“¿Dónde está Bobolandia? ¿Qué es Bobolandia?”, cantaban algunos 30 jóvenes vestidos de blanco detrás de Peter Schumann al inicio de la primera “historia cantada” que se presentó en el patio interior del Museo de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Un estribillo tonto, en apariencias, estaba desbordado de un profundo sentido de conciencia social y política. La Cantastoria de Bobolandía así como la Cantastoria de Gaza, cumplieron con las características de esta antigua forma teatral, en la que un actor narra una historia valiéndose de imágenes o pinturas a las que alude en determinados momentos de la narración. Pero, como ha sido el caso en el siglo XX, el canto se aprovechó para narrar la historia que no forma parte de los medios de comunicación“mainstream” o de mayor difusión. En la primera historia, Schumann, presentó las siete maravillas de “Bobolandia”; entre ellas, la electricidad, el supermercado, la Ilustración, la democracia y la libertad. El actor, fundador de la compañía de teatro alternativo ‘Bread and Puppet Theater’ en el 1963, expuso su texto en inglés mientras que Rosa Luisa Márquez iba traduciéndolo al español, cuidando muy bien el tono, el ritmo y sentido original de la obra.
A modo lúdico, se abordaron asuntos que, a juzgar por las risas -tal vez de complicidad- invitan a la reflexión sobre las vidas que vivimos en nuestras sociedades civilizadas. “Usted toma su vida natural, y usted se la ofrece a su jefe. Y su jefe no dice gracias, pero le da dinero de vuelta”, decía Schumann delante de una pintura de un árbol de navidad diagonal con pez azul en un recuadro anaranjado dibujado en un lienzo cuadrado que sostenían los jóvenes en la parte central posterior. “Y usted dice: ¡Oh, ¿no es maravillosa la economía?!”, continuó el actor, nacido en Silesia. “Usted está libre porque no está en la cárcel” sentenciaba Schumann mientras que indicaba que “en su lugar alguien sí lo está”, provocando la ya esperada respuesta del coro: “¡Oh, ¿no es maravillosa la libertad?!” seguido por el estruibillo cantado: “¿dónde está Bobolandia?…”
La Cantastoria de Gaza fue la pieza que le siguió. En esta pieza el actor retomó su violín, el mismo con el que el día anterior se presentó en Taller Cé, y emprendió un llanto casi a gritos con el cual pretendió comunicar la realidad de los niños en Gaza. Sin embargo, ese canto violento y desgarrador, que iba acompañado por el cantar sostenido y grave del coro en la parte de atrás, constituyó una denuncia más allá de las partes involucradas en el conflicto palestino-israel, el cual dejó recientemente un saldo de al menos 1,400 muertos, incluyendo mujeres y niños. La pieza hace un reclamo implícito a los ciudadanos del mundo que asumen el rol de espectadores ante el desastre humano. “Mientras estamos sentados sobre nuestros educados fondillos”, narró Rosa Luisa Márquez, “la radio entra en la habitación y la voz necia de la verdad organizada penetra el aire y las bombas que acompañan la radio hacen un hoyo en la pared”. Esta pieza breve, al igual que la primera, también se valió del elemento visual. En la parte de atrás, dos jóvenes sostenían unos lienzos, de una dimensión mayor a los de “Bobolandia”, que llevaban pintados unos rostros, en tonos sombríos, que complementaba la atmósfera lúgubre que dominó la pieza. “El Universo se muestra todo sangre y grita y el nombre del Universo es Gaza y a Gaza la desnudan y la rompen en pedazos. Mientras estamos sentados”, concluyó la pieza.