Esta vez de la mano de Matthew McConaughey y el director Stephen Gaghan, otra vez Hollywood nos obliga a ver una película en donde el personaje está tan obsesionado con hacerse rico, que nada ni nadie a su alrededor cobra una centésima de importancia como el dinero.
El problema más grande aquí, sin embargo, es que la película Gold fracasa en alcanzar el desempeño óptimo de sus personajes y la trama, relegándola a un recuento soporífero de cómo un hombre se burló de los grandes inversionistas de los Estados Unidos.
Protagonizada por McConaughey, Édgar Ramírez y Bryce Dallas Howard, el filme toma muchos elementos prestados de The Wolf of Wall Street, American Hustle o hasta The Big Short, ya sea en los temas y el modo de narrar con voz superpuesta (“voice over”), el uso de escenas retrospectivas y la fijación por las ganancias monetarias.
El panorama de esta película intenta asemejarse bastante a las otras películas mencionadas.
Kenny Wells (McConaughey), como un hombre de negocios en la ruina, se une al geólogo Michael Acosta (Ramírez) en busca de oro en una selva en Indonesia. Juntos, se convierten en las personas más cotizadas por grandes inversionistas, cuyas finanzas determinan el curso de la economía norteamericana.
Wells, al igual que su personaje en The Wolf of Wall Street y el de Leonardo DiCaprio, se codea con los ejecutivos del mercado pero su negocio no tarda en sufrir una gran caída.
Me atrevo a decir que Gold es la versión “Great Value” de Wolf of Wall Street, y aún así se queda corta. El fracaso es atribuible al trabajo del director (Gaghan) y al libreto tan vago y latoso. No cuenta con un buen desarrollo de personajes o trama. Ante esto, podemos deducir que los creadores de Gold pensaron que esta sería la mina de oro de McConaughey, ganador del Oscar en el 2013, y por eso él sería capaz de llevarla al éxito.
El protagonista no padece grandes infortunios a lo largo del filme. Cuando se le ve tocando fondo, no pasa mucho tiempo entre el problema en sí y su solución, por lo que su vida regresa, o al menos parece retornar, a la normalidad. Igual, no aprende ninguna lección de sus vivencias y, si algo, descubre nuevas maneras de engañar en el futuro.
A su lado, intentan sobresalir Acosta (Ramírez) y Kay (Howard). Sin embargo, estos actores pasan a un segundo y tercer plano. El libreto les da poco espacio para destacarse, ya que los limita a fungir como un accesorio para el protagonista. Son tan prescindibles que la ausencia en la pantalla no es extrañada.
En términos generales, resulta muy fácil perderle el interés a esta película una vez nos sentamos a verla. Si bien es parcialmente basada en hechos reales, el intento por sobrecargarla de elementos pomposos solo la desinfla.
Así, Gold se une a la lista de filmes situados luego de la recesión económica que muestran cómo los protagonistas lograron entrampar al “sistema” y se hicieron ricos. ¿A las cuántas películas comenzaremos a aburrirnos de este tipo de puestas en escena? Gold es un buen comienzo.
No cabe duda que, a la hora de decidir qué película ver esta semana, es más prudente escoger otro de los estrenos.