
En la segunda entrega de nuestra serie Héroes del Deporte Latinoamericanos nos vamos de viaje a Brasil para conocer la huella que han dejado El Rey Pelé y Royce Gracie, luminarias del fútbol y las artes marciales, respectivamente. Pelé- Fútbol O Rei. Así le dicen los brasileños para afirmar que es el mejor futbolista del mundo, lo que usualmente ocasiona conflictos con sus vecinos del sur. Pero si es cierto que los argentinos tienen razones de sobra para ensalzar la figura de Maradona como el mejor de siempre, los brasileños también, pues el “jogo bonito” de Pelé es de carácter legendario.
A mes y medio de cumplir los 16 años de edad, Edison Arantes do Nascimento debutó en el fútbol grande brasileño con el club Corinthians de San André, marcando un gol en un partido amistoso ante el Cubatao. Dos años después, en 1958, pasaría a formar parte de la selección de fútbol de Brasil, siendo su rapidez y bestial habilidad ofensiva la bugía de aquel equipo que conquistara la Copa Mundial ese año. “Cuando Pelé marcó el quinto gol en aquella final, debo ser sincero y admitir que me dieron ganas de ponerme a aplaudir”, dijo Sigvard Parling, defensor de Suecia en la final del Mundial ’58, dónde anotó seis goles en cuatro partidos, acaparando la atención del universo en la barrida 5-2 que Brasil le propinó a la escuadra sueca. Ahí no quedó la cosa. No satisfecho con convertirse en el jugador más joven en ganar una Copa Mundial, Pelé guió a Brasil a repetir en 1962. Brasil resbaló en 1966, pero en el Mundial de 1970 volvió a la cima, com Pelé alcanzando fama mundial gracias a apariciones en cine y televisión. Entre 1957 y 1972 anotó 77 goles, siendo así el máximo anotador hasta el momento con la selección de Brasil. En junio de 1975 ignoró ofertas del club América de México, del AC Milan y el Juventus de Italia y del Real Madrid para unirse a los Cosmos de Nueva York, aceptando el reto de propagar el fútbol en el amplio territorio estadounidense, que hasta el momento lucía enajenado al resto del mundo. Incluso, realizó una gira con su propio equipo de estrellas, llevando el fútbol, en calidad de exhibición, a muchos lugares donde no era muy conocido, como San Juan de Puerto Rico, donde se presentó a finales de los setenta, en el Estadio Hiram Bithorn. El impacto O Rei en el fútbol mundial solidificó para siempre a Brasil como una potencia mundial. La figura de Pelé, llena de carisma, fue la que quizás ayudó a mercadear el fútbol a nivel mundial, y a esparcirlo en las zonas más pobres del planeta. Más que nada, es el héroe de varias generaciones de brasileños que no dudarán en afirmar que el suyo es el futbolista más grande de la historia. Además, sirvió para institucionalizar el deporte en un Brasil en plena evolución industrial que aún definía su identidad como pueblo. Superestrellas como Ronaldo, Romario y Kaká se criaron viendo a Pelé en vivo o en vídeos, asegurando por muchos años la cosecha de futbolistas brasileños. “Nunca tuve ídolos”, dijo Romario durante el Mundial de 1994. “Pero como no podía ser diferente y soy brasileño, y como buenos brasileño, Pelé es nuestro dios, al menos es el mío. En lugar de llamarse fútbol el juego debería llamarse Pelé”. ¿Alguna duda? Royce Gracie- Artes marciales mixtas No fue fácil decidir incluir a Gracie entre los atletas latinoamericanos de gran impacto pero su calidad de leyenda en el deporte profesional de mayor crecimiento actualmente y las tendencias futurísticas de los deportes de combate le abrieron una ventana. Las artes marciales mixtas es la competencia en boga, la que anda adueñándose de la atención de fanáticos de los deportes de combate en todo el mundo, la que de súbito puso los ojos del mundo en Brasil y en los practicantes de las distintas disciplinas de combate que existen allá, como la centenaria ‘kapoeira’ y el ju-jitsu brasileiro, creación de Helio Gracie, padre de Royce. Royce Gracie irrumpió en la liga de artes marciales mixtas conocida como Ultimate Fighting Championship (UFC) a principios de la década de los noventa, conquistando tres títulos en pesos distintos en menos de 13 meses y venciendo vía rendición a varios oponentes mucho más pesados que él.
De pronto, con apenas 170 libras de peso y estatura de poco menos de seis pies, al éxito internacional de Gracie convirtió a Brasil en una finca de peleadores de artes marciales mixtas, siendo el factor de disciplina inculcado por el clan Gracie la característica principal del peleador brasileño. Irónicamente, Gracie arrojó positivo al anabólico andralona en 2007, luego de vencer al más joven púgil japonés Kasushi Sakuraba. En un deporte que aún busca su identidad, no obstante, la huella brasileña quedó inmortalizada en su fundación.