Mientras el esmog asfixiante descendía sobre Nueva Delhi, François Richier, el embajador de Francia en la capital india, respondió el pasado lunes a las preguntas de decenas de periodistas sobre las negociaciones del cambio climático que comienzan el día 30 en París.
Los periodistas indagaban sobre el período previo a la 21 Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se extenderá hasta el 11 de diciembre en la capital francesa.
Varios se refirieron a la reunión como un hecho previamente definido y que poco o nada se lograría en ella. Otros mencionaron que lo que saldría de las casi dos semanas de discusiones, incluso entre los líderes de Estado que estarán presentes al inicio, sería un acuerdo minimalista.
Algunos incluso llegaron a decir que Estados Unidos está manipulando a la opinión pública mundial de forma tal que la COP21 sea considerada el legado del presidente Barack Obama.
“Nosotros no estamos apoyando a nadie”, declaró Richier en reacción a las acusaciones. El diplomático galo dijo que Francia se comprometió a que los 191 países participantes se pusieran de acuerdo sobre un solo documento; una tarea abrumadora, admitió. “Alcanzar un acuerdo universal es todo un reto. No estamos seguros de que tendremos éxito”, reconoció.
Pero expertos radicados en India advierten que el acuerdo de París podría terminar por favorecer a los países industrializados.
“En realidad, cuando se negocia el cambio climático se está negociando el crecimiento económico. Lo que se verá en París es el congelamiento de la inequidad”, aseguró Sunita Narain, directora del Centro para la Ciencia y el Ambiente, una organización de investigación con sede en Nueva Delhi.
Lo que ella y muchos advierten es que si los países acuerdan recortes voluntarios a sus emisiones de gases con efecto invernadero sin tomar en compromisos financieros, entonces los países más pobres o las naciones en desarrollo, como India e incluso China, verán su potencial de crecimiento limitado si el régimen vinculante llegara a adoptarse en el futuro.
Otra preocupación de quienes opinan como Narain es que la carga de las emisiones carece de toda base histórica. Las negociaciones se realizan según los niveles actuales de emisión, pero los expertos advierten que los gases de larga vida, como el dióxido de carbono o CO2, pueden permanecer en la atmósfera hasta 150 años y que las emisiones históricas deben tomarse en cuenta al evaluar los niveles nacionales.
Con los niveles de emisión de 2012, China encabeza la lista de emisores de CO2 con 29%, seguida por la Unión Europea (UE) con 27%, Estados Unidos con 16% e India con 6%.
Pero como argumentó el subdirector del Centro para la Ciencia y el Ambiente, Chandra Bhushan, si el lapso se extiende para reflejar la longevidad del gas, entonces el panorama cambia. De todas las emisiones de CO2 entre 1850 y 2011, Estados Unidos acumula 21.2%, la UE 18%, China 10% e India 2.2%.
Las negociaciones climáticas son esencialmente “sobre la economía, no la ecología. Son acerca de dividir el presupuesto de carbono, de cuánto puede emitir el mundo para mantener (el calentamiento global) por debajo de los dos grados Celsius”, destacó Bhushan.
La directora Narain fue más directa. “No estamos diciendo que Asia y África deben conseguir el derecho a contaminar. Estamos diciendo que Asia y África deben tener el derecho a desarrollarse”, dijo.
“No hay una esperanza en el infierno que la mención al presupuesto de carbono vaya a sobrevivir en el acuerdo” de París, afirmó Lavanya Rajamani, profesor del Centro para la Investigación Política de Nueva Delhi, refiriéndose al borrador de 55 páginas que está actualmente en circulación para su negociación en la COP21.
Richier concedió que los acuerdos que impliquen compromisos financieros deberán abordarse fuera del tratado principal, sobre todo porque dicho compromiso exigiría la ratificación del Congreso de Estados Unidos.
Rajamani también dijo que las posibilidades de que el acuerdo de París quede ligado a los resultados son mínimas. “Es muy poco probable que vayamos a tener compromisos”, opinó.
Narain también expresó sentimientos similares. Es improbable que temas como las emisiones acumuladas, el presupuesto de carbono y los recortes a las emisiones sean discutidos en París, sostuvo. “No es conveniente (para muchos de los países industrializados)”, agregó.
Rajamani observó que, dado lo que está en juego en París, el Sur global no debe albergar demasiadas esperanzas y mantener metas realistas. Una de ellas es poner énfasis en el proceso de revisión posterior a París.
Pocos días antes del inicio de la COP21, los representantes del gobierno francés recorrían las capitales asiáticas para concretar acuerdos individuales con los distintos países y asegurarse así un tratado digno en París.
Una de esas visitas tuvo lugar en Beijing a finales de octubre, en la que ambos países habrían acordado el examen quinquenal de los objetivos fijados de manera voluntaria. Aunque no hubo confirmación oficial del pacto, Richier defendió las visitas de sus colegas diplomáticos con el argumento de que son necesarias para mantener encaminadas las negociaciones de París.
Pero Rajamani y Narain dijeron que el acuerdo entre China y Francia tiene que ver con la revisión de las cifras acumuladas por regiones y no por cada país individual.
Sin embargo, negociadores pasados sostienen que los acuerdos internacionales siempre parecen una decepción, ya que implican concesiones en todos los ámbitos.
“Todo el mundo busca un poco más de espacio para manejarse, incluso eso es lo que India ha hecho. Es la forma en que funcionan estas cosas”, aseguró SB Agnihotri, antiguo secretario del Ministerio de Energías Nuevas y Renovables de este país.
El embajador francés rogó a los periodistas, investigadores y activistas que concedan a su gobierno el beneficio de la duda, y prometió que se abordarán las preocupaciones de los países del Sur.
“Todo tratado debe abordar los problemas de desarrollo”, aseguró. En menos de un mes se sabrá si sus palabras se habrán confirmado.