Culebra, esconde una historia que, con el empeño de sus ciudadanos, busca permanecer. Desde el Faro de Culebrita, hasta los campamentos donde la marina estadounidense maniobró por casi 60 años, don Juan Romero fue y es piedra angular en el mantenimiento de esa memoria histórica de la Isla.
Hay diversas maneras de historiar, y Romero, un culebrense de 79 años, ha hecho una historia de Culebra, que muy pocos conocen y otros pocos historiadores han trabajado.
“Llámenme archivero mejor, porque yo no sé de historia”, dijo en un tono como para aclarar las cosas. Este contador de profesión y comerciante retirado, tal vez no se ha enterado aún de las formas de historiar, que van desde la oralidad hasta archivar artículos de prensa o documentos oficiales.
Con la compleja y abarcadora historia de la Isla, Romero algún tiempo atrás se planteó muy seriamente las preguntas que todo culebrense en algún momento tiene. “¿Por qué después de 500 años es que se viene a averiguar de Culebra? Esa incertidumbre me llevó a buscar por qué rayos nos llamamos Culebra”, contó con la duda entre los ojos, porque aún no sabe a ciencia cierta la etimología del nombre del municipio, solo conoce de una isla frente a Fajardo que le llamaban Île du Serpent (Isla de la Serpiente).
Así, don Juan fue partiendo de las simplezas y cotidianidades, a las complejidades más grandes pero también cotidianas de todos los culebrenses. La isla había sufrido ya el embate de las gestiones de las fuerzas armadas y la marina de los Estados Unidos, que se apostaron allí, desde Punta de Flamenco hasta el poblado de San Ildefonso y por otras ensenadas de Culebra desde el 1901 hasta el 1975.
“La marina desintegró la familia culebrense y viequense”, sostuvo Romero. Y lo dijo con la convicción de haberlo vivido, motivo para rescatar la historia oscura del paso de la Marina que queda retratado en los rincones de la isla y que yace en el archivo de la Fundación de Culebra, la cual presidió por varios años. Sin embargo, la evidencia es palpable en este paraíso caribeño. Los tanques de guerra oxidados en Flamenco, las cercas con advertencias por explosivos sin detonar y algunos terrenos desolados fueron cosas que don Juan entendió que merecían una explicación para generaciones futuras.
Su interés se acrecentó a mediados de los años 80, poco después de la salida de la marina. Visitó archivos en la Isla Grande (Puerto Rico) y documentó de su pueblo, lo que era importante saber. ¿Cómo se apoderó la Marina de esos terrenos que hoy siguen restringidos?
Romero explicó que el asunto es sumamente complicado y se remonta a las administraciones de la Corona Española en 1880, cuando se fundó el municipio. “El gobierno concedió terrenos a los habitantes, los dividió por hectáreas, y mucha gente después del cambio de soberanía en 1898 no registraron las propiedades y cuando llegó la marina en 1901 querían quedarse con todo”, relató.
“En 1903 desplazaron familias del poblado”, añadió, “y poco a poco desocuparon a los culebrenses y los separaron”. Tal fragmentación llevó a los culebrenses a migrar a islas vecinas como Saint Croix, Saint John y Saint Thomas, a otros más tarde a Nueva York, y a los más de 6,000 marinos a ocupar más de 800 cuerdas de terreno para sus fechorías bélicas.
Don Juan, ya cansado por los años de lucha, muestra una genuina preocupación por Culebra, y sus gestiones se consumarán cuando la isla quede limpia y su historia se recuerde, concluyó.