
De Eugenio María de Hostos, figura inconmensurable, mayagüezano, conocemos varias facetas. Hombre lleno de hombres, contuvo al educador, al escritor, al filósofo, al lúcido ensayista, al político, en fin: al hombre que marcó como carimbo a un continente con su pensamiento y accionar, amparados siempre del lado de la justicia y una ética intachable.
Fuese en Puerto Rico, República Dominicana o Chile, su huella late en nuestro siglo. Sin embargo, menos conocida fue su faceta de periodista, oficio que ejerció con el rigor y tesón que en vida lo caracterizó.
Por esa razón, la semana pasada tuvo lugar el conversatorio sobre literatura y periodismo Hostos, estética y escritura. El evento, auspiciado por el Ateneo Puertorriqueño, se llevó a cabo en la biblioteca de esta sede ante la mirada atenta de un público expectante y deseoso de participar, para reconocer una labor menos discutida que los otros oficios que destacan a Hostos.
La charla estuvo a cargo de la profesora Vivian Auffant y el periodista mexicano radicado en Puerto Rico, Mario Alegre Barrios. Auffant, quien tuvo a su haber gran parte del conversatorio, hizo un recorrido desde los inicios del periodismo en el continente y Puerto Rico, con la llegada de la imprenta, toda vez que destacó la unión entre literatura y periodismo por un denominador común: la palabra.
Daría la sensación que la ligazón entre periodismo y literatura, así como su discusión, es más vieja que andar a pie. Auffant, sin embargo, atendió con rigor histórico el trabajo de Hostos para instalarlo en su contexto. Y resaltó, entre otras cosas, los cimientos en los que se basó el ejercicio periodístico del llamado “Ciudadano de América”, a saber: la dignidad humana, una síntesis envidiable, el compromiso libertario y la defensa del derecho a la prensa como parte inherente del derecho constitucional.
En esa misma línea, la profesora hizo referencia a un texto escrito por Hostos en el siglo 19, que pareciera conservar pertinencia aún en nuestros días como ejemplo de los valores por los que se debiera regir el ejercicio periodístico. Auffant destacó que, según Hostos, este debería no sólo formar parte de la vida cotidiana, sino incidir en la sociedad para hacerla más civilizada y, en definitiva, más libre.
De La moral y el periodismo, Auffant resaltó, además, la estética clara y accesible de Hostos, plagada de un uso constante de opuestos para facilitarle al lector su cabal entendimiento, sin rayar por ello en la ligereza. Por el contrario, la síntesis fue marca de Hostos en su ejercicio periodístico. A tal sazón, los ponentes extrapolaron esa brevedad hostosiana al periodismo en la actual era digital.
¿Qué principios guiarían a Hostos en medio de la convergencia mediática? Los mismos, coincidieron los ponentes. A la pregunta del público de qué existe actualmente, en la prensa local, acerca de aquello que pregonaba y practicaba Hostos, tanto Auffant como Alegre Barrios lucieron cabizbajos.
“Yo creo que muy poco”, aseguró Alegre Barrios. “No quiero sonar apocalíptico, pero muy poco”.
Aunque el periodista y la profesora intentaron eludir el apocalipsis, pareciera que hablaran desde él. Auffant rememoró los tiempos en los que había–casi en cada pueblo–una publicación. Cabe preguntar, ¿la solución cuál sería? Sin duda, todo lo opuesto a regresar a un tiempo idílico que no fue mejor y sí distinto a este.
Según Alegre Barrios, sería mandatorio aprovechar las nuevas plataformas. Atender con igual rigor cada historia, educarse. “¿Quién es periodista?”, cuestionó, “¿el que vive del periodismo o el que vive el periodismo?”. Y remató: “yo conozco a muchos periodistas que viven del periodismo y no lo son”.
El matiz, sutil pero brutal, deja sin embargo suelta una certeza: hoy en día se presenta el espacio para que aquel que viva el ejercicio periodístico publique sus propios contenidos a muy bajo costo. Es amplio el abanico de posibilidades, dejó entrever Alegre Barrios. Y a eso invitó a los presentes.