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El viento del huracán María sustituyó las hojas de este árbol por paneles de alumnio. (Rosa Vanessa Otero)
La misma mano de aire que agredió la copa de este árbol hasta dejarla en la desnudez de sus ramas exiguas, con destreza de artista le colgó una belleza extraña. A veces, lo inerte que el azar dispersa y desordena encuentra equilibrio y sostén, y una forma nueva, si se abraza a la vida que sufre. Sin duda, el paisaje puertorriqueño que nos dejó el huracán María recuperará su verdor antes que el país recupere su infraestructura: esa otra instalación efímera.