
Guillermo Rebollo Gil es ensayista, poeta, sociólogo, abogado y profesor universitario. También es parte del grupo de colaboradores permanentes de Diálogo Digital.
Las palabras son crisis, revolucionario, feminista, disidencia y libertad. El juego es quién las utiliza peor en una oración. Nuestros concursantes son Eduardo Bhatia, Alejandro García Padilla, Luis Fortuño y Carmen Yulín Soto. Estipulamos que los juegos de palabras, a lo sumo, sirven para hacer buena literatura. Estipulamos que la literatura no sirve para nada. Estipulamos que nuestros concursantes no son escritores, aun así hacen amplio uso de la palabra con fines políticos. Un muy mal uso de la palabra político sería utilizarla de adjetivo para describir un juego. Éste es un juego que surge a partir de un profundo malestar con la política de mi país —la sensación de no tener las palabras precisas para comunicar mi frustración extrema con la manera en que se atienden los asuntos públicos en Puerto Rico. Por tanto, a falta de palabras propias, comento las de mis presentes y pasados representantes electos. Por joder. Quiero decir, para jugar. ¿Quién dijo que los amargados no saben cómo divertirse? El juego, por supuesto, da ganas de llorar. Veamos.
“…donde otros ven crisis, yo veo una oportunidad” [1] –Alejando García Padilla
“Es un proceso revolucionario en cierto sentido”[2] –Eduardo Bhatia, acerca de propuestas para recortar gastos en el Departamento de Educación y demás agencias de gobierno.
“Yo creo que toda mujer que piense que ha tenido que luchar contra algo en la vida, o a favor de algo en la vida, es Julia de Burgos[3] y tenemos mucho que aprender de ella. Julia de Burgos era una feminista[4] en el buen sentido de la palabra[5] y siempre fue su propia ruta… Yo he tenido que tomar decisiones en mi vida que me apartan de la ruta de lo que uno debe ser como mujer en la política[6], de las posturas que debía asumir y marcar mi propia ruta y en eso me identifico mucho con este poema, que es un poema[7] de liberación de la mujer[8]” –Carmen Yulín Cruz
“Apoyamos el reclamo de libertad[9] del pueblo venezolano[10] y exigimos[11] respeto a la disidencia[12]. ¡Fuerza Venezuela![13]” –Luis Fortuño
De inmediato declaramos un empate técnico y, para no morir de tristeza, sumamos los nombres de Alejandro, Eduardo, Carmen y Luis al Obituario Puertorriqueño de Pedro Pietri, como muestra de que ante la mala gobernanza, la poesía siempre contraataca. El poema lee:
“Juan
Miguel
Milagros
Olga
Manuel
Todos murieron ayer hoy
y morirán también mañana
Odiando peleando y robándose
ventanas rotas unos a los otros
Practicando una religión destechada
El viejo testamento
El nuevo testamento
según
el fisco
el juez y jurado y verdugo
protector y cobrador eterno”[14]
Los y las poetas, cuando juegan, tiran a matar.
[1]
Re: Ensayo sobre la Ceguera
[2]
En el sentido de que la palabra “revolucionario” pierde todo sentido en boca de Bhatia.
¿Quién era Julia de Burgos? (además de “poeta,” “mujer”)
Defina “feminista”
¿Qué es ser una feminista en el 'mal sentido' de la palabra?
¿Cómo deben ser las mujeres en la política? ¿Deben ser feministas? ¿De las 'buenas' o de las 'malas'? ¿Cómo las podemos distinguir? ¿Quién decide? ¿No es el binomio feminista mala/feminista buena una construcción social bajo el patriarcado?
¿Qué es un poema? (pregunto porque sinceramente no sé)
¿Qué mujeres? ¿A qué liberación se refiere: del patriarcado/del capitalismo/del coloniaje?
Ésta es posiblemente la primera vez en que el ex gobernador Fortuño utiliza la palabra libertad fuera del contexto de “life, liberty and the pursuit of happiness”, estribillo que en el contexto puertorriqueño nos remite a más de cien años de imperialismo yanqui.
Venezuela es un país libre.
¿Quiénes somos nosotros?
Esta es la parte en que uno hace memoria del tiempo que pasó frente a frente con agentes de la fuerza de choque en la Universidad, en el Capitolio, en el expreso las Américas, practicando la disidencia política en un país para nada libre, donde disentir es una práctica arriesgada; criminalizada.
Cuando lo leí por primera vez, leí "¡Fernando Valenzuela!”