
Guillermo Guasp Pérez es intuitivo. No suelta prenda sin pensarlo dos veces. Por lo regular, argumenta con serenidad y escucha con detenimiento.
Al parecer, estas características las lleva a todos lados –incluso a nuestra entrevista en la redacción de Diálogo. Pero más allá de que sean inherentes a su función como presidente del Consejo General de Estudiantes (CGE) del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPRRP), son necesarias para cumplir lo que Guasp Pérez reconoce como uno de sus más grandes retos: aunar las diferencias ideológicas que permean en la institución.
Ese desafío de lograr que tantos grupos converjan lo vive reunión tras reunión, en conjunto con sus deberes de estudiante, hijo y hermano. Su vida, como la de tantos otros representantes estudiantiles, esconde un hilo de sacrificio y pasión que va más allá de lo que se reporta en los medios o se experimenta en una asamblea.
“El representante estudiantil tiene que estar claro que tendrá que hacer sacrificios personales y académicos. Y si ese representante estudiantil no está consciente [de eso], no va a dar su 100% y se volverá cómplice del inmovilismo”, reconoció el gallito, que desde su primer año de universidad –en el 2011– forma parte de los cuerpos de representación estudiantil.
Para Guasp Pérez, un día normal comienza a las 6:00 a.m. y puede terminar pasada la medianoche, aunque entre risas reconoció que “a veces los viernes hago trampa y me levanto más tarde”. Junto a los demás miembros del CGE, representa a 15,729 estudiantes en reuniones de comités, en el Senado Académico y en las demás instancias de la administración universitaria.
“El trabajo de presidente es uno bien burocrático, que va desde lo más básico como la delegación de tareas, hasta redactar una carta o asegurarse de que los miembros cumplan con lo asignado, porque el fin de la presidencia es conglomerar a todos los miembros de una directiva y si uno falla, por consiguiente, toda la directiva falla”, explicó el estudiante de ciencia política y economía.
Ser parte del consejo también supone estar preparado para recibir presiones de todas partes. Por un lado, la administración y el negocio constante sus intereses con los reclamos del estudiantado. Por el otro, el estudiantado mismo, que en ocasiones vocaliza su inconformidad y falta de representación. Y en medio, las presiones político-partidistas que, confiesa Guasp Pérez, han llegado hasta su familia.
Pero el trabajo que conlleva su posición no ha desplazado lo que desde el principio fue su motivación para entrar al CGE: cambiar la situación de los universitarios.
Esto lo llevó a ser representante estudiantil de la Facultad de Ciencias Sociales ante el CGE, donde después iría escalando –como secretario de actas, secretario ejecutivo y vicepresidente– hasta el puesto que ocupa actualmente. Aceptó que nunca se visualizó como presidente, porque “cuando uno entra lo hace pensando en el presente”.
Querido por el estudiantado
El desempeño de Guasp Pérez representando al estudiantado riopedrense ha hecho que sea apreciado por gran parte de la comunidad universitaria. Hay quienes afirman que el apoyo que recibe como presidente no se había visto en años.
Esto quedó evidenciado durante la segunda asamblea de estudiantes, celebrada el pasado 15 de abril en el Teatro del Recinto de Río Piedras. En medio de los trabajos, Guasp Pérez se retiró porque tenía la presión alta. A la hora, y después de un chequeo médico, regresó a la asamblea. Y allí, lo recibieron con gritos y aplausos, cual artista de rock aclamado por los fans.
Estudiantes reciben al presidente @guillermoguasp entre vítores. pic.twitter.com/kj26JOG95l
— Ronald Ávila-Claudio (@ronald_avila1) April 5, 2016
Asimismo, sus frases “vamo a calmarno” y “vamo a escucharno” se han vuelto virales entre los estudiantes, a través de un meme que ejemplifica a un pokemón mencionándolas. Lo curioso es que cada vez que en una asamblea hay gritos y discusiones caldeadas, sus “muletillas” –como las llama– logran, entre carcajadas, relajar a los miles de estudiantes.
Para Guasp Pérez, los aplausos y los gritos le “chocaron”, porque “no siempre se recibe un insumo o retroalimentación de que estás haciendo bien o no el trabajo”.
No obstante, no cree ser el presidente con “mayor aceptación”. Por el contrario, mencionó que “no todo el mundo me acepta, por lo polarizador que es ser el presidente del CGE”.
“Yo por lo menos interpreto, desde el aspecto más humilde de mi ser, que es un sentido de respeto por mi ejecución y mi forma de tomar decisiones. Trato de obviar siempre mi opinión, porque al final yo soy el presidente y debo ejecutar lo que decide un colectivo, lo que decide la asamblea. A veces es frustrante, porque tengo que apoyar decisiones y opiniones que en plano personal no apoyaría”, agregó.
Por otro lado, adjudicó su percance de salud en dicha asamblea al estrés de sus compromisos diarios y porque está próximo a ser estudiante graduado. El semestre siguiente, comenzará una maestría en Administración Pública en la Universidad de Syracuse en Nueva York, y el mismo día de la asamblea era la fecha límite para llenar la solicitud de vivienda en el campus.
“El endeudamiento que conlleva ser estudiante graduado le sube la presión a cualquiera”, bromeó.
Sobre su labor como presidente, señala que el tiempo no ha sido suficiente y que “se pudo haber hecho más”.
“Cuando me gradúe voy a haber estado tres años en el CGE y cada vez más es un sentido de insatisfacción”, lamentó. A su vez, señaló que el principal obstáculo para que se aprueben las propuestas del estudiantado es la dilación en el proceso de tomar decisiones en la UPR.
“Tenemos un sector docente y no docente que siempre está en la universidad. No son cambiantes y ellos no lo ven de esta manera. La pregunta es, ¿cómo le hacemos ver que tiene que haber un cambio? Por eso me voy con un sentido de decepción, porque nunca podemos lograr mucho por eso”, detalló.
Sobre el cariño de su familia y el futuro
Guasp Pérez se declara suertudo por contar con el apoyo de toda su familia para cumplir con su labor.
Destacó que sus padres, estén de acuerdo o no con las decisiones que él defienda, lo respetan y reconocen que es un joven con criterio propio y que no da un paso sin antes analizarlo. Sostuvo, sin embargo, que estos no vacilan en intervenir siempre que sea necesario, sobre todo para recordarle que “tienes que cumplir con la responsabilidad para la cual aspiraste y fuiste electo”.
Su futuro aún no está claro. Por el momento, sabe que le espera una maestría en Estados Unidos y que le interesa el área de la administración pública que abarca la política fiscal, monetaria y económica. Le preguntamos si lo veremos en una papeleta, como a tantos otros miembros de los consejos estudiantiles.
“No es que tenga miedo de sumarme al reto si es que algún día lo decido, pero entiendo que uno puede aportar más desde otro lado. Todavía estoy en un análisis si seguir hacia el doctorado o solicitar trabajo. Pero me gustaría ser empleado de carrera, ese es el que suda la gota gorda”, expresó.