido innumerables críticas. Gran parte de ese odio se debe a que, además de ser un relanzamiento de la original (1984), sus protagonistas son mujeres. También, los usuarios de las diversas plataformas digitales han destruido la canción oficial, cantada por Fall Out Boy y Missy Elliott, y original de Ray Parker Jr. en las secciones de comentarios. Aunque pueda inclinarme a pensar que tengan razón en cuanto a la canción, lo cierto es que es una reinterpretación y nunca quedará igual a su originaria. De cualquier modo que fuera cantada, sería blanco de críticas.
En cuanto a la película, las críticas no tienen fundamentos, pues Ghostbusters (2016) es pura comedia y entretenimiento veraniego que podría dar pie a una franquicia sólida si continúan así de bien. No es una obligación haber visto la película original para disfrutar de este “reboot”. Ciertamente se gozaría más con esto en mente, pero no le quita validez a la actual.
El público disfrutará desde la primera escena, los créditos y la escena después de ellos. La manera en que presentan los créditos, acompañados de fotografías y pequeñas escenas cómicas amortigua la espera. Para los fanáticos de la original, la escena les parecerá interesante. Para quienes se enfrentan por primera vez a los Ghostbusters, sabrán que algo más grande se avecina.