
Jorge “Eugene” López-Rivera, autor de la antología Fosco, presenta una literatura desconocida por muchos. El elemento que caracteriza a la literatura fosca es la atmósfera de terror, nostalgia y penumbra, por lo que los escenarios de las historias son cementerios iglesias derruidas y malditas, instituciones mentales. En este género los cuentos y las novelas buscan provocarle miedo al lector. Además de estas características, el libro de Eugene utiliza varios elementos para crear una tridimensionalidad en los personajes de sus narraciones.
El título busca que el lector sienta curiosidad por la literatura fosca. Con este libro, Eugene quiere difundir este género literario y demostrar el poder y la versatilidad de la escritura. En Fosco no todo es ficción, hay cuentos inspirados en eventos verídicos ocurridos en Puerto Rico, como Niños de Mameyes.
Diálogo conversó con Eugene sobre su proceso creativo y cómo su campo de estudio le brindó herramientas para producir esta antología, entre otras cosas.
Diálogo: ¿Qué lo motivó a escribir?
Eugene: Debe ser porque me corre por las venas. Mi papá es un poeta [que todavía no ha publicado su trabajo]. Él le escribía poemas a sus novias, a su mamá y a sus hijos, pero nunca tuvo una formación para presentarles sus poemas a personas que sepan de literatura. Desde pequeño intuitivamente empecé a escribirle poemas a mi mamá. No fue hasta después de adulto que comencé a compartir mis escritos para ver lo que dice la gente de lo que escribo.
Yo vivía en Nueva York para el evento de las Torres Gemelas. No asumas [uno de los textos de la antología] está escrito para impactar. Lo que dice, agarra todo lo que pude haber sentido en ese preciso momento. Se comienzan a derrumbar edificios, y tú no sabes por qué, porque no está temblando. Dentro de mi mente yo no podría imaginarme que esto fuese planificado por alguien. Yo podría haber entendido que fue una catástrofe natural pero organizado, no podía creerlo.
También, de repente, estando allí luego de las Torres Gemelas, perdí mi trabajo. Le dediqué tiempo a escribir. Comienzo a tomar talleres de escritura creativa y esas técnicas me ayudaron a pulir mi escritura, de manera que yo puedo traspasar al lector sin necesidad de explicarle lo que yo quiero decir en la historia.
Diálogo: Usted es arquitecto, no tiene un grado en literatura. Sin embargo ha ganado premios en certámenes literarios. ¿Qué piensa de la frase “todo el mundo puede escribir”?
Eugene: Sí, todo el mundo puede escribir. Lo que pasa es que tiene que estar dentro de las prioridades de ese todo el mundo, y escribir no es una prioridad de todo el mundo. En el caso mío es una de las primeras prioridades, no te puedo decir que es mi primera prioridad porque yo no escribo todo el tiempo. Conozco colegas que dicen que tienen que escribir por lo menos media hora todos los días, y los respeto, pero yo escribo cuando siento la necesidad de hacerlo.
Diálogo: ¿Por qué decidió incluir ilustraciones en el libro?
Eugene: Yo quería que de alguna manera antes de cada cuento hubiese una ilustración que pusiera al lector en ese ‘mood’, para lo que va a encontrar dentro del cuento. Tengo la capacidad de poder manipular fotografías, puedo dibujar. Algunos de estos dibujos son míos, otros son collages que yo monté con fotos que tengo. Ese tipo de cosa [es una herramienta] para crear ese sentimiento gráfico que yo quería que fuese la interpretación de lo que yo estaba presentando al lector y me di la tarea de hacerlo.
Hay tres [ilustraciones a color], son historias que yo personalmente se las dedico a alguien importante en mi vida y a ellos les quise dedicar un poco de color, en todo el sentido de la palabra. Hay simbolismo dentro de eso, aunque los colores no son brillantes, son colores que rompen con la armonía del libro. También, las ilustraciones están insertadas en unos puntos, cuando tú crees que todo es negro, aparece el color.