A una semana de plazo para la celebración de la segunda vuelta de las elecciones generales en España el domingo 26 de junio del 2016, las encuestas más recientes -celebradas entre el 12 y el 18 de junio-, no han cambiado demasiado los resultados obtenidos en las primeras elecciones nacionales de diciembre del 2015.
El Partido Popular (PP) vuelve a ser el más votado, pero sus posibilidades de formar gobierno son tan efímeras como en diciembre pasado y dependen de que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y CIUDADANOS los apoye. Los pactos postelectorales son tema obligado cuando persiste la sensación de un virtual bloqueo, de todos contra todos, entre las aspiraciones de cualquiera de los candidatos a ser investidos presidente. Varias preocupaciones son compartidas en todo el país: ¿Se podrán poner de acuerdo las fuerzas políticas con opciones? ¿Habrá que celebrar unas terceras elecciones? ¿Prevalecerán las fuerzas de la izquierda? Todos los candidatos hablan de diálogo y acuerdos, todos saben que tienen que pactar pero ninguno admite que su partido pueda perder los escaños alcanzados en las pasadas elecciones.
En el lado de la derecha, el bloqueo institucional lo hace CIUDADANOS al PP. Los reclamos del primero se endurecieron la semana pasada sobre todo en el tema de la corrupción y su exigencia de que el PP debe regenerarse, comenzando por la substitución de Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones desde diciembre. CIUDADANOS ha expresado claramente que no pactará con el PP si no se substituye a su presidente. Esto ciertamente reduce las posibilidades de un entendimiento entre ambos partidos y podría ocasionar dos cosas: (1) que los indecisos cierren filas con el partido, ante el avance de la izquierda, para mantener la derecha en el poder; (2) que estos voten a favor de CIUDADANOS para asegurar la regeneración del liderato de las fuerzas conservadoras del país, aunque arriesguen perder el gobierno. Es decir, mantener una consigna de conservadores sí, corruptos no. Por su parte, el PP reclama que lo dejen gobernar si es el más votado y para ello llama tanto a CIUDADANOS como al PSOE a formar una gran coalición al estilo de otros países europeos, todo para evitar, que el “radicalismo” de PODEMOS + Izquierda Unida(IU) o UNIDOS PODEMOS domine al país. Las dos fuerzas convocadas rechazan la viabilidad de esa coalición.
En el lado de la izquierda, tampoco se vislumbra la consumación de un pacto que está sugiriendo insistentemente PODEMOS al PSOE ahora que le favorecen las encuestas. Pacto que no fue posible en diciembre pasado, cuando PODEMOS, con menos diputados y votos, no apoyó la investidura del socialista Pedro Sánchez que le superaba en ambos renglones, entre otras cosas, por haber pactado con CIUDADANOS un partido de centro derecha. El desprecio que Pablo Iglesias, presidente de PODEMOS, le hiciera a Pedro Sánchez en diciembre, se repite constantemente por el liderato socialista en esta campaña, de forma que muchos analistas sugieren que el PSOE se ha convertido en la cofradía del santo reproche contra PODEMOS. En castellano, éstos plantean que la izquierda no advino al poder en diciembre por culpa de PODEMOS. Por su parte, este último llama a mirar hacia el futuro, consolidar un pacto de izquierdas, que sumarían hipotéticamente 166 de los 176 que le son necesarios para poder gobernar y que aritméticamente necesitarían además, por lo menos 10 escaños más que provendrían ya sea de: Ezquerda Republicana (ERC, nueve escaños), Convergencia Democrática de Cataluya (CDC, ocho escaños), el Partido Nacionalista Vasco (PNV, cinco escaños) o la Coalición Canaria (un escaño).
En la práctica y después de las elecciones del 20 de diciembre del 2015, el PSOE ha apoyado a PODEMOS en Madrid, Cádiz y Barcelona, mientras PODEMOS ha hecho lo propio por el PSOE, para que forme gobierno en Baleares, Aragón y la Comunidad Valenciana. También sus programas coinciden en la inmensa mayoría de sus políticas sociales y gran parte de las políticas económicas. El mayor reto del posible pacto PODEMOS UNIDOS y PSOE es precisamente la posición divergente que ambos tienen sobre el futuro del reclamo nacionalista en Calaluya. Ambos defienden que se deben hacer reformas sustantivas para cambiar la relación entre el gobierno central y la comunidad autónoma. También, que Cataluya se mantenga dentro de España. La diferencia es que PODEMOS permitiría a los Catalanes realizar un referéndum, que solicitan desde hace años, para decidir su futuro, aunque clarificando que harían campaña en contra. El PSOE no permitiría ese referéndum porque temen la división de España y entienden que su propuesta de un modelo de estado federado como Estados Unidos de América reduciría la inconformidad de los catalanes.
El PSOE arriesga mucho en esta segunda contienda, no sólo el no prevalecer en las elecciones sino ser substituido por PODEMOS UNIDOS como la segunda fuerza política en el país. De todas formas, el PSOE es el partido que moldeó la democracia española, ha gobernado el país por más tiempo a partir del 1978 y prácticamente desarrolló todo el andamiaje de bienestar social conocido hasta ahora desde una posición afirmativa de una social democracia más asertiva. Como estandarte histórico, está en una encrucijada difícil, su desempeño durante la crisis, entre el 2008-2011, no fue el mejor, ahora se enfrenta sin quererlo a tener que escoger entre pactar con la centro-derecha de tendencia neoliberal o una izquierda más radical adosada de cierta promesa populista, difícil de conciliar con las políticas de la UE, la Troika y el Fondo Monetario Internacional, en momentos de grandes complicaciones en el conjunto de los países miembros de la Unión.
PODEMOS presenta el mejor promedio de alza en los sondeos pre-electorales y en cierta forma eso se debe a su pacto electoral con Izquierda Unida. La combinación es perfecta, PODEMOS es hegemónica con el electorado menor de 40 años e Izquierda Unida (IU) aporta los votos “con canas” de más de 50 años. PODEMOS se ha convertido, en apenas dos años, en la primera fuerza política en Barcelona y en el País Vasco, derrotando ampliamente a los partidos nacionalistas, cosa impensada en un pasado reciente. En estas elecciones es el más que tiene por ganar, por lo menos está cómodo para prevalecer con cinco escaños adicionales (en Tarragona, Valencia, Málaga, Teruel, Murcia y Las Palmas) y podría añadir unos siete adicionales (en Madrid, Vizcaya, la Coruña, Cáceres, Guadalajara y Castellón) para un total de 12, en aquellas circunscripciones donde el margen de votación para el último escaño se limita a una diferencia de menos del 1% del electorado, lo que es equivalente a entre 2,000 y 6,000 votos. Este fenómeno se repite en 22 de las 52 circunscripciones electorales en que se divide España y PODEMOS está presente en 12 de esas contiendas y con opciones de prevalecer.
El gran perdedor en esta pasada semana, es el PSOE que sigue estancado en los resultados de las encuestas y las proyecciones al futuro no les ayudan. Las proyecciones son que UNIDOS PODEMOS lo superará tanto en votos como en escaños y podría perder entre cinco y diez escaños en esta contienda. La estrategia de su campaña, cuestionada por muchos, ha sido llamar a los socialistas a participar masivamente en las elecciones, cero abstención como en el pasado y atacar duramente con todas sus fuerzas a PODEMOS UNIDOS. Este último ha determinado no atacar al partido socialista, aclarando que necesitan construir un pacto hacia el futuro.
En esas mismas encuestas el oficialista Partido Popular (PP) mantiene alrededor del 30% de su electorado, a pesar de las antipáticas políticas que ha implantado a través del cuatrienio, sobre todo con su conservadora reforma laboral, destructora y precarizadora de millones de empleos, y los problemas de corrupción de un número significativo de sus líderes –más de medio centenar a través de todo el país-, incluyendo todos los miembros de la cúpula del PP en Valencia que fueron acusados y condenados por problemas de corrupción, incluyendo apropiación, malversación de fondos y prevaricación. A pesar de esto, el PP se mantiene como el partido más votado.
Fuera del fenómeno de PODEMOS, los tres debates (debate Económico, debate de los cuatro candidatos y debate junto a periodistas) que se llevaron acabo la semana pasada, muy poco afectaron la orientación de votos de los ya definidos en sus opciones. De acuerdo a los sondeos televisivos y de las redes sociales, Pablo Iglesias de Podemos resultó el ganador en el debate de los cuatro candidatos y su correligionario Alberto Garzón (Presidente de IU) hizo lo propio en el debate económico. Eso, sin embargo, no ha cambiado la tendencia de reducción en el número de votantes, que se proyecta descenderán de una participación de 73.2% en los comicios de diciembre del 2015 a 70.4% si se celebraran hoy las elecciones. El por ciento de indecisos parece aumentar del 30 al 33% en los pasados seis meses.
Lo cierto es que todo indica que se repetirá la historia y ningún partido podrá formar gobierno si no es a través de un pactos con sus opositores. En el sistema español, una vez celebradas las elecciones, se realiza una primera votación de investidura, lo que requiere contar con 176 escaños del Congreso de los Diputados. Si no se obtienen, la segunda votación de investidura, que se celebra dos semanas más tarde, requiere que se obtengan más votos a favor que en contra para ser electo presidente. Eso hace posible que los partidos se abstengan y no voten en contra, pero no garantiza la gobernabilidad porque sus medidas de gobierno podrían ser derrotadas fácilmente por la oposición.
Hasta el momento, la única ruta de viabilidad no contradictoria sería el pacto UNIDOS PODEMOS y PSOE con el apoyo de algunos escaños nacionalistas. También, podría la derecha formar la gran coalición que sugiere el Partido Popular, lo que requeriría al PSOE negar sus postulados históricos y aventurarse a co-gobernar con los neoliberales. La ecuación no es sencilla, ya veremos que sucede el próximo domingo.