Me dispongo a responder a los que despotricaron a mi anterior artículo: Bienvenido a un campus sin botellas de agua. Lo que traje a consideración fue una tesis simple: el campus de la Universidad de Puerto Rico-Recinto de Río Piedras, no está habilitado (capacitado, dispuesto, proveído, escojan la palabra que mejor absorban), ergo: no fue una medida sopesada ni prudente prohibir la venta de botellas de agua. Pero mis queridos ambientalistas se quedaron enredados en las palabras grandes que empleé y en el primer párrafo, se obnubilaron, y procedieron a cometer increíbles y horripilantes falacias ad hominem que se le dejan pasar a una caterva carcunda de borrachos, pero que no daba crédito de que provinieran de universitarios como yo. Pero, como estamos en el ágora, ahora me permiten que me disponga a responder y despejar un poco lo que quise decir en la primera arremetida.
“¡Yo creo que a ti te falta actividad cerebral!”, empezó la primera boca que se lanzó a pelear. Curioso fue el ataque retórico más abracadabrante: “Falta de información sobre la campaña y artículo amarillista. La riqueza de vocabulario no logra enmascarar la pobreza de argumento”. Ella nunca advirtió que lo tachó injustamente como “amarillista”, pero en su respuesta no señaló ni mi argumento ni la pobreza del mismo. Es decir: dio la apariencia de que desenmascaró algo que nunca desenmascaró acusándome de que yo enmascaro mi argumento con enmascaramientos. ¿Qué adelantó al siglo XXI? Respondió a un pobre argumento imaginario que no está en el texto. A los otros ni respondo. No tienen ninguna comprensión básica de lectura. Mi gusto por las palabras grandes les puede indisponer – y les puede hacer vomitar también – pero es irrelevante a la discusión. Algunos asumieron que yo estaba inventándome el problema.
¿Es buena la intención? Sí. Eso no lo refuto. Pero el camino al infierno está pintoreteado de buenas intenciones, ¿se conocen ese refrán? Hasta el día de hoy siguen los clientes pidiéndome bebidas azucaradas a falta de botellas de agua. Hasta el día de hoy sigue el campus careciendo de las fuentes necesarias para que cada quien traiga su termo. Pero cómo le hago para que entiendan estos hechos. ¿Que nadie se va a morir por esto? En efecto, nadie se va a morir, pero eso es otro desvío demagogo como el que apunta que uso las palabras grandes para minar la credibilidad. No es que vaya a haber una hecatombe de estudiantes deshidratados, como se arrojaron a decir, es que el campus sigue careciendo de lo necesario para la prohibición.
Viajar ilustra, dijo Voltaire. Ilustra porque si en otros lugares vemos que la gente vive mejor que en el nuestro, podemos traernos de allá alguna respuesta redentora al problema local. En el aeropuerto de Houston, por donde estuve recientemente, vi las fuentes que hacen falta aquí. Hay en Naturales (in fact) y en Derecho (of course). El resto del campus, según el argumento de los respondones falaces: no se van a morir porque no tienen suficientes fuentes de agua. Bien, añado que una amiga mía que hizo su doctorado en Cornell y que ha estado en la Universidad de Texas y otras universidades ha constatado la disponibilidad de las fuentes que aquí faltan:
Además de esto, miren lo que hizo un noble conciliábulo de estudiantes diligentes para notificar de la precariedad de la que sufre en este respecto el campus:
Gracias a los estudiantes del Grupo de Estudios Semióticos por tomarse esta iniciativa ignorada por el grupo de estudiantes de No más botellas. Esto es en el Edificio AJBR. Un edificio nuevo. ¿Alguien se ha dado la vuelta por las ruinas de Humanidades o la mugre acumulada en Música? No, yo uso palabras grandes y soy un ejemplo – según uno de ellos – de un ser humano desinformado y creído que no sabe nada de la campaña. Pues miren bien: aquí estudio, aquí me muevo, aquí trabajo vendiendo café con leche; si no he oído nada de la campaña, ¿en dónde es que la están llevando a cabo que no me he enterado?
Amigos, la contienda mía es que hasta que el campus no cuente con fuentes como las que ostenta Derecho, no debieron prohibir la venta de botellas de agua. Es repulsivo que se dieran tremendo pavoneo cibernético de que fuimos los primeros en tomar una medida fulminante sin tener el radio bien habilitado. Ponerle estampitas “Agua limpia y gratis” a las fuentes destartaladas que apenas cuelgan de las paredes, no es una movida eficaz ni suficiente. Repito: no es suficiente. Hago un llamado al Consejo de Estudiantes para que se revoque esta prohibición hasta que no se cumpla a cabalidad con lo que requiere esta implementación. Con la debida instalación de fuentes que nos aseguren un agua limpia, entonces procedamos a todo lo demás y que cada quien traiga el termo que prefiera. Demostremos que somos el primer campus del país haciendo el revoltillo bien. Incluso algo tan elemental y lirondo como hacer un revoltillo requiere una buena planificación.