Las historias de fantasmas y casas embrujadas siempre dan miedo. El temor ante lo sobrenatural y el más allá han servido de base para miles de relatos plasmados en libros, así como en la gran pantalla. En esta ocasión, llega a los cines la adaptación cinematográfica de la novela The Woman in Black, protagonizada por Daniel Radcliffe, el actor que interpretó al mago adolescente más famoso del cine, Harry Potter.
La historia del film dirigido por James Watkins es medianamente simple. Un abogado viaja a un remoto pueblo inglés para ultimar los detalles de la herencia de una fenecida mujer, entre cuyas propiedades hay una casa abandonada a la que el pueblo teme, ya que se encuentra habitada por una fantasmagórica mujer vestida de negro, a quien los aldeanos asocian con varias muertes de niños.
Esta es la oportunidad que buscaba Radcliffe para demostrarnos que es capaz de brillar, sin necesidad de sus espejuelos, la varita mágica y la cicatriz en forma de rayo maquillada en su frente. Lamentablemente, el resultado no es favorable. No porque el joven actor interprete mal al abogado Arthur Kipps, sino porque el film no le deja demostrar nada en lo absoluto.
En primer lugar, el personaje de Kipps es un valiente y decidido hombre, dispuesto a resolver un misterio que envuelve elementos sobrenaturales. Si lo pensamos, esto no se distancia para nada del personaje de Harry Potter (si obviamos el hecho de que Kipps no es un hechicero). Pero el otro inconveniente, uno más problemático para el intento de Radcliffe de, es que la película es muy poco atractiva.
The Woman in Black se vale de todos los clichés y lugares comunes del género de horror fantasmagórico. Niños espectrales, una fotografía bastante oscura (aunque preciosa), música lúgubre, entre otros. Por supuesto que estos elementos logran su cometido, ya que en algunos momentos (sobre todo al principio) el film da miedo. Pero a medida que el misterio se va resolviendo, deja de ser interesante, espeluznante e incluso empieza a parecer ridículo. Ni hablar del hecho de que el final es una decepción contundente.
Además, la historia se presenta bastante plana y sin muchas capas de profundidad. De la misma manera que el personaje de Kipps no evoluciona en lo absoluto durante los 95 minutos de duración, no hay nada entre líneas en el argumento. Incluso, el miedo y la participación de los espantos, se mantiene inerte de principio a final, sin que se de un crescendo o siquiera algo que torne compleja la historia.
Quizás Daniel Radcliffe debió mantener la varita mágica en un bolsillo y sacarla en medio del drama fantasmagórico, a ver si con su poder lograba darle un giro interesante a The Woman in Black. Por lo pronto, esperemos que la próxima película del joven actor, le permita distanciarse de Potter y nos haga olvidar este film.