GUADALAJARA, MEXICO. En el ejercicio periodístico: ¿es válido y ético disfrazarse para desvelar la injusticia y la ilegalidad? La máscara ha sido la principal herramienta de trabajo del escritor y periodista alemán Günter Walraff. Se ha disfrazado de periodista sensacionalista o emigrante turco para sumergirse en las entrañas de lo monstruoso y después relatar, con lujo de detalles y vuelo literario, las desigualdades, los atropellos y las prácticas más deleznables. Habló sobre ello en la XXII Feria internacional del libro de Guadalara, México, que está en curso. Le acompañó la periodista Sanjuana Martínez, que desde su experiencia profesional (tiene un libro sobre los casos de pederastia contra religiosos católicos en su país), puso en contexto los métodos de Walraff, autor de bestsellers como El periodista indeseable y Cabeza de Turco. El desdoblamiento para la denuncia “En Alemania llaman ‘walrafear’ al método de adoptar personajes para mostrar verdades ocultas. Esto podría ser cuestionable desde la deontología periodística más tradicional. Pero la ética pasa sobre todo por la bondad y la honestidad del periodista. Lo importante es revelar la verdad”, argumentó Martínez. Para Cabeza de turco, por ejemplo, Walraff se caracterizó como un emigrante turco para conocer en carne propia las prácticas discriminatorias contra esa comunidad. El autor, de 66 años, ha manifestado que sus experimentos están siempre empotrados en investigaciones muy meticulosas y a largo plazo (vivió como turco dos años) para las cuales también entrevista a los implicados. Y es que los trabajos de Walraff se distancian de prácticas periodísticas perversas que, bajo la marca de investigativas, convierten el escándalo en un fin morboso. Su obra, por el contrario, denota un profundo respeto por la intimidad de las personas y altas dosis de compromiso social. Trabajo en equipo para sobrevivir El escritor alemán, por primera vez en México, reconoció el riesgo que sufren los reporteros de aquí cuando profundizan en el narcotráfico o la corrupcción institucional (14 periodistas han sido asesinados en el último año y 600 están amenazados) y advirtió que México es uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer la profesión, sólo detrás de Irak o Pakistán. “La opción para evitar el peligro lo más posible es trabajar en equipos, utilizar seudónimos y actuar con prudencia. No podemos jugar con la vida. Pero siempre se corren riesgos. Por eso los periodistas que por decisión propia lo hacen son los héroes de nuestra sociedad. Porque ahora el periodismo crítico es una excepción”, concluyó.