“On your marks. Get set…”. Todavía no comprendo por qué el árbitro cantaba en inglés el inicio de las carreras, acompañado del sonido de la pistola. Al llegar al Complejo Deportivo del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR), había un partido de fútbol a metros del camino pavimentado que culmina en la pista.
Fácil es sentirse como en los días de “field day” a los que asistía cuando niña. Imposible ignorar cómo las panderetas y pitos se entremezclan y tumban la verja de alambre que divide el entusiasmo y la pista de tartán.
Los ceños de los atletas se marcan bajo el sol, como los fanáticos en las gradas se pintan de los colores del recinto al que corean.
Dentro del óvalo marrón rojizo se uniforman decenas de atletas en representación. Las siluetas en contraluz no cesan de jugar con las líneas blancas marcadas en el suelo, desde el desfile de la Banda de Marcha del Recinto Universitario de Mayagüez hasta el relevo final 4 x 400.
Unas sombras vuelan más que otras. Otras avanzan mejor que otras. Incluso, estas se premian con un uno, un dos o un tres. Números que sirven de adorno en los vestidos de licra de los universitarios que protagonizan las Justas de la UPR.