Una oreja desprendida cae; es el peso insoportable del silencio. Se han anudado las lenguas, la lira se ha cansado, ha quedado de pronto sin sonido.
(Rendijas 66)
Nos ubicamos frente al poeta José María Lima, quien se caracterizó por decir las cosas desde el margen mismo de la memoria, en su afán por trascender el tiempo que le urgía. Su mirada nos conduce más allá del horizonte, sus palabras sobresalen de la superficie fijada del papel para convertirse en el sonido y en ese eco que repercute. El poeta es poeta porque observa lo que no se ve a simple vista, porque escucha el silencio y porque sabe que el espacio en blanco de una hoja de papel le ofrece ese sitio seguro de la palabra que no se marchará sino que se quedará allí plasmada como una huella que rasgará hasta permanecer como una cicatriz entintada.
Un día será el sueño un reverso de sílabas. La arcilla reclamando lo suyo y en el aire, cadenas de palabras con un sello.
(Rendijas 177)
A Lima le tocó partir a otro plano de la existencia el 22 de abril de 2009, poco antes de que se publicara su poemario Poemas de la muerte, pero el poeta vive en su poesía. Nació en Ceiba, el 16 de agosto de 1936. Fue interdisciplinario: estudió matemáticas, tomó cursos en teatro, estudió pintura con Eugenio Granell (discípulo de André Breton), cursó un año de Arquitectura en Harvard y terminó sus estudios de Maestría en la Universidad de Berkley. Formó parte del grupo de artistas surrealistas Mirador Azul, que le sirvió para desarrollar su gusto por la imagen visionaria, el mundo onírico, el humor y la parodia. En al 1966 escribió Homenaje al ombligo, junto a su esposa, la poeta Angelamaría Dávila. En el 1982 publicó una recopilación de su obra poética de 1952 a 1982: La sílaba en la piel; en el 2001 publicó una serie de poemas ya publicados y varios inéditos bajo el título de Rendijas. Póstumamente se publicó Poemas de la muerte.
Tengo a mi haber, lo digo sin tristeza, unos agrios papeles de márgenes abiertas en donde inquietas sombras aposentan su bulto…
(Poemas de la muerte 122)
Supo que la sociedad vive de contradicciones, por ello Lima criticó: la iglesia como un engaño y una institución que no resuelve nada; la política que busca enriquecerse a costa de los demás; los burócratas que toman ventaja de los menos afortunados; el poder económico como explotador; la publicidad que busca enriquecerse; el consumismo desmedido; la insensibilidad y el sensacionalismo de los medios de comunicación masivos ante las desgracias. Lamentó el conformismo de aquellos que permiten una sociedad que se niega mirar al futuro y a ser parte de la solución a los problemas.
Es cierto, nunca supe vivir sin conclusiones. Al minuto de no poder concluir nada sentía como un temblor de mundo atenuándose y no terminando nunca; exasperante continuidad de lo vivido.
(El vaticinador, Rendijas 106)
Fue testigo de la década histórica trascendental del 1960, marcada por las luchas por los derechos humanos y contra la llamada guerra fría. El poeta vivió en carne propia el atropello que solidarizarse con estas causas representaba. Cuando hizo un viaje a Cuba durante ese periodo, desafiando la prohibición a los ciudadanos de Estados Unidos de visitar ese país, Lima tuvo que enfrentarse a la opinión pública en Puerto Rico. Entre el 26 de agosto de 1963 y el 15 de mayo de 1964 se publicó como noticia de primera plana y como tema editorial del diario El Mundo bajo el titular “Caso Lima”, las diversas protestas a favor de la expulsión de Lima como profesor de la Universidad de Puerto Rico, mientras que otros sectores se declararon en su defensa. A esas primeras planas de los periódicos se le añadió la visión que en ese momento histórico se tuvo sobre el comunismo y el temor de que sus ideales se esparcieran por medio de la enseñanza dentro de las universidades. Sectores sociales, políticos y culturales se pronunciaron a favor de la expulsión de Lima; mientras que grupos estudiantiles defendieron al poeta aludiendo a la libertad de cátedra y a la imposibilidad de que un profesor de matemáticas hablara sobre el comunismo dentro de su salón de clases. Hubo protestas, encontronazos con la policía se creó un ambiente de desestabilización que provocó que se mantuviera como tema de opinión pública. Estos acontecimientos y circunstancias individuales que enfrentó el poeta, ocurrieron durante un periodo histórico donde cualquier movimiento político que promoviera la independencia se veía como una amenaza a la supuesta estabilidad ofrecida por la democracia.
Acariciando una oreja se piensan muchas cosas, y no solamente el pensamiento se destapona sino que también se oye, se mira y se huele en más direcciones, con más ventanas… Entre esos límites terribles está uno, buscando ese punto que los más sabios dan en llamar balance; allí donde afuera el río y adentro el torrente de sangre…
(Rendijas 130)
A estas protestas se sumaron las declaraciones de Lima, reafirmándose como marxista-leninista y comentando: “el gobierno cubano es el más decente y más honesto que ha tenido el país, vi los proyectos y la labor que allí se realiza y opino que es muy buena” (El Mundo, 7 de septiembre de 1963). También comentó estar acostumbrado a un ambiente (como el de la Universidad de California) donde se promovía una actividad política más abierta dentro de una atmósfera tolerante y madura. En los años siguientes se inició un largo proceso judicial que culminó en su favor a finales de la década del ’70. En el 1980 se incorporó a su cátedra y permaneció hasta que se jubiló en el 1999.
Probablemente toda manifestación artística guarda consigo una raíz de angustia existencial y un gran deseo por cambiar las circunstancias… Así le ocurrió a ese gran poeta José María Lima y repercute en la memoria de su poesía.
Si decido mi suerte sobre una letra tuya me abandono a mi límite.
Quiero decir: me sumerjo en tu propio límite de esponja.
(La sílaba en la piel 114)
Texto basado en la tesis presentada recinetemente por la autora como requisito de su grado doctoral en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. El título original fue: La dimensión política en la obra poética de José María Lima: La sílaba en la piel, Rendijas y Poemas de la muerte.