Helen Ceballos está llena de signos; por ser quien es, por ser negra, mestiza y jabá. Esto también habla de todos los tránsitos que lleva por dentro. Por su voz, por como puede transformar su voz, porque está poblada de acentos. Su cuerpo es territorio de creación, es donde siembra y extrapola significados; su única patria, el espacio que habita.
“¿Cómo de repente te puedo hablar como una dominicana porque mi mamá la tiene [la raíz] ahí? ¿Y cómo de repente puedo teñir un poco la voz porque viví en Buenos Aires? Porque si te estás montando en una guagua en Buenos Aires y quieres que el chofer te entienda, tú le dices: ché chofer, ¿Dónde me dejás?”, entonó la actriz.
Migrar implica movimientos continuos, por eso quien se traslada lo hace desde la energía que trae consigo el ajetreo, la circulación y el desplazamiento. Están quienes migran de forma definitiva al espacio que cada uno acoge como suyo en busca de condiciones favorables; pero también están quienes se lanzan a otros países de forma temporal, vuelven, se arrojan, y regresan otra vez al mismo lugar.
A la performera le interesan los temas de migración y el de su cuerpo como espacio virginal: la sexualidad, el erotismo desde las afueras de la mujer, el coito y todo lo que tiene que ver con el universo de la vagina en relación con la virgen. La artista siente que entre estos temas existe un diálogo, por eso conversa.
“¿Quién soy yo en este terreno y quién voy a ser cuando este vídeo llegue a las redes?, se cuestiona mientras aborda otra de las inquietudes que ha investigado a través del performance.
Para Helen, existe una relación entre la voz que habla y la búsqueda que las personas hacen de sí mismas. “Su yo real y su yo virtual”, ese algo que es manipulado por el otro y por el resto del andamiaje que contienen esos “yo” virtuales. Estas son las pulsiones que por el momento mueven a su artista.
“Hay ciertos tránsitos que te ayudan a la supervivencia, a que el paso de nuestras fronteras cotidianas sea más fácil”, compartió.
En términos económicos sus pretensiones futuras nunca han sido ambiciosas. Vive con lo poco, subsiste con lo necesario y autogestiona espacios para que, quienes como ella se dedican al arte, calmen la ansiedad que muchas veces les arropa.
Ha sido desde esta óptica que sus habilidades artísticas le han permitido subsistir, ser polifacética y encontrar un balance muy próximo a la felicidad. Aquí es cuando se deshace de los objetos y solo se queda consigo misma.
El despegue“Digamos que siempre fui muy curiosa. Me gustaba leer desde pequeña, escribir y escuchar. Había algo que tenía que ver con la lectura de la gente y sus comportamientos, algo que siempre me erotizó a nivel artístico”, reconoció al recordar cómo comenzó a transitar las rutas que la llevaron hacia las artes escénicas.
La inquietud por realizar un viaje artístico surgió a sus nueve años, pero no fue hasta los 17 -con unas clases de fotografía- cuando comenzó a descubrir modos de mirar a través de la imagen, el vídeo, la palabra, la tergiversación de la realidad y el interés por entrar al terreno de lo lúdico, lo mismo que al espacio del juego y la diversión.
Un fin de semana sí y un fin de semana no, esta actriz emprendía un viaje desde el área metropolitana hacia el Centro de Adiestramiento de Bellas Artes de Aguadilla (CABA). Iba con una manada de adolescentes artistas. Tomaban clases de baile, teatro, artes visuales y música.
Luego entró a la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras. Estudió psicología, drama, educación y literatura. Se graduó con un bachillerato en Estudios Interdisciplinarios.
“Entendí que no existía una vía recta hacia esto que tiene que ver con la formación académica o con la formación de la vida, que uno va bebiendo de muchas aguas y que quien menos esperamos, de repente se convierte en nuestro maestro”, manifiesta al reconocer que en sus tránsitos se ha encontrado a sí misma como maestra.
Su ruta
“A mí me gustó más el viaje, esta cosa que tiene que ver con lo nómada, con estar aquí, con estar allá. Poder investigar un grupo que me interesa, poder tomar un taller con aquel otro”, confesó.
Al momento de estudiar su maestría, Helen se encontraba en Buenos Aires con muy poco dinero; trabajando mucho; estudiando mucho; viviendo con lo poco, pero con muchas ganas de hacer y crear.
No encontraba ningún grupo en Argentina que la invitara a formar parte de alguna propuesta, pero, de tanto ensayar la autogestión, al final sucedió que comenzó a ingeniárselas, hasta que se vio envuelta en un diálogo consigo misma.
– Hola, ¿podría usted formar parte de esta plataforma?
– Sí, puedo. Yo puedo, ¡vamos!
De ahí nació Mezcolanza, de la autoconvocatoria y de una pieza de performance que presentó en Casa Brandon, un bar ubicado en Argentina o -como Helen le llamaría- “un lugar precioso en Buenos Aires”.
Al terminar su presentación, la dueña del bar quiso que Helen se presentara el próximo mes con otra pieza. Y ella, que desde hace rato tenía en la cabeza la idea de armar un colectivo, buscó pares, desarrolló una manada de artistas y comenzó a crear interlocuciones.
“Si algo me ha enseñado el trajín diario en Puerto Rico es que juntos es mas fácil. Y este, por ejemplo, era un trabajo que con los muchos se iba a dar mejor”, manifestó.
Hoy, Mezcolanza es un evento internacional de variedades que dura de dos a tres horas. En piezas cortas artistas rigurosos y entregados trabajan desde el verbo crear. Se han presentado intérpretes, pero generalmente esta plataforma híbrida es hogar para artistas que tengan sus propios conceptos y piezas escénicas.
Aquí, el trabajo de la performera consiste en hilvanar de manera orgánica esta Mezcolanza. Hace la curaduría. Traza rutas y establece lazos entre artistas que, aunque no compartieron juntos el proceso creativo, trabajaron sus piezas en un momento histórico particular.
Este año Mezcolanza cumple su cuarta visita al Festival Loisaida en Nueva York. Se ha presentado en distintos países latinoamericanos, incluyendo Puerto Rico, y ha colaborado con otros artistas en la República Dominicana. Este año espera presentarse en España.
“Han sido esos tránsitos, migraciones y fronteras donde verdaderamente puedo dar cuenta de un aprendizaje”, expresó al recordar a la directora teatral Rosa Luisa Márquez.
“Recuerdo que ella -cuando dirigía el Teatro Rodante- alentaba a sus estudiantes para que viajaran y, gracias a esas ideas de movilización, se armaron varios grupos. Fuimos a Brasil y conocimos a Augusto Boal, fuimos a Ecuador a conocer el grupo Malayerba, fuimos a Perú y conocimos al grupo Yuyachkani”, añadió.
En momentos de mucha búsqueda, la artista hizo del viaje su ruta. El desplazamiento se había convertido en su modo de operar. Transitaba espacios. Aprendía a través del movimiento.
“Siento que me fui del País contenta y bien porque sabía de dónde venía. Y no sabía para dónde iba, pero lo iba a saber”, pausa. “Lo iba a saber”, reflexionó.
Los encuentros
Para Helen, sería bien bonito alcanzar en su memoria experiencias específicas e intentar decir algo puntual. Lo que sucede es que este ejercicio es uno que continúa haciendo en sus migraciones.
“Yo me he podido encontrar muchas veces con mi rol de productora, porque siento que atenta contra mi artista. A veces la empujo y le digo que quiero ser artista, pero después la abrazo”, confesó.
La productora en Helen es la que organiza, la que gesta, la que abre caminos para que vengan otros. Su artista es, en cambio, la que expresa sus inquietudes través de la tergiversación de la realidad. Ella misma se mueve y lleva a donde sea.
Tiene en su interior deseos de manifestarse. Son muchas las ganas de volver a la academia y estudiar un doctorado, pero todavía no encuentra el cuándo. Sabe que la rutina de estudiante es distinta a la vida de la actriz, de artista y productora. Pero, aun así, continúa buscando rutas.
Quiere generar un espacio para seguir adelante con su plataforma artística, pero también ansía espacios para su artista, que -aunque convive y comulga con Mezcolanza- es distinta. Helen también tiene sus ideas y quisiera llevarlas a escena, a pesar de que existe un andamiaje social y político que no considera el oficio de artista como parte indispensable en la sociedad.
La entrada al desasosiego
“Los huracanes [Irma y María] vinieron a visibilizar lo que ya estaba mal, lo que ya estaba frágil”, denunció.
La Casa Ruth ha estado cerrada desde el 18 de septiembre de 2017 y no se sabe por qué. Mientras tanto, la artista polifacética, quien dirigía este espacio, construye una trinchera; una pared para que más artistas se unan y se fortalezcan.
“Es como aguantar la respiración a ver qué pasa, a ver cuándo se acaba esto, a ver cuándo volveremos a respirar en un espacio más hóspito, porque ahora no lo estamos haciendo… se nos cayó todo”, lamentó.
Fue desde esta misma caída que surgió una iniciativa para ayudar a una comunidad de envejecientes. Un proyecto que tuvo sus orígenes desde la pulsión de la organización puertorriqueña en la diáspora, Acacia Network. La iniciativa se llamó Ráfaga Solidaria, como la nombró Kairiana Núñez Santaliz, también actriz y compañera de arte y vida de Helen.
Las necesidades de estos ancianos fueron cambiando. Muchos de ellos aún estaban en shock. No salían, no guiaban, no se habían comunicado con sus parientes. Por eso, mas allá del agua y los paquetes de arroz, estas personas necesitaban -y necesitan- que las atiendan.
“Nuestros roles fueron mutando, pero el caos sigue. Lo que pasa es que a mucha gente le llega la luz y se le olvida”, apuntó la artista que continúa descubriéndose en su búsqueda.