
En el año 2008, la primera edición del Coors Light Indie Rock Fest se presentó en la isla en la base Ramey de Aguadilla. Bajo un clima indeciso y las diversas lloviznas, bandas independientes de todas partes de la isla se reunieron en dos tarimas para brindar un espectáculo de gran energía e intensidad. Dávila 666, Polbo, Psiconautas y Superaquell o sólo fueron algunas de las bandas que sirvieron de preámbulo para el evento principal de la noche: la banda mejicana Café Tacuba, la cual brindó un brillante concierto de tres horas del cual nadie deseaba su fin. El resultado fue uno de los mejores eventos de música independiente celebrado en la Isla. En el 2009, el festival regresó con un clima igualmente sombrío. El “lineup” era similar, con las dos tarimas en sus lugares respectivos, y un clímax genial por parte de la banda argentina, Los Fabulosos Cadillacs. Todos felices. Es el 2010. La lluvia está más intensa que nunca dando la bienvenida al verano. Robi Draco Rosa es el gran evento de la noche, el número de bandas independientes ha sido reducido para tocar en una sola tarima, entre ellas bandas conocidas y otras nuevas al festival. Total desilusión. No hay mucho que decir de esta nueva edición del “Indie”. El evento comenzó tarde gracias a la gran cantidad de lluvia y a la poca asistencia de la gente. El evento comenzó con dos músicos electrónicos, Polidesto y Go Organ!. Este último, quien llegó vestido de astronauta a la tarima, sirvió para establecer un ambiente de disfrute con su música inspirada por los sonidos de videojuegos clásicos. Este ambiente parecía perdurar con la llegada de la banda Balún, artistas de un sonido original y novedoso que debería de estar presente en todo festival de música independiente. Tristemente su tiempo en tarima fue poco debido a un repentino aguacero y problemas de audio que no permitieron apreciar a esta talentosa banda. Tras la presentación de esta banda, otra nueva adición al festival subió a la tarima, esta vez con el audio bien sincronizado. La banda Tach. De estuvo en tarima aproximadamente media hora, pero la banda no capturó mucha atención. Esta agrupación sufre del similar problema de otras bandas puertorriqueñas que pretenden transmitir un sonido “alternative” pesado y emotivo: la monotonía. Al bajar Tach. De de la tarima, subió la banda ganadora del “Proyecto Indie”, auspiciado por Coors Light, en la que varias bandas locales compitieron por tener un espacio en el festival. Campo-Formio, la banda ganadora, le dio una inyección de energía e intensidad al evento y, con el sonido en muy buena condición, dejó saber al público por qué fueron escogidos para el evento, convirtiendo su tiempo en tarima en uno de los mejores momentos del “Indie”. Juventud Crasa proveyó su receta normal de música “punk” sin uno de sus guitarristas por la mayoría de su tiempo frente al público, pero nunca logró llegar al mismo nivel de intensidad que Campo-Formio. Ya casi a las nueve de la noche, Mima sube al escenario y la gente comienza a recordarse que están en el “Indie”. Junto a su banda, Mima canta con el público y da paso a una nueva hora de música que re-establece el ambiente característico del “Indie”, sólo para ser interrumpido nuevamente por la lluvia. Al despedirse Mima, Los Convertibles tomaron el escenario. Esta nueva banda tiene potencial y un sonido que, aunque un poco genérico, al menos logra entretener. Pero luego de esta banda, llegamos al evento de la noche (No, no fue Draco). La presencia de Superaquello, con su pura originalidad y su gran habilidad de poner a la gente a bailar y a disfrutar, fue la razón por la cual algunos en el día de hoy podemos decir que valió la pena estar de pie por más de 8 horas. Pero nada de esto podía prepararnos para lo que venía. Todos esperábamos con ansia a Draco. El espacio frente a la tarima se tornaba cada vez más claustrofóbico mientras la hora se acercaba para que Draco subiera al escenario. Las luces bajan, gente se mueve en silueta cambiando instrumentos y poniendo micrófonos, todo especial para Draco. Al fin, en la oscuridad se vio gente entrar a la tarima que no eran parte del “staff”. Entre ellos estaba Draco, que se sentó en una silla con su guitarra y comenzó a cantar una introducción al evento. De repente, el sonido intensifica, y todos en el público estamos cantando con Robi su clásico Madre Tierra. Todo se escucha perfecto, el ambiente está establecido y el concierto ha comenzado. Hasta que empieza a hablar. El primer problema es que Draco no está hablando sino más bien haciendo ruidos, claramente borracho. En este momento comienza a cantar otra canción de su disco Vagabundo: Llanto Subterráneo. En esta canción nos percatamos de que no solamente ha doblado su voz (lo cual se hizo claro una vez despegó su boca del micrófono y la voz continuó) sino de que su guitarra parecía estar apagada, ya que sus dedos aparentaban hacer más de lo que se escuchaba. Entremedio de cada canción, Robi inevitablemente encontraba algo que decir. Su mejor dicho de la noche fue: “Dios bendiga el ron puertorriqueño”. El canta-autor admitió su borrachera (no tenía que hacerlo, ya que lo teníamos suficientemente claro) y hasta admitió su uso de marihuana en un momento. Pero le atribuyó su borrachera a la muerte del tío de su esposa, la cual ocurrió más temprano en el día. Esto claramente no es excusa para emborracharse antes de tocar frente a un público fiel, pero Robi aparentemente no tomó esto en cuenta. Draco cantaba sus canciones con una cara de dolor en la que se leía su intento de terminar la canción sin arruinarla. Afortunadamente, su banda lo ayudó durante todo el camino, tocando cada canción casi idéntica a su versión de álbum. Curiosamente, la voz de Draco no estaba afectada por su alcoholismo. Cuando cantaba, era Draco; el problema es que rara vez se recordaba que tenía que pegarse al micrófono. Mayormente cantó canciones de sus discos Vagabundo y Teatro del Absurdo, esquivando por completo canciones de su nuevo disco, Draco, y de Mad Love. Esta fue una buena movida ya que dio paso a una presentación de puro “rock” (no me quiero imaginar su nuevo “jíbaro rock” bajo los efectos del alcohol). Pero esto no fue suficiente para reivindicarlo. El único momento donde pareció que podía arreglar su desastroso tiempo en el escenario fue cuando propuso cerrar con un “cover” de la canción Raw Power de The Stooges. Esperé con ansia lo que haría con una de las mejores canciones de The Stooges sólo para ver otro hombre desconocido cantar la canción mientras Robi tocaba (¿o no tocaba?) su guitarra. Robi bailó y brincó por el escenario como un borracho (obviamente) al terminar. En algunos momentos hasta replicando movidas de su tiempo en Menudo. Era obvio que en algún momento de su borrachera tocara el tema de la huelga de la UPR. Mostró su solidaridad con los estudiantes diciendo que está con ellos, ya que a él no le gusta la violencia. Además de esto, no logré entender mucho más de su discurso. Sólo entendí que no podía seguir hablando porque estaba confundido, que no entendía bien la situación y que se la explicaran por “Twitter”. Draco se pasaba sus manos por su pelo, hacia muecas y se reía sin control como cualquier borrachón en cualquier chinchorro mientras terminaba su discurso “pro-universidad” con las palabras: “No hay chavos”. No basta con decir que al final del concierto, yo estaba igualmente confundido. Cuando iba de camino hacia la salida, cansado y todavía registrando lo que acababa de ver, escuché a una persona decir: “¡Esperaba mucho, mucho, mucho más!” Sinceramente, entendí mejor estas palabras que toda cosa que salió de la boca de Robi Draco Rosa.